Amores que matan

23. Ya no hay más soledad

» Solía sentirme solo, en un constante bucle donde me daba miedo tener algo para después perderlo, pero a ti puede perderte muchas veces y siempre regresaste, tal vez si estabas hecha para mí «

Dos meses después

Me desperté temprano, sintiendo una mezcla de emociones en mi pecho. Hoy era el día en que Nova, Garret y yo nos mudaríamos a la vieja casa de mis padres. Me sentía nervioso, pero también emocionado de comenzar esta nueva etapa de mi vida.

Me levanté de la cama y comencé a preparar todo para la mudanza. Nova y Garret estaban durmiendo, así que intenté hacer todo lo posible para no despertarlos. Me sentía como un niño en Navidad, ansioso por comenzar esta nueva aventura.

Empecé por empacar los juguetes de Garret, tal vez había exagerado comprándole muchos, la mayoría ni siquiera los usaba aun, pero había un pequeño peluche de mono con las extremidades largas que le encantaba. Lo sacudía de un lado a otro.

Me agaché en el suelo de la habitación, Me sentía emocionado y nervioso al mismo tiempo. Esta mudanza era un nuevo comienzo para nosotros, una oportunidad de dejar atrás el pasado y empezar de nuevo.

Mientras empacaba los juguetes de Garret, no podía evitar pensar en cómo había cambiado mi vida en los últimos meses. De ser un hombre solitario y sin rumbo, había pasado a ser un padre y una pareja feliz. Nova y Garret habían cambiado mi vida de manera radical, y yo estaba agradecido por eso.

Después de un rato, terminé de empacar las cosas de Garret. Me levanté y miré alrededor de la habitación, asegurándome de que no hubiera nada que se me hubiera pasado por alto. La habitación estaba vacía y silenciosa.

Me sentí un poco melancólico al pensar en dejar atrás este departamento, aquí había nacido la relación con Nova, tantos momentos buenos y malos, pero que al final nos pertenecían, aunque sabía que era hora de avanzar. La casa de mis padres era un nuevo comienzo para nosotros, una oportunidad de crear nuevos recuerdos que devoraran los malos del pasado.

Pongo las maletas listas junto a la puerta para que mis hombres las carguen en mi camioneta, no íbamos a necesitar ningún mueble de todos los que había aquí, solo nuestras cosas más personales.

Vuelvo a nuestra habitación que está en total silencio y en penumbras, solo puedo ver leve movimiento en la cuna de Garret que juega con sus pies, Nova sigue con la cara hundida en la almohada. Las noches con Garret suelen ser complicadas.

Me acerco hasta él y lo tomo en brazos, su sonrisa me causa ternura y le hago un gesto para que no haga ruido. Ambos salimos de la habitación para dejar a su mamá descansar.

Me senté en el sofá, con Garret en mis brazos. Él estaba mirándome con esos ojos azules que me recuerdan al mar y a la mirada tan intensa de Nova. Me encantaba este momento del día, cuando podía pasar tiempo con mi bebé y simplemente disfrutar de su presencia.

—¿Tienes hambre, pequeño? —le pregunté a Garret, mirándolo a los ojos.

Él me miró de vuelta, sin entender. Me reí fuerte, estaba tan desesperado por verlo crecer y escuchar su voz, sus primeros pasos, llevarlo de la mano a la escuela. Pero también sabía que lo quería tener por mucho tiempo así de pequeño, del tamaño donde me mira como la persona más fuerte, donde puede esconderse en mis brazos o saltar a mi porque sabe que lo atrapare. Le di un beso en la frente.

—Creo que sí, ¿verdad? Vamos a preparar un biberón para ti.

Garret comenzó a moverse y a hacer ruidos como si fuera un pequeño lunático, aunque mi bebe solo era demasiado imperativo. No tuve más remedio que sostenerlo más cerca de mí.

NOVA

Me desperté lentamente, estirando mis brazos y mi espalda. Me senté en la cama y miré alrededor de la habitación, buscando a Reimon y Garret. Pero no estaban allí. Me levanté y me dirigí a la cocina, pensando que tal vez estuvieran allí.

A cada paso que doy para acercarme, escucho una sola voz legible y los demás son puros balbuceos u ruidos tiernos. Me poso en el umbral de la barra, esta era una escena que valía la pena ver. Reimon de espaldas preparando algo en el mesón de la cocina, con el brazo izquierdo sostiene a Garret que parece muy entretenido con todo lo que su papá le dice, aunque está claro que no entiende nada.

Camino lentamente hasta ellos y abrazo a Reimon por la espalda, aun me superaba en altura pero yo media lo suficiente para llegarle a la barbilla. Voltea la cara y me da un beso en la frente.

—Buenos días dormilona.

—Buenos días a mis bellos hombres. —Garret se mueve frenético y tomo su manita para jugar— Me parecía que ambos estaban muy callados.

—No queríamos despertarte. Y a juzgar por esa carita tuya, se que hicimos nuestro mejor esfuerzo. —Dejo de abrazarlo y el se da la vuelta, me toma de la cintura y me une a su abrazo.

—Creo que ha sido la mejor siesta de mi vida.

—Creo que una siesta seria de dos horas máximo. Lo tuyo lo llamaría un coma.

—Entonces a sido el mejor coma de mi vida.

—Ni lo menciones, mientras ustedes dos estaban a gusto durmiendo, termine de empacar las cosas de la habitación de Garret, ya está todo listo para mudarnos hoy.




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