Amores Verdaderos: Te Encontré

CAPÍTULO 17

AYSEL

Desperté con bastante energía.

Hoy tendría un día fantástico, después de asearme fui directamente a la habitación de Benjamín. Mi querido hermano ya estaba casi listo para ir a la escuela, después de desayunar salió en compañía de Ale con dirección a su escuela.

Mamá y papá habían salido mucho más temprano de casa así que desayuné con Lucero y Sandy, después me dirigí hacia los bancos ubicados en el jardín. Sandy venía detrás de mí, seguramente tenía muchas cosas que contarme y no quería hacerlo delante de Lucero.

─ ¿Cómo va tu vida de novia? ─ Preguntó Sandy.

─ Solo diré que veo mariposas.

─ Espero que bien. Supongo que sí. Estoy empezando a acostumbrarme a verte con la expresión típica de niña enamorada.

─ Bueno, pero ¿de casualidad no quieres decirme algo?

─ ¿Cómo la sabes?

─ Intuición. ─ Respondí encogiéndome de hombros. Sandy usualmente siempre era predecible.

─ Sí, sí. Me peleé con él.

─ ¿Por qué?

─ Por su culpa. ─ Sandy estaba un poco triste. Su buen humor ya no estaba.

─ ¿Qué te hizo Sandy? O ¿Qué hizo?

─ Engañarme. ─ Sandy se calla unos segundos. ─ En realidad no. Simplemente lo bueno que teníamos se terminó. Ya no existen esas cosquillitas ni esa emoción cuando lo veo. Fue bonito mientras existió, pero ahora, todo es distinto. No sé, mis ilusiones respecto a él terminaron. Simplemente la llama chispeante desapareció y empezamos a conocernos de verdad. Y sabes…no nos gustó lo que descubrimos.

Ambas llegamos hasta los banquitos y nos sentamos.

─ Se terminó. Llegué a quererlo mucho, de verdad creía que tendríamos un bonito futuro juntos. ─ Continuó Sandy.

─ Realmente ¿se terminó?

─ Sí Aysel. Muchas veces he tomado las cosas de forma superficial, pero esta vez no. Vi en él algo más, sin embargo, todo llegó a su final.

[…]

Después de conversar con Sandy, fui a mi habitación y avancé con algunos proyectos de la universidad.

Almorcé con Sandy y Lucero. Mamá y papá pasaban mucho más tiempo fuera de casa.

En cuanto Benjamín regresó de la escuela, ambos avanzamos con los trabajos que tenía que avanzar. Después me preparé para pasar un momento con Daniel. Ale me acompañó.

Daniel había mejorado bastante, su semblante lucía mucho más saludable y me alegraba ver que se iba recuperando bastante bien.

─ ¿Me extrañaste?

─ Sí, mucho. ─ Respondí abrazando a Daniel. Aspiré lentamente el aroma que desprendía su cabello. Definitivamente era adictivo.

─ Yo también te extrañé muchísimo. ─ Daniel me abrazó con un poquito más de fuerza.

─ No deberías hacer tanto esfuerzo. ─ Repuse. ─ Aún no te has recuperado por completo.

─ Por favor, no se preocupe señorita regañona. ─ Replicó Daniel.

Ambos estábamos en la sala de su casa. Su madre y Noelia habían salido un momento a caminar y comprar algunas cosas para la casa.

─ Tenemos que avanzar.

─ No, aún tenemos algunos minutos. ─ Daniel levantó mi rostro con suavidad.

─ No, tenemos que avanzar.

─ No, quiero estar un ratito solo contigo.

Ambos mantuvimos contacto visual durante lo que parecía una eternidad.

─ Me gustas. ─ Dijo antes de darme un beso.

Me sentí tan feliz. Estar con él generaba una sensación de dicha. No podía explicarlo, era algo que simplemente me provocaba felicidad.

─ También me gustas mucho. ─ Dije cuando nos separamos.

Me senté y Daniel se acercó a mí. Colocó su brazo por detrás de mi espalda mientras se sentaba a mi lado. Me apegué a él y me recosté en su pecho.

─ Espero que entienda, mi señorita inteligente novia. ─ Dijo señalando unos gráficos extraños que ocupaban toda la página del libro que sostenía en sus manos.

─ Por supuesto. ─ Respondí con bastante seguridad, aunque muy confundida.

Daniel fue señalando muchas cosas en aquellos gráficos y conforme avanzaba, mi confusión incrementaba. Pronto ya habíamos revisado varias páginas donde él había remarcado muchas cosas, cada tanto me preguntaba si estaba al tanto de lo que decía o si tenía alguna pregunta para después sonreír divertido ante mi cara de confusión.

─ ¿Qué le pareció, mi señorita dama?

─ Claro, muy fácil, son temas que siempre reviso. ─ Respondí en broma. ─ Seré sincera al decir que no entendí nada.

─ Lo sé. ─ Respondió completamente tranquilo.

─ ¿Estas tratando de burlarte de mí? ─ Dije con fingido enojo.

─ No. Solo quiero decirte que te quiero. ─ Daniel rodeó mi cintura y me atrajo hacia él para darme otro par de besos. ─ Te quiero. ─ Lo escuché susurrar y no pude evitar sonreír y sentirme aún más alegre.




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