DANIEL
─ ¿Dónde estabas? Ayer no pude localizarte. ─ Me preguntó Sonia en cuanto salí de mi habitación.
─ Tuve algunos asuntos que atender.
─ ¿Con la empresa?
─ No.
─ ¿Entonces?
─ Sonia… necesito hablar contigo. ─ Dije, sabiendo que quizá le haría mucho daño.
─ ¿Qué sucede? ¿Pasó algo con el contrato?
─ Podemos hablar en tu habitación, por favor.
─ Esta bien, vamos.
Fui detrás de Sonia esperando tener el coraje suficiente para hablar de esto. Ella abrió la puerta e ingresó primero. Tomé aire antes de ingresar y cerré la puerta detrás de mí.
Alguna vez le había hablado de Aysel, aunque jamás le había mencionado su nombre. Ahora, pensaba en la manera en que debía iniciar con mi monólogo.
Sonia se detuvo en medio de la habitación y volteó a verme. Podía ver por su expresión que desconocía de lo que iba hablarle.
Volví a tomar aire y le señalé las mesitas, ambos nos sentamos, segundos después empecé a relatarle todo, incluyendo la manera en que me sentía ahora.
[***]
Ya estábamos aterrizando.
Todos los contratos que debíamos firmar estaban más que listos así que ya regresábamos a nuestro país.
Sonia no iba a mi lado. Ambos regresábamos en vuelos diferentes. Sin embargo, nuestra conversación no había sido mala.
Descendí del avión junto a otros pasajeros, esperé por mis maletas y salí, afuera me esperaba Óscar.
Me vio sorprendido cuando me vio no llegar solo. Volteó a diferentes lados para ver a Sonia, seguramente. Cuando llegué hasta él nos saludamos con un abrazo, después subí al auto. Sonia no tardaría mucho más así que la esperaríamos ahí.
─ Entonces…no me dirás que pasó ¿verdad?
─ Lo haré, pero no ahora. ─ Murmuré. ─ No estoy listo. ─ Y volví a revisar mi celular por millonésima vez, desde hacía muchas horas no había logrado comunicarme con Aysel.
─ Estas muy distraído.
─ Lo estoy.
─ Daniel, ¿qué sucedió?
─ He terminado con mi compromiso.
Óscar no dijo nada. Se limito a estudiarme.
─ ¿No dirás nada? ─ Pregunté hastiado de la tensión del ambiente.
─ No.
No presté mucha atención a su respuesta y volví a escribir un mensaje para mi pequeña.
No esperamos mucho más cuando divisamos a Sonia a lo lejos. Ambos bajamos del auto y fuimos a su encuentro. Nos saludamos parcamente, luego regresamos al auto con sus maletas y después de acomodar los equipajes, subimos, llevándola primero a su casa.
Después retomamos el camino con dirección a casa. Mamá estaba en la sala tejiendo una bufanda. Cuando nos vio se levantó y nos dio un abrazo a cada uno. Habíamos llegado a la hora del almuerzo, así que después de ubicar los utensilios, nos ubicamos en los asientos.
─ ¿Tuviste un buen viaje, hijo?
─ Sí, mamá.
─ Me alegra escuchar eso. ¿Sonio no vino contigo?
Revolví mi tenedor.
─ No mamá. ─ Respondí finalmente.
─ Es una pena. Le había preparado algunos postres especialmente para ella. ¿Vendrá más tarde?
─ No estoy seguro mamá.
No hablamos más.
Después del almuerzo y de lavar y organizar los utensilios, ya estábamos revisando algunos planos. Escuchamos el sonido de la puerta y unos estruendosos pasos nos indicaron que mi querida hermanita ya estaba aquí.
Apenas reaccioné cuando Noelia se abalanzó sobre mí para darme un abrazo con mochila incluida.
─ ¡Hermano!
─ Querida Lia. No puedes correr así. ─ Le reclamé en broma.
─ Claro que puedo. ─ Respondió. ─ ¡Hermano dos! ─ Y saludó de la misma manera a Óscar.
─ ¿Qué me trajiste? ─ Preguntó muy ilusionada.
Rodé los ojos antes de voltear detrás de mí entregarle una cajita envuelta en papeles de colores.
─ ¡Gracias! ¡Te quiero!
Y así como llegó, se fue.
No vi a mi hermana el resto de la tarde sino hasta la cena.
─ ¿Papá no vendrá?
─ No tardará mucho. Pero, vayamos cenando. ─ Mamá ubicaba los platos alrededor de la mesa. Noelia los cubiertos.
─ Esta bien mamá. ─ Noelia daba vueltas alrededor de la cocina. ─ ¡Huele delicioso! Tengo a los mejores hermanos cocineros.
─ Aunque el mejor soy yo. ─ Refutó Óscar. ─ ¿Verdad, Lia?
─ Sí, eres bueno…
─ ¡Eso es trampa! ─ Les grité a ambos viendo que estaban negociando algo en secreto.
Editado: 29.10.2022