Amores Verdaderos: Te Encontré

CAPÍTULO 19

DANIEL

Desperté sintiendo un enorme malestar en todo el cuerpo.

Continuaba en el mismo lugar. La misma habitación oscura. Muy oscura.

No podía ni saber cuanto tiempo había pasado.

Me erguí con suma lentitud, el dolor en mi abdomen estaba incrementando. Cuando puse mi mano ahí pude sentir un poco de humedad. Al parecer la herida se había abierto y tenía que buscar la manera de evitar un mayor sangrado.

No habían tenido reparos en golpearme y todo mi cuerpo estaba resintiendo mi situación actual. Me arrastré con el mayor sigilo que pude y me apoyé en una pared cercana.

Me mantuve en esa posición durante lo que creo, fue mucho tiempo. Estaba empezando a agotarme y por momentos caía en un estado de inconciencia.

Fue cuando entre mis tantos intentos de permanecer despierto y pensar en los mil motivos del porque estaba aquí que escuché que abrían la puerta. La cual chirrió con gran volumen. Alguien ingresó y se acercó hasta mí, me vendó los ojos y se alejó. Percibí un resplandor así que supuse que habían encendido la luz.   

─ ¿Aún estas vivo? ─ Preguntó con burla.

No respondí. Desde hacia un corto tiempo atrás había empezado a sentir una gran debilidad, las fuerzas me estaban abandonando y no estaba seguro de cuanto podría aguantar.

─ ¿No vas a decir nada? ─ Volvió a preguntar.

Volvió a acercarse hasta mí para propinarme un fuerte golpe en el abdomen. Solté un quejido y me arqueé cuanto pude para calmar el dolor y el sangrado.

─ Eres un tipo problemático. Y lo peor, no eres capaz de obedecer.

─ Suéltenme. ─ Murmuré en voz baja.

─ No tengo ganas de hacerlo ¿Qué opinas?

─ ¡Ayúdenme! ─ Grito con la poca fuerza que tengo. El hombre solo se burla.

─ Comprobaste antes que nadie vino por ti. Y nadie lo hará. No pueden escucharte y grita todo lo que quieras, si lo que quieres es morir. Yo no tengo mucha paciencia.

─ ¿Por qué estoy aquí?

─ ¡Bingo! Porque…en realidad tampoco tengo ganas de decirte algo.

─ ¿Por qué estoy aquí?

─ Por favor cállate, no intentes irritarme. Y agradece que fuimos buenos contigo.  

─ ¿Para qué me quieren aquí? ─ Pregunto con más seguridad. Necesito saber del porque estoy aquí, si mi familia o Aysel peligran.  

─ Saben, no puedo con él, enséñenle algo de respeto. ─ Dice y logro percibir que está retirándose, segundos después varios pasos entran con bastante fuerza y me rodean.  

Por unos cuantos segundos se quedan parados sin decir o hacer nada. Solo observando. Hasta que uno de ellos me obliga a levantarme sosteniéndome de los hombros con fuerza. No me había percatado de la atadura en mis piernas. Apenas pude sostenerme por mi mismo unos segundos antes de volver a caer. Evité soltar un quejido mordiéndome los labios. Mi abdomen volvió a sangrar aún más.

Escuché sus risas, antes de caer en cuenta que esto apenas empezaba para ellos. No sabía cuanto más iba a resistir.

 

AYSEL

Abrí los ojos ante el constante golpe en la puerta.

Mi habitación se encontraba bastante iluminada, estaba en el mismo lugar que anoche, donde al parecer me había quedado dormida. Traté de levantarme, pero, mis piernas estaban entumecidas y mis ojos adoloridos. Me dirigí hasta el cuarto de baño para lavarme el rostro.

Después de lavarme varias veces me sequé con mucha calma recordando lo que había sucedido anoche. Mi rostro aún estaba enrojecido y mi voz algo ronca.

Me dirigí a la puerta y aclaré mi voz antes de preguntar. Me respondió una vocecita infantil; Benjamín, indicándome que ya estaba desayunando y preguntando si me ocurría algo.

Lo tranquilicé diciéndole que había tenido bastante tarea y me había acostado tarde, que en unos minutos lo alcanzaría.

Regresé al baño, escasamente pude reprimir mis ganas de llorar. Ayer no se me había ocurrido conseguir otro teléfono y no sabía si ya había noticias de Daniel. Tampoco ayudaba recordar mi conversación con Andrew. No podía comprender como es que podía tenerle tanto miedo, y a la vez era imposible no sentir que peligraba la vida de mi familia.

Me di una ducha rápida y después de prepararme busqué mi ordenador para elegir el primer celular que apareció en la página web. Elegí la opción de entrega inmediata y bajé a desayunar con mi hermano.

Benjamín había creído que me veía así por desvelarme y se ofrecía a ayudarme con las tareas para poder descansar temprano.  Sonreí ante su propuesta. Después el fue por sus cosas para ir a la escuela y yo busqué mi mochila.

Mientras lo esperaba abajo, se acercó Sandy preguntándome si estaba bien. Respondí lo más casual que pude hasta que Leyla se acercó con el paquete que acababa de llegar. Le agradecí y procedí a retirar el producto, realicé todas las configuraciones necesarias. Lucero apareció después realizando las mismas preguntas que Sandy. Cuando Benjamín bajó ambos nos despedimos y Lucero le entregó su suculenta lonchera.




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