Amores Verdaderos: Te Encontré

CAPÍTULO 26

Semanas después.

DANIEL

─ ¿Por qué me llamas así? ─ Me preguntó con un puchero.

─ ¿Cómo? ─ Pregunté divertido.

─ Así… como dijiste antes.

─ ¿Cómo? ─ La mire interrogatorio. ─ ¿Solecito? ─ Asintió levemente. ─ ¿No te gusta? O prefieres pequeña.

─ Mejor Ayselita. ─ Respondió riéndose.

─ De acuerdo, Ayselita. ─ Empezó a reír más. Me encantaba escucharla cuando reía. ─ Te llamo solecito, porque brillas como el sol.

Estábamos acostados en la sombra de un árbol. Yo apoyado en el inmenso tronco y Aysel apoyada en mi pecho. La tenía envuelta en mis brazos. 

─ Me encantas. ─ Mencioné. Con lentitud acaricié sus mejillas antes de darle un beso. ─ Además, eres mi solecito porque apareciste cuando más te necesité. Eres un gran apoyo para mí.

 

Desperté con una sonrisa. 

Me incorporé y observé por la ventana. Afuera ya había gente caminado por aquí y allá.

Mi vida estaba regresando a la normalidad. Poco a poco había empezado a recordar, casi todo como sueños. Mi madre me había empezado a ayudar mostrándome muchas fotografías cuando no recordaba los detalles.

Los recuerdos más importantes estaban relacionados a mi hermana pequeña. Había recordado cuando la cargué por primera vez, siendo una bebé. Aún con los ojos cerrados.

Y el más doloroso, había recordado la muerte de mi padre. Me costó asimilarlo en un principio, pero sabía que debía continuar.

Además, mamá me había contado todo con respecto a su enfermedad, se estaba recuperando. Poco a poco, pero, lo estaba haciendo.

Y respecto a mí, la terapia ya no era tan seguida. Salazar estaba contento con mi recuperación. Sabía que había cosas que aún debía recordar, pero mi vida ya estaba tomando forma.

Fui a la cocina y preparé el desayuno. Ya había vuelto a la universidad, y si bien, me había atrasado académicamente, el rector me ayudó a buscar soluciones.

Cuando mi madre se levantó, ya tenía todo listo. Minutos después apareció Noelia. Nos sentamos y empezamos a comer en silencio. Casi estábamos terminando cuando empecé a hablar.

─ Mamá… ─ Dudé. ─ Mamá… ¿Quién es Aysel?

Mi madre casi se atragantó con el desayuno. Observé a mi hermana y deduje que quería decir algo.

─ Podemos hablarlo, en cuanto terminemos hijo.

No objete nada. Devoré mi desayuno. Después, salimos hacia el pequeño jardín ubicado en la puerta de la casa.

─ Aysel… ¿Qué recordaste de ella?

─ No mucho…realmente no estoy segura. ¿Era mi novia?

─ Sí, lo era. La quisiste mucho.

─ ¿Dónde está? ─ Pregunté con interés. Realmente quería saber de ella. Especialmente porque cada vez que recordaba algo de ella, una sensación cálida me invadía.  

─ No tengo información respecto a eso hijo. Terminaron, así que no creo que la vuelvas a ver.  

─ ¿Por qué?

─ No podría responder eso hijo.

No entendía porque habíamos terminado si parecíamos tan felices juntos.

─ Ya lo recordarás. No te apresures.

─ Mamá, recuerdas a Karina o Lorena.  ─ Mencioné, no había tenido mucho interés en saber quiénes eran, pero si quería saber algo más de Aysel necesitaba cambiar el rumbo de la conversación.

─ Oh hijo, realmente no se quienes fueron ellas.

Desde donde estábamos logramos divisar a Óscar. Mamá se levantó y abrió la puerta.

Me acerqué hasta ellos, quería saber más de Aysel, y al parecer hablar de ella generaba cierta incomodidad en mi familia. Mamá ingresó a casa dejándonos solos así que empecé con algunas preguntas. Esperaba que Óscar realmente me ayudara.

─ Karina, tu primera novia. No la conocí, pero me contaste algo de ella. Y Lorena, bueno; tu historia con ella fue larga y complicada, es un alivio que ya no estas con ella. A diferencia de Lorena, a Karina la quisiste mucho, era bastante buena. Estuviste a punto de presentarla a tu familia.

─ Y Aysel.

Óscar me observó, parecía no querer responder.

─ Quiero saber sobre Aysel. ─ Dije.  

─ ¿Aysel?

─ Sí. ¿Fue mi novia?

─ Sí, lo fue.  

─ ¿Y dónde está?

─ Bueno… ─ Óscar dudaba en responder. ─ Bueno… terminaron.

─ ¿Por qué?

─ Daniel, no puedo saber todo de tu vida. Recuerda somos amigos no confidentes. Y somos hombres no mujeres, no contamos detalles, solo la historia.

 ─ No te enojes. Solo preguntaba. ─ Traté de restarle importancia. No había tenido éxito.  




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