Amores que matan

11. El pasado nos atrapo

» Me pintas en los recuerdos de todo tu dolor, estás no debían ser nuestras tumbas «

Un golpe se estrella contra mi mejilla izquierda, y luego uno más en la mejilla derecha. Toma mi cabello con fuerza y me hace alzar la vista para verlo. Con la misma mirada cínica y llena de odio que toda la vida he percibido en su ser, ¿Por qué? Pensé que aún había salvación para ti, pero me equivoqué. Tú no querías amor, ni cariño y mucho menos una familia.

Tú solo querías el dinero y poder para hacerte más grande y terminar aplastándonos, porque vernos te quema por dentro, eso es lo que te hace hervir la sangre, saber que somos más felices que tú. Lo lamento... Reiza.

—Parece que la princesa despertó de su sueño. —sonríe mezquinamente mientras se acerca a mi cara.

Por reflejo jalo mis brazos que están suspendidos en el aire, pero me encuentro con que están encadenados con grilletes, él ríe con ganas.

—Reiza...

—Hola hermanita, tanto tiempo sin verte, y tú no ameritas menos que esto.

—¿Por qué?

—Digamos que me cansé de ser tu maldita sombra, Nova. Soy tu hermano mayor y, sin embargo, tú tienes todo lo que debería ser mío... El maldito de papá siempre te prefirió a ti.

—Él solo percibió todo el desastre que tu harías. Siempre fuiste así, la vida de otros nunca te importo.

—¿Por quién me tomas hermanita?

—Reiza... ¡Mataste a tu madre! —le grito con rabia corriendo por todo mí cuerpo.

—Por hacerme un maldito bastardo, un cero a la izquierda. Por no ser lo suficientemente buena como tu madre, de haberlo sido. Todo lo que eres y tienes ahora... Sería mío.

—Nuestros papás cometieron errores, pero no podemos ser sus verdugos.

—No dirías eso si fueras yo, si por un puto día pasarás lo que yo pasé ¡Toda mi vida a tu sombra!

Me suelta una bofetada más dura que me hace sentir mucho ardor en la mejilla, él se levanta y empieza a murmurar cosas para el mismo, golpeando y pateando las paredes.

—Reiza suéltame, no quieres hacer esto. Si no continuas no diré nada y papá no irá contra ti.

—¿Y crees que me importa él? Long Fredly solo es un peón más en mi juego. Él siempre te amo más a ti y a mí me dejó olvidado, yo te amaba Nova, como hermanos es inevitable no sentir cariño por los lazos que compartimos.

—Yo también que quiero Reiza.

—Pero eso se acabó, entendí que para ver la luz debía deshacerme de mi oscuridad.

Su cuello se mueve de manera brusca hacía muchos lados y la risa que emana de su boca es sobrenatural, ahí fue donde comprendí que todo lo que un día quedó de Reiza; hoy ya no existía. Que su odio, ambición y deseo de ser el vencedor lo habían cegado. Que era tarde para sacarlo de sus pensamientos corrompidos, pero la mitad de mi me decía que no podía culparlo.

Él siempre conoció el lado más crudo de este mundo, y todos lo hicieron a un lado como un bicho, como una infección... Un virus mortal. Trate de hacerme creer que todos hacían esto porque él era peligroso, pero tan solo era un niño que tuvo que madurar muy rápido, porque todos se lo exigieron.

Su cuello se gira hacia mí como cual perro que olfateo a su presa. Con rapidez se me lanza encima y me toma del cuello para estamparme con fuerza a la fría pared de piedra, su aliento me roza la piel y me hace tener escalofríos, uno tras otro.

—Porque mejor no le mandamos algo a papá, a él le gustan las fotos, todo donde esté tu puta cara le fascina.

Empieza hablar y parece que tiene una conversación, pero consigo mismo. Yo solo me quede escuchándolo porque sería peor meterme, si tan solo tuviera las manos sueltas. Podría salir de aquí.

—¡Ulrik! ¡Ulrik! —grita con voz fuerte y temible. Un chico un poco más joven que yo con visible nerviosismo se acerca por la puerta del cuarto.

—¡Si señor!

—¿Dónde mierda estabas?

—Tenía que recargar mi arma señor. Lo siento.

El silencio que se forma es tan tenso, como si la pared de piedra se nos cayera a todos encima, el cuello de Reiza de nuevo se gira a un lado.

—Dame tu teléfono —le extiende la mano moviendo los dedos con ansiedad.

El chico rápido lo saca de su bolsillo y se lo entrega sin más, los dos nos quedamos a espera de Reiza que hace algo con el dispositivo.

—¿Puedo retirarme señor?

—¿Sabes grabar? —le pregunta con simpleza en su voz. Si atención aún sigue en el teléfono.

—¡Si señor!

—Bien... ¿Ulrik? —el chico asiente— toma esto y párate justo frente a nosotros. Y trata de no temblar tanto, si esto sale como me gusta. Prometo dejarte vivo.

El chico asiente frenéticamente y sostiene el teléfono frente a nosotros, cuando Reiza le da la señal el empieza a grabar. Yo solo mantengo la mirada perdida en el suelo.

🔴 Grabando

Hola Long Fredly. Tanto tiempo sin verte papá, es una lástima que nos vemos de esta forma. Pero me temo que de otra no hubiera funcionado. Tuve que quitarte lo que más amabas para estar en condiciones iguales.




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