AYSEL
─ ¿Estas segura de que quieres ingresar?
─ Sí. Y por favor no me mires así, siempre hay una primera vez.
─ Estoy empezando a desconocerte, pero, tienes razón. ─ Teo colocó su mano en mi cintura y juntos ingresamos al gran salón de fiestas de la empresa. Todos los trabajadores celebraban el nuevo contrato que indicaba que pronto se construiría un nuevo local, nunca fui amante de las fiestas, pero, hoy quería divertirme y olvidar el mal momento que había pasado durante la reunión.
Tal como lo había pensado, Sonia, no era solo una secretaria, era algo más…era su prometida.
Y solo en este momento me daba cuenta de la terrible persona que yo era. Teo no se merecía esto. No podía indignarme por alguien de mi pasado, debería estar feliz. Daniel pronto se casaría, sin embargo, el corto momento que habíamos pasado en mi oficina me llevó a sentir cosas que creí olvidadas.
Mi mente se encontraba trabajando a mil para hilar alguna idea apropiada, una vez más me daba cuenta de que no era nuestro destino estar juntos, Daniel había continuado con su vida, pronto formaría una familia. Y en lugar de alegrarme por él, deseaba poder estar en el lugar de Sonia.
No había nada que reclamarle, yo había hecho lo mismo. Tenía a Teo en mi vida. Y aunque no habíamos planeado casarnos, nuestra relación era bastante estable.
Juntos avanzamos hasta una mesa vacía, en el centro se podía ver a varias parejas bailando.
─ Estas distraída, cariño.
─ No, simplemente el ambiente es extraño. ─ Mencioné.
─ Iré por unos tragos. ─ Teo fue hacia la barra. El ambiente se sentía agitado, y yo tenía ganas de regresar a casa.
“¡Mamá!¡Mamá por favor no te vayas! ¡¡Mamá!!¡Mamá tengo miedo!”
Me tapé los oídos, podía escuchar claramente a una niña gritando. Observé a los presentes, ninguno parecía alterado. Traté de levantarme, pero me sentía mareada. Mis manos estaban temblando.
Mi vista se dirigió hacia la puerta de entrada, Sonia y Daniel, venían tomados de la mano, no me vieron, se dirigieron hacia una de las mesas que ocupaban algunos socios de la empresa.
“¡Dan!¡Dan! Por favor…mamá no te vayas”
Escuchaba a la misma niña gritando y susurrando.
Volteé asustada, me levanté dispuesta a buscar a la dueña de aquellos llamados, sin embargo, Teo había regresado.
─ ¿Qué pasa cariño?
─ ¿Escuchas? Una niña está gritando.
─ No. Deben ser efecto de sonido de la música. ¿Quieres bailar?
─ No, la pequeña está gritando, debe estar en problemas. Vamos a ayudarla, por favor.
─ Cálmate por favor, toma algo, tal vez se te quiten los nervios. ─ Me ofreció uno de los vasos. Dude, pero mis nervios estaban a mil. Bebí la bebida, era muy amarga. Volví a sentarme, tenía que regular mi respiración y concentrarme en escuchar de nuevo a la niña.
El tema que estaba tan de moda y que muchas de mis compañeras de trabajo bailaban finalizó, en su lugar sonó un tema romántico. Teo me propuso bailar, ambos nos ubicamos cerca a nuestra mesa, yo no bebía usualmente, y ya llevaba dos vasos así que me sentía ligeramente mareada.
Ambos bailábamos, abrazados, al ritmo de la suave música.
“Había una reja delante de mí, la puerta estaba cerrada y quería salir, quería que mamá se quedará. Tenía un mal presentimiento.”
Me sobresalte frente a la imagen que visualizaba. ¿Qué era eso?
─ ¿Estas bien? Te ves muy pálida.
─ Sí, sí. Creo que es el calor y la bebida, creo que deberíamos descansar. Vamos a sentarnos. ─ Teo se disponía a ayudarme a regresar a nuestra mesa.
─ ¡Hola! ─ Escuchamos la voz de una mujer detrás nuestro. Ambos volteamos.
─ Señorita Sonia. Que gusto volver a verla. ─ Mencioné al verla. Sonia se encontraba abrazada por Daniel.
─ Sí, una linda coincidencia.
No supe que más decir. Fueron segundos incómodos.
─ Teo te presento a Sonia y Daniel.
─ Mucho gusto, Teo. ─ Mencionaron ambos, los tres se dieron la mano.
─ Bueno, ya que somos cuatro, ¿no les gustaría venir a nuestra mesa? ─ Sonia señaló una de las esquinas del local.
─ Por supuesto ¿vamos cariño? ─ Alentó Teo.
─ ¿Cariño? ─ Preguntó Daniel.
─ Sí, Aysel es mi novia. ─ Aclaró Teo.
─ Felicidades, Daniel es mi prometido, creo que ahora tenemos muchas más cosas para conversar. ─ Sonia sonreía, era una mujer muy linda.
Los cuatro nos dirigimos hacia la mesa. Conversamos de temas superficiales, a pesar de que no quise hacerlo, en varias ocasiones no pude evitar observar a Daniel.
─ ¿Piensan casarse? ─ Pregunto Sonia, mientras degustaba de su bebida.
Editado: 29.10.2022