Amores Verdaderos: Te Encontré

CAPÍTULO 27

Cinco años después.

AYSEL

─ ¿Quieres jugar?

─ Sí, mamá.

─ Muy bien, sube con cuidado hija. No vayas a caerte. ─ Mamá se agachó y me ubiqué detrás de su espalda y enredé mis brazos alrededor de su cuello.  ─ ¿Estás lista?

─ Sí mamá. ─ Mamá se levantó y empezó a correr por todo ese lugar. Cerca de ahí había un lago y muchas flores. Mis ojos se posaron en una persona conocida. ─ ¡Papá! ¡papito! ─ Grité y mamá giró buscando a la persona que llamaba. Aún conmigo en su espalda ella empezó a correr, mi padre también venía en nuestra dirección, en cuanto llegamos, mi padre me tomó en brazos, no dudé en abrazarlo y llenarlo de besos. ─ ¡Papito! ¡Te extrañé mucho! ─ Papá también me abrazó, luego se acercó a mi mamá y nos abrazamos los tres.

─ ¿Cómo han estado? Las extrañe muchísimo.

─ Mi amor ¡estas aquí! ─ Mamá estaba muy feliz, tan feliz como yo. ─ Vamos a casa. Debes estar cansado.

─ Está bien vamos. 

Los tres nos subimos al auto y después de llegar a casa me escabullí detrás de los sillones para jugar, mis padres no se habían percatado de ello, los escuché sentarse y empezaron a hablar.

─ ¿Cómo te fue? ─ Preguntó mamá.

─ Bastante bien cariño ¡conseguí el contrato!

─ ¡Felicitaciones! ¡Estoy tan feliz por ti! ─ Escuché algunos sollozos de parte de mamá. ─ Te extrañé mucho, este mes fue muy largo sin ti.

─ Pronto volveremos a estar juntos. Solo necesito organizar los nuevos contratos, entonces podremos irnos juntos. Sabes que tampoco soporto estar lejos de ustedes, son mi vida.

─ ¿Cuándo te irás?

─ En tres días.

Me sentí triste otra vez. Papá se iba de nuevo.  

─ Está bien, aprovecharé lo que nos queda de tiempo. Tengo una noticia muy importante. ─ Mamá hablaba con evidente felicidad. ─ ¡Estoy embarazada!

No pude ver la reacción de mis padres.

─ ¡Tendremos otro hijo! Cariño, me haces tan feliz.

─ Aún no le mencioné nada a nuestra pequeña ¿se sentirá feliz?

─ Cariño, sabes que nuestra hija siempre ha querido un hermano ¡estará feliz y contenta!

¿Un hermano? Tapé mi boca para no soltar gritos de felicidad. ¡Tendría un hermano para cuidar y jugar!

─ Vamos a llamarla. Es momento de que también lo sepa.

Sentí que mamá se había levantado, los pasos indicaban que se dirigía hacia la segunda planta. Con sigilo volví a escabullirme, hasta el cuarto de baño.

─ ¡Aysel! ¡Aysel! Cariño ¿Dónde estás? ─ Llamó mamá.

─ ¡Mamá! ─ Respondí dirigiéndome hacia ellos como si no supiera nada.

Los dos me explicaron que pronto tendría un hermano, no cabía de felicidad.

 

Desperté exaltada.

Nuevamente habían regresado estos sueños.

Mi vida había cambiado un poco, habían pasado cinco años, cinco largos años.

Ya había terminado mi carrera y por el momento trabajaba con Gustavo como asistente en su empresa. Era un buen maestro y me enseñaba todo lo relacionado a sus empresas.

Desde hace tres años vivía sola, Gustavo no se opuso, además, Andrés, había decidido vivir con su padre.

Me tomé unos minutos antes de levantarme e ir al baño para asearme, me apresuré a realizar todo y ya estaba preparando mi desayuno.

Ocasionalmente visitaba a mis padres y hermano, pero, no me atrevía aún a regresar. Quería mucho a mi hermano y solía comunicarme muy seguido con él. Al igual que solía comunicarme con mis padres.

Mi celular vibró en mi bolsillo, mamá estaba llamando.

 

─ Mamá ¿cómo estás?

─ Aysel, hija. Nosotros estamos muy bien, gracias. Benjamín está conmigo. ─ En el fondo se podía escuchar la voz de Benjamín diciendo algo que no llegué a escuchar. ─ ¿Tomaste tus medicamentos?

─ Sí, mamá. ─ Sí había estado tomando mis medicamentos, pero, últimamente ya no solían tener efecto. Los sueños habían sido mucho más recurrentes, lo mismo con los dolores de cabeza. Incluso algunas veces había tenido que incrementar un poco las dosis.

─ Muy bien hija, hoy pasaré a enviarte los medicamentos. No olvides tomarlos. Todo está bien ¿verdad?

─ Sí, gracias, mamá.

─ Cuídate, te queremos.

 

Parecía que nunca dejaría de ingerir medicamentos.

Terminé de comer, lavé, limpié y fui por mi bolso para salir. Al abrir la puerta fui sorprendida con un beso.




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