El sol brillaba alto en el cielo cuando Marina salió de la cabaña, preparada para otro día de actividades en el Campamento Horizonte. Sentía una creciente sensación de paz y satisfacción después de sus recientes interacciones con Lucas y sus nuevas amigas. El campamento había comenzado a sentirse como un verdadero refugio, un lugar donde podía dejar atrás sus problemas y enfocarse en su bienestar.
Marina se dirigía al comedor para el desayuno cuando escuchó su nombre siendo llamado a lo lejos. Se giró y vio a Emma corriendo hacia ella, con una expresión de sorpresa y preocupación en su rostro.
—Marina, tienes que venir —dijo Emma, respirando con dificultad—. Hay alguien en la entrada del campamento que está preguntando por ti.
Marina sintió un nudo en el estómago. Sus pensamientos se arremolinaron rápidamente mientras seguía a Emma hacia la entrada del campamento. A medida que se acercaban, la figura alta y familiar de Alex se hizo visible. Estaba allí, con una expresión decidida, esperando verla.
—Alex, ¿qué estás haciendo aquí? —preguntó Marina, tratando de mantener la calma a pesar de la tormenta de emociones que sentía.
—Marina, teníamos que hablar. No podía dejar que todo terminara así. Necesitaba verte, explicarte —dijo Alex, su voz cargada de urgencia.
Marina miró alrededor y vio a varios campistas observando la escena, incluyendo a Sofía, Camila y Lucas, que estaban de pie a una distancia prudente pero claramente atentos. Se sintió abrumada por la situación, deseando que todo desapareciera.
—¿Podemos hablar en privado? —preguntó Alex, notando la atención que estaban atrayendo.
Marina asintió y lo guió hacia una zona tranquila cerca del lago, donde podrían hablar sin ser escuchados. Se detuvieron junto a la orilla, y Alex se volvió hacia ella, sus ojos llenos de una mezcla de arrepentimiento y desesperación.
—Marina, sé que he cometido muchos errores. Sé que te hice daño, y lo siento más de lo que puedes imaginar. Pero no puedo dejar que todo termine así, sin luchar por nosotros —dijo Alex, acercándose un poco más.
—Alex, no se trata solo de luchar. Se trata de entendernos, de respetarnos. Y durante mucho tiempo, eso faltó en nuestra relación —respondió Marina, sintiendo las lágrimas amenazando con salir.
—Lo sé, y estoy dispuesto a cambiar. Por favor, dame una oportunidad más para demostrarte que puedo ser mejor, que podemos ser felices juntos —suplicó Alex, tomando sus manos.
Marina miró sus manos entrelazadas, sintiendo el peso de su pasado juntos. Recordó los buenos momentos, pero también el dolor y la inseguridad. Sabía que tomar una decisión no sería fácil.
—Alex, he cambiado mucho desde que llegué aquí. He aprendido a valorarme, a buscar lo que realmente necesito. No sé si volver sería lo correcto para mí ahora —dijo Marina, soltando suavemente sus manos.
Antes de que Alex pudiera responder, escucharon pasos acercándose. Lucas apareció, con una expresión cautelosa pero decidida.
—Marina, ¿todo está bien? —preguntó, mirando a Alex con desconfianza.
—Sí, Lucas. Solo estamos hablando —respondió Marina, agradecida por su presencia.
Alex miró a Lucas, dándose cuenta de la conexión entre ellos. Su expresión se endureció, y dio un paso atrás.
—¿Él es la razón por la que dudas en volver? —preguntó Alex, con un tono amargo.
—No se trata de él, Alex. Se trata de mí, de lo que necesito para ser feliz y estar en paz conmigo misma —respondió Marina firmemente.
Alex suspiró, bajando la cabeza. Después de un momento de silencio, levantó la vista y dijo:
—Si esto es lo que realmente quieres, lo aceptaré. Solo quiero que seas feliz, Marina.
Marina sintió una mezcla de alivio y tristeza. Ver a Alex partir significaba cerrar un capítulo importante de su vida, pero también abrir la puerta a nuevas posibilidades.
—Gracias, Alex. Cuídate —dijo, viéndolo alejarse.
Lucas se acercó y le puso una mano en el hombro, ofreciendo su apoyo silencioso. Marina se volvió hacia él, sintiendo una renovada sensación de calma.
—Gracias por estar aquí —dijo, con una sonrisa.
—Siempre —respondió Lucas, con una calidez en su mirada que le hizo sentir que, a pesar de los desafíos, estaba en el lugar correcto, con la gente correcta.