Capítulo 1: Nuevos Horizontes

El sol de la tarde se filtraba entre las hojas de los árboles mientras el autobús avanzaba por el estrecho camino de tierra. Marina observaba por la ventana, dejando que el paisaje montañoso reemplazara, aunque fuera por un momento, los pensamientos dolorosos que la habían acompañado durante semanas. Al llegar al campamento, un nudo de nerviosismo y esperanza se formó en su estómago. Este era su intento de escapar, de encontrar algo nuevo y diferente.

El autobús se detuvo en una amplia explanada rodeada de cabañas de madera. Los campistas comenzaron a descender, cargando mochilas y maletas, y Marina siguió el flujo, sintiendo la brisa fresca y el olor a pino. La directora del campamento, una mujer enérgica llamada Laura, los recibió con una sonrisa cálida y un entusiasmo contagioso.

—¡Bienvenidos al Campamento Horizonte! —dijo Laura, elevando la voz para ser escuchada sobre el murmullo de los recién llegados—. Estoy segura de que vamos a tener un verano increíble lleno de aventuras y nuevas amistades.

Marina escuchaba con atención mientras Laura explicaba las reglas del campamento y el horario de actividades. A su alrededor, los otros campistas también parecían emocionados, charlando entre ellos y haciendo preguntas. A un lado, Marina notó a un chico alto con cabello oscuro que se mantenía apartado, mirando hacia el bosque con una expresión distante. Algo en su postura le pareció familiar, una especie de muro invisible que también había construido alrededor de sí misma en las últimas semanas.

—Marina, ¿cierto? —La voz de Laura la sacó de sus pensamientos—. Tú estarás en la cabaña número cinco. ¡Espero que te guste!

Marina asintió y agradeció, siguiendo las indicaciones hacia su cabaña. El lugar estaba acogedor, con literas de madera y ventanas que dejaban entrar la luz natural. Compartiría la cabaña con tres chicas más: Sofía, una chica extrovertida y alegre; Camila, que parecía muy interesada en la fotografía; y Emma, un poco más reservada, pero con una sonrisa amable.

—¡Hola! —dijo Sofía, lanzándose a un abrazo improvisado—. ¡Qué bueno conocerte! Vamos a ser las mejores amigas este verano, ya lo verás.

Marina se sorprendió por la efusividad de Sofía, pero sonrió agradecida. Pronto se sintió un poco más relajada mientras desempaquetaba sus cosas y charlaba con sus compañeras de cabaña sobre sus expectativas para el campamento.

Esa noche, después de la cena, todos se reunieron alrededor de una gran fogata. Las llamas crepitaban, enviando chispas al cielo oscuro, y la atmósfera estaba cargada de emoción y novedad. Marina se sentó junto a Sofía y las demás chicas de su cabaña, observando a los demás campistas. Fue entonces cuando vio nuevamente al chico distante. Estaba sentado solo, un poco apartado del grupo, con la mirada fija en el fuego.

Sofía notó su mirada y le dio un codazo suave.

—Ese es Lucas —susurró—. Parece un poco distante, ¿verdad? Dicen que ha venido aquí otros veranos, pero nunca habla mucho con nadie.

Marina asintió, intrigada. Sin saber por qué, se levantó y se acercó a donde Lucas estaba sentado. Quería presentarse, quizá hacer un nuevo amigo. Se sentó a su lado, manteniendo una distancia respetuosa.

—Hola, soy Marina —dijo, intentando sonar amigable.

Lucas levantó la mirada por un instante, sus ojos reflejando las llamas de la fogata.

—Hola —respondió en un tono neutral, volviendo a mirar el fuego.

Marina sintió una punzada de decepción, pero no se dejó desanimar.

—Es mi primer verano aquí. Todo esto es bastante nuevo para mí.

Lucas asintió ligeramente, sin apartar la vista del fuego. Marina decidió no presionar más y simplemente disfrutó del calor de la fogata y la tranquilidad del momento. Aunque Lucas no parecía interesado en conversar, había algo en su soledad que le resultaba familiar y, de alguna manera, reconfortante.

Con el tiempo, Marina esperaba que ambos pudieran encontrar en el otro una chispa de conexión, por pequeña que fuera. Pero por ahora, estaba contenta de estar en un lugar nuevo, rodeada de personas nuevas, y con la promesa de un verano lleno de posibilidades por delante.