» Lo que tienes frente a ti, es lo que realmente soy. Por dentro y por fuerza seré tuyo «
La casa es más imponente que la de Ran, siento que decirle casa es hasta un insulto. Esto es una fortaleza, el simple hecho de poner un pie aquí fue un escrutinio absoluto por parte de toda la seguridad.
Me estaciono seguido de Ran, el ayuda a Becca a bajar del auto porque se le dificulta un poco con su vestido de pliegues. Yo me quedo un momento más dentro del auto, preguntándome a mí mismo, si venir aquí fue lo correcto.
Un paso en falso y seguro nos matan sin piedad, aunque lo que más me preocupa es si el regalo que elegí es el indicado. Salgo de mis pensamientos abruptamente cuando Ran toca la ventanilla para que salga.
—¿Ya te estás acobardando?
—Ran, deja a Reimon. Solo está un poco nervioso, es su primer regalo para una chica ¿Cierto?
—Gracias por tu consideración Becca. Y tú —lo señalo— deja de joderme.
A pesar de todo Ran solo sonríe juguetonamente, toma a Becca del brazo y los tres nos dirigimos a la inmensa entrada. Al llegar tenemos que hacer una breve fila para dejar los regalos. Mi miedo aumenta al ver la semejante cantidad que los propios empleados se llevan por montones, unos más grandes y otros más pequeños y seguro realmente caros.
¿El mío valía lo suficiente? Puede que sí. ¿Era algo grande? El tamaño era discutible. ¿Suficiente para la ocasión? No, pero talvez para ella sí. Ran me da un pequeño empujón en el hombro para que reaccione cuando el empleado me pide el obsequio para llevárselo, le entrego la caja algo grande.
Me siento un poco acabado.
Yo quería dárselo en persona y ver si reacción, pero ahora se perdería dentro de muchos y ni siquiera ella sabría que ese era de mi parte. Podría encantarle y adjudicarle el logro a alguien más o simplemente lo odiaría y nunca sabría quién le dio tal regalo
Entramos a la recepción donde estaban impartiendo las máscaras, Becca era la de mejor gusto así que eligió la que más se adecuarán a nosotros. Me tocó una máscara dorada con toques negros, dijo que me iba por el cabello rubio. Ella y Ran llevaban unas a juegos de color negro y gris.
Ya adentro la gente era más de la que imaginé, esto no era una simple fiesta. Parecía de esas exageradas galas que montan en las películas, mi odio por las multitudes empezaba a emerger.
La música clásica de una sonora pianista ameniza la fiesta, todos se unen en bailes de pareja o simplemente solos. Pensé que habíamos llegado temprano, pero esto ya parecía haber empezado. Becca y Ran se escurren por algún lugar, no me da chance a seguirlos cuando alguien toma mi brazo para detenerme.
—Reconocería ese cabello rubio bien peinado donde sea.
La miro y mis mejillas arden, tiene una máscara plateada con brillos, un vestido tallado al cuerpo trapeado rojo intenso. Lo que siempre la distingue entre todos, es su labial rojo sangre y su cabello blanco, esta vez unas pequeñas trenzas francesas a media cabeza lo apartaban de su cara.
—Reimon...
—Lo siento, solo tarde un poco en reconocerte.
—Auch, por suerte no soy rencorosa. Te vez muy guapo, aunque siempre lo estás. ¿Te he dicho alguna vez que me encantan los hombres con traje?
—Creo que nunca.
—Pues me encantan, sobre todo tú. El color de tus ojos resalta con la máscara.
—Para, yo debería estar diciéndote a ti que eres lo más hermoso de la noche, no tu a mí.
—Vamos, no siempre el hombre tiene que hacerlo todo. Pero si decirme eso te hace feliz, entonces dejare que seas el primero la próxima vez.
Un guardia se acerca a Nova para llamar su atención, ella se dirige a él y tienen una conversación susurrada. Nova asiente, el guardia se va y vuelve conmigo.
—¿Que sucede?
—Nada, debo resolver algo. ¿Bailamos luego?
—No se bailar.
—Mientes. Ran me dijo que eres un gran bailarín; no puedes escapar esta noche, Reimon Hainix.
Sonríe antes de darme un beso en los labios que solo parece un roce, se va por el mismo camino donde se fue el guardia. Entre tantas personas comienzo a buscar la pareja de traicioneros que me dejó solo, los encuentro conversando y dándose mimos entre sí, al lado de la barra de bebidas. Me sonríe cuando me ven llegar.
—¿Qué tal? —me extiende un whisky Ran.
—Me dejaron solo ¿por eso?
—La vimos llegar por detrás y pensamos que debían hablar solos. La privacidad es buena para las parejas. —sonríe Becca, y no hay como enfadarme con ella.
De un momento a otro el silencio es algo que abunda en el gran salón y es difícil de creer, el aura se torna tensa y algo de aquí no me gusta. Dirijo mi mirada a Ran, porque en casos como este, él es el primer en saber cómo actuar.
Pero cuando lo miro no lo percibo tenso, todo lo contrario. Toma de la cintura a Becca, pero no como acto de protección, sino de simple dominio y sonríe al centro del salón donde la gente ha empezado a retroceder un poco para dejar espacio.
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Editado: 19.11.2024