Amores Verdaderos: Te Encontré

CAPÍTULO 32

AYSEL

─ No hagas mucho ruido hija.

─ Sí, mamá, no lo haré. Además, no creo que mi hermanito se despierte.

─ Está bien hija. No tardaré en preparar el almuerzo. Papá no tardará mucho y vendrá con el abuelo.

─ ¡Sí!

Mamá se fue a la cocina dejándome en medio de la sala con mi hermanito durmiendo. Puse a muy bajo volumen las canciones que me gustaba escuchar. Entonces recordé que había olvidado una de mis muñecas en el jardín así que salí sigilosamente para no despertar a Benjamín.

Susan, la amiga de papá y mamá estaba en medio. Hablaba en voz baja, yo continuaba caminando sigilosamente, sin embargo, fue imposible no escuchar parte de su conversación.

 

─ ¿Estas seguro que todo está listo?

Silencio.

─ No quiero que vuelvas a fallar.

Silencio.

─ ¡Cómo que no! Ya te equivocaste una vez ¿lo olvidaste? No quiero errores.

Silencio.

─ Esta bien, esta bien. Confío en ti.

Silencio.

─ Muy bien, realiza la llamada dentro de diez minutos. Ni más ni menos.

Silencio.

─ Sí, ya te dije. No quiero que regrese, no quiero volver a verla. Te llamaré más tarde, adiós.

 

Susan guardó el celular e ingresó a casa nuevamente sin percatarse de mi presencia. No presté mucha atención. Vislumbré a linda muñeca, la recogí y regresé a casa corriendo.

Mi hermanito seguía durmiendo así que fui a la cocina, me había antojado de un poco de fruta.

─ Mamá ¿puedo comer un poco? ─ Pregunté señalando los racimos de uva.

─ Claro que sí, hija. ─ Mamá separó un poco del fruto y lo colocó sobre un recipiente pequeño. ─ Toma hija, ve a la sala.

─ Esta bien mamá, gracias.

Regresé y empecé a comer, sin embargo, me sentía inquieta. Benjamín seguía durmiendo así que no podía incrementar el volumen de la música. Me puse a tararear un poco, de repente, mamá pasó por mi lado corriendo apresuradamente. No entendía que pasaba, salvo que mamá estaba al borde de las lágrimas, así que me empecé a asustar. Mamá le decía algo a Susan que también corría apresuradamente detrás de mamá. Luego se dirigió a mí. Yo trataba de decir algo, quería que mamá no me dejara sola, que no saliera, pero no me escuchó, fue entonces que mamá dijo que necesitaba ir a ver a papá porque él necesitaba ayuda.

Me quedé inmóvil unos segundos viéndola salir y correr, entonces el celular de Susan empezó a sonar a gran volumen, Benjamín despertó asustado y empezó a llorar.

Nuevamente volví a escuchar parte de su conversación.

 

─ Sí, muy bien. Lo hiciste bien.

Silencio.

─ He sido muy clara. No quiero que regrese.

Silencio.

─ Haz lo que tengas que hacer, pero, creo que ya lo hablamos.

Silencio.

─ Y no olvides el anillo, lo quiero.

Silencio.

─ Puedes llevar lo demás, pero, el anillo lo quiero yo. Y no olvides, no quiero que regrese. Llámame para confirmarme todo.

 

No había comprendido mucho, pero, pronto mi inquietud se convirtió en preocupación, salí de mi trance y corrí apresuradamente hacia la puerta de salida, pero mamá la había asegurado. Empecé a gritar esperando que mamá regresara, tenía mucho miedo, pero, ella no me escuchaba así que empecé a gritar por Dan, esperaba que pudiera ayudarme a salir y buscar a mamá.

Pero no fue así, solo Susan llegó detrás de mí con mi hermanito en sus brazos llorando inconsolablemente. Trató de calmarme, pero cada palabra suya me asustaba más. Una de mis vecinas, a la que llamaba “abuelita” pasó por ahí y trató de consolarme, yo solo le pedía que buscara a mamá. Ambas lograron hacerme ingresar a casa. Después de que logré contener mis lágrimas fui a lavarme la cara, entonces el celular de Susan volvió a sonar, ella estaba muy concentrada en tranquilizar a Benjamín y en responder la llamada que no reparo en mí.

 

─ ¿Estás seguro?

Silencio.

─ Muy bien, tienes el anillo ¿verdad?

Silencio.

─ Te veo más tarde.

 

No entendía las constantes llamadas que recibía, pues normalmente cuando estaba con nosotras su celular sonaba en muy pocas ocasiones.




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