Las luces tenues del hospital parpadeaban suavemente mientras la noche se adentraba en sus horas más oscuras. Lucas permanecía al lado de la cama de Marina, sosteniendo su mano y observando los monitores que mostraban su ritmo cardíaco. Marina parecía descansar en paz, pero la preocupación en el rostro de Lucas no disminuía.
—Lucas... —susurró Marina, despertando de un breve sueño.
—Estoy aquí, Marina. ¿Cómo te sientes? —preguntó él, con una mezcla de preocupación y esperanza.
—Cansada... pero mejor ahora que estás aquí —respondió ella, ofreciendo una débil sonrisa.
De repente, el monitor comenzó a emitir un pitido más rápido y fuerte. Lucas miró con horror cómo el ritmo cardíaco de Marina se aceleraba de manera alarmante.
—¡Marina! —gritó Lucas, sintiendo el pánico apoderarse de él.
Las enfermeras y los médicos entraron rápidamente en la habitación, moviéndose con una eficiencia desesperada. Lucas fue empujado hacia un lado mientras los profesionales se agrupaban alrededor de Marina, tratando de estabilizarla.
—¡Necesitamos un desfibrilador aquí, rápido! —gritó uno de los médicos.
Lucas observó, impotente, mientras los médicos intentaban reanimar a Marina. Los segundos se estiraban como horas mientras los intentos de reanimación continuaban. Los médicos aplicaron una descarga eléctrica, y el cuerpo de Marina se arqueó ligeramente.
—Vamos, Marina, por favor... —murmuró Lucas, sintiendo una creciente desesperación.
El monitor mostró una línea plana por un instante eterno. Lucas sintió que el mundo se desmoronaba a su alrededor.
—¡Otra vez! —ordenó el médico, y aplicaron una segunda descarga.
De repente, el monitor mostró un latido débil, y luego otro. El ritmo cardíaco de Marina comenzó a estabilizarse, y un suspiro colectivo de alivio llenó la habitación. Lucas se dejó caer en una silla cercana, con el corazón latiendo frenéticamente.
—Hemos logrado estabilizarla por ahora —dijo uno de los médicos, mirando a Lucas—. Pero necesita descanso y monitoreo constante.
Lucas asintió, pero el alivio fue breve. La intensidad del episodio y la cercanía de la pérdida lo golpearon con toda su fuerza. La habitación comenzó a girar a su alrededor, y sintió que le faltaba el aire.
—No... no puedo... —balbuceó Lucas, sintiendo una ola de pánico apoderarse de él.
Antes de que alguien pudiera detenerlo, salió corriendo de la habitación, buscando aire fresco. Corrió por los pasillos del hospital, sin rumbo fijo, hasta que encontró una puerta que daba a un pequeño jardín. Salió tambaleándose, respirando entrecortadamente mientras se apoyaba contra una pared.
—Lucas, cálmate... respira... —se dijo a sí mismo, tratando de recuperar el control.
Pero los recuerdos del episodio de Marina seguían repitiéndose en su mente. La visión de ella al borde de la muerte, la impotencia que sintió al no poder ayudarla, todo se mezclaba en una tormenta de emociones.
Unos minutos después, una enfermera salió al jardín, encontrando a Lucas en estado de angustia.
—Lucas, sé que esto es difícil. Marina está estable ahora. Pero necesitamos que estés fuerte para ella —dijo suavemente, intentando calmarlo.
Lucas asintió débilmente, intentando regular su respiración. Sabía que la enfermera tenía razón, pero el peso de la situación era abrumador.
—Gracias... solo... necesitaba un momento —respondió Lucas, esforzándose por mantener la compostura.
Después de unos momentos más en el jardín, Lucas se levantó y regresó al interior del hospital. Caminó lentamente de regreso a la habitación de Marina, con la determinación de estar a su lado, sin importar cuán difícil fuera.
Al entrar, vio a Marina dormida, con una expresión de paz en su rostro. Se acercó a la cama, tomó su mano nuevamente y se sentó a su lado.
—No voy a dejarte, Marina. Vamos a superar esto juntos —murmuró, sintiendo una renovada fuerza.
Mientras la noche avanzaba, Lucas permaneció vigilante, observando a Marina y prometiéndose a sí mismo que no dejaría que el miedo y la desesperación lo vencieran. Su amor por ella era más fuerte que cualquier tormenta, y estaba decidido a luchar por su futuro juntos, sin importar los desafíos que enfrentaran.