Amores que matan

19. Mis dias sin ti

» Porque poner al mundo de rodillas para ti, es lo más pequeño que sería capaz de hacer «

Loco... Esa sería la palabra para definir en lo que se estaba convirtiendo Reimon. De ser alguien calmado, sereno. Ahora era una bomba a punto de estallar.

Estaba enojado, furioso, triste. La había perdido y nadie se la regresaría. Me siento culpable, después de todo fui yo quien quiso que Nova lo conociera, que Reimon se enamorara de ella. Que los dos fueran felices. Pero... ahora son todo menos eso.

Reimon está más apagado que antes, como si Nova antes de irse hubiera soplado el fuego de su vela y dejado en la total oscuridad. Esto me hace recordar cuando recién murieron nuestros padres, me jure a mi mismo que nunca lo volvería a ver así de roto.

Toma varios vasos de whisky, pero eso no le ayuda a ahogar su sufrimiento. Solo hace que rememoré más las penas. Ahora es más efusivo a la hora de arreglar cuentas. Antes con un disparo le bastaba. Pero ahora no... Es como si se desahogara con ellos.

No le gusta estar en su departamento. Becca y yo, le hemos arreglado una habitación oficial en la casa. Ni siquiera cena, solo sube y se encierra en su mundo.

Dice que Arley tiene la sonrisa de Nova. Y que le agrada, porque así al menos tiene un pedazo del pasado que tanto le quema. Lo he escuchado gritar asustado por las madrugadas. Ah empezado a tener constantes pesadillas. Sus ojos ahora estaban rojos la mayoría parte del tiempo y solo era por dos cosas.

1. Porque ha estado tomando sin parar.

2. Oh porque ha llorado sin que lo miren.

Reimon no dejaría que nadie lo viera así. Ni siquiera a mi me mostraba esa parte de él. No evitó pensar que por el camino que va, terminará destruyéndose y destruyendo todo a su paso. Él es un huracán activo en este momento. Todo lo que el toque lo hará pedazos, hasta que ella regrese y le devuelva su paz.

Toda la vida luche por darle todo lo que quería, lo que necesitaba, pero por primera vez, yo no podía darle ninguna de las dos cosas. Esto estaba tan fuera de mi poder, como de él. El tiempo pasaba y nada parecía mejorar, no había rastros de ella y para este momento... Su hijo ya debería haber nacido. Eso lo atormentaba aún más, saber que tiene una familia, pero no poder tenerla.

REIMON

Me estaciono y medito esto. No quería venir, no estaba de buen humor y menos para reencuentros o lo que sea esto. Salgo del auto y camino al interior del restaurante, cuando entro percibo la melodía del piano que ameniza el lugar. Un mesero se me acerca y lo miro de pies a cabeza, esperando que hable o que se largue.

—Buenas noches señor, ¿Desea una mesa?

Doy una vista rápida por las mesas hasta que en una alguien alza la mano y vuelvo a ver al mesero.

—No, me están esperando.

Me acomodo la corbata y camino por entre las mesas, la gente ríe y murmura entre sí, por fin llegó a la mesa que me corresponde. Corro la silla y tomo asiento, verlo me saca una pequeña sonrisa después de todo.

—Tiempo sin verte.

—Lo mismo digo... Ross.

Así es, después de casi cinco años viviendo en Liverpool, por fin el capullo se daba el tiempo de visitarnos, me hubiera gustado que fuera en otras circunstancias, pero no lo era.

Miro a la chica a su lado que se ha quedado al margen de todo, no me incomoda para nada su presencia. Lo dudó, pero al final lo digo.

—¿Axael? —ella me sonríe— Un gusto conocerte.

—Lo mismo digo Reimon.

Ellos dos se sonríen entre sí, había tanta calma y complicidad. Que era una locura pensar en todo lo que había cambiado Ross estando con ella, no había rastro de su soledad, como en el pasado.

—Se que te extraña verme aquí.

—En efecto, no nos hemos visto desde que te fuiste y de pronto apareces queriendo reunirte. A menos que quieras invitarme a tu boda, no miro otra razón de esto.

—Ran me ha hecho venir. Me ha contado la situación.

—Y vienes a dame consuelo ¿Es eso?

No necesitaba la lástima de nadie, tampoco entendía porque Ran andaba contando mis tragedias como si nada, esto me estaba cansando demasiado. No me servía de nada el hecho de que los demás supieran lo que me pasara, ninguno de ellos cambiaría las cosas o me pondría más cerca de mis objetivos.

—Tal vez yo pueda ayudarte.

Mi mirada se dirige a esa vocecilla que pertenece a la acompañante de Ross. Se me escapa una risa sin gracia y me cruzo de brazos.

—¿Como lo harías? Ni siquiera yo he podido encontrarla.

—Axael trabaja para los zetas.

La confesión de Ross me deja pensando, y tratando de analizar a quién tengo enfrente, su cara tierna y su poca estatura me hacía dudar de si de verdad ella era capaz de tanto. Conocía que eran los zetas, una organización de élite que no son regidos por ningún gobierno, aunque se les conoce por actuar para eliminar amenazas mundiales y mantener el orden del poder. Y también por masacrar a gobiernos corruptos y terroristas. Ellos estaban por encima de la CIA y cualquier organización de los países como la OTAN o parecidos. Tenían un fin similar a Anonymous, pero ellos eran fuerza y mente, no solo mente.




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