CAPÍTULO 18

AYSEL

─ ¿Hola?

─ Hola.

─ ¿Qué estás haciendo?

─ Estoy regando mis flores.

─ ¿Quieres jugar?

─ Cuando terminé podría ser. ¡Mira! Esta rosa es muy bonita.

─ ¡Woo! Mira la de allá. ¡Es de color azul!

─ Sí, es azul. Mamá la hizo.

─ ¿Cómo?

─ No lo sé. Antes era blanca. Ayer estaba celeste pero ahora esta mucho más bonito.

─ ¿Podrías enseñarme?

─ Le preguntaré a mamá. La rosa es muy bonita. Sí, se parece mucho al color de tus ojos.

─ Sí. ¿De verdad?

─ Sí.

─ ¡Ah!

─ ¿Qué te pasa?

─ ¡Me duele! ¡Me duele mucho!

─ ¡No puedo abrir la puerta!

─ ¡Me duele mucho!

─ ¡Ayuda! ¡Ayudaaa! ¡Ayuda por favor!

Desperté abruptamente. Me dolía todo el cuerpo. Especialmente mi corazón. Apenas podía respirar. Sentía una presión muy grande.

Hice un intento por levantarme de la cama, sin embargo, apenas pude mantenerme de pie. En mi cabeza sentí un gran golpeteo, un gran dolor que me obligó a recostarme de nuevo.

Traté de regular mi respiración, no entendía como ese sueño podría estar alterándome de esta manera.

Después de permanecer acostada hasta escuchar el sonido de mi alarma me levanté. Ya me había calmado y todo parecía estar en orden. Iba bajando cuando un pequeño mareo hizo que me agarrara con fuerza a las barandas de la escalera soltando mi celular en el proceso, el cual cayo directo hasta el primer piso, rompiéndose en pedazos.

Desayuné junto a mis padres, después ambos se fueron. Benjamín aún permanecía dormido. Subí a la biblioteca un momento y empecé a leer. Cuando volví a bajar mi hermanito ya estaba desayunando y después también salió para ir a la escuela.

Subí hasta la habitación donde realizábamos nuestros deberes y empecé a revisar los trabajos que había hecho y volví a releerlos. Regresé a mi habitación para prepararme e ir a la universidad.

Ya tenía todo listo así que me tomé mi tiempo en elegir un bonito vestido y hacerme un peinado elaborado. Después bajé y hablé de cosas banales con Sandy.

Finalmente me subí en el automóvil y junto a Ale partimos en dirección a la universidad. En cuanto llegué, busqué a Grace y al verificar que aún no había llegado elegí dos asientos contiguos para ambas y me senté, estaba por escribir un mensaje a Grace cuando recordé el incidente de la mañana. Conversé con algunos nuevos amigos y amigas que había hecho en la universidad, hasta que una figura familiar en la puerta me llamó la atención.

Era Óscar.

Me levanté y me dirigí hacia él para saludarlo.

─ ¡Óscar! ¡Hola! ¿cómo estás?

─ ¡Aysel! He tratado de comunicarme contigo, pero no he tenido éxito.

─ ¿Qué pasa?

─ ¿Sabes algo de Daniel?

─ No.

─ He tratado de comunicarme con él desde la mañana y no he podido.

─ ¿A qué te refieres?

─ No regresó a casa. Rebeca me llamó preocupada porque Daniel no había regresado. También había tratado de comunicarse, sin lograrlo.

─ Ayer ambos nos despedimos, él se fue a trabajar. ¿No te encontraste con él? ¿No suelen regresar juntos?

─ Ayer quedamos en encontrarnos en el restaurant. Pero, me transfirieron a otra zona, debido a la falta de personal. Estuve en otro lugar así que no me encontré con Daniel. En la mañana regresamos mucho más tarde de lo usual y solo a recoger nuestras pertenencias. Creí que Daniel ya se había ido.

─ No puedo llamarle, mi celular sufrió un accidente. Pero, vamos. Espérame un momento. ─ Regresé hasta el asiento donde antes había estado sentada y recogí mis cosas. ─ Vamos a buscarlo. Puedes llamar a alguno de tus compañeros y preguntar a qué hora salió Daniel.  

─ Sí, le he escrito a varios, pero no todos trabajamos en el mismo área, así que no todos pueden asegurar con precisión a que hora lo vieron retirarse.

─ Esta bien, esta bien. Pero debe haber alguien o algo que registra todo eso.

─ Tienes razón Aysel, no había pensado realizaré una llamada.

Óscar se adelanto un poco. No debía alterarme.

Podía ocurrir cualquier situación, seguramente Daniel se comunicaría pronto. Algo pudo haberlo atrasado.

─ Aysel, Daniel no fue a trabajar. ─ Óscar parecía ahora más alterado.

─ Imposible.

─ Daniel no llegó.