Amores y descantos

Capítulo 19: El Arte de Ser Poeta

 

El invierno finalmente había llegado a Nueva York, cubriendo la ciudad con un manto blanco de nieve. Para Marina, los días se habían vuelto más cortos y las noches más largas, pero su pasión por la poesía la mantenía ocupada y motivada. Cada poema era un testimonio de su resistencia y una forma de conectarse con sus emociones más profundas.

Una tarde, mientras revisaba sus escritos en la calidez de su habitación, recibió una llamada inesperada. Era de la biblioteca local, donde había dejado algunos de sus poemas para un concurso literario.

—¡Marina! —dijo la voz alegre al otro lado del teléfono—. Queríamos informarte que has ganado el primer lugar en nuestro concurso de poesía. Tus palabras conmovieron a todos los jueces. Nos encantaría que vinieras a leer tus poemas en nuestra próxima velada literaria.

Marina sintió una oleada de emoción y nerviosismo. La idea de leer sus poemas en público era a la vez aterradora y emocionante.

—Gracias —respondió, tratando de mantener la calma—. Me encantaría asistir.

Durante los días siguientes, Marina se preparó para el evento. Practicó la lectura de sus poemas en voz alta, tratando de transmitir la misma emoción que había sentido al escribirlos. La velada literaria se llevó a cabo en una acogedora sala de la biblioteca, con estantes llenos de libros y una pequeña tarima en el centro.

Cuando llegó el día, Marina se vistió con su mejor ropa y se dirigió a la biblioteca. Al entrar, se sorprendió al ver a tanta gente reunida. Había otros poetas, amigos, familiares y amantes de la literatura, todos esperando escuchar las palabras que ella había escrito.

La presentación comenzó, y varios poetas subieron al escenario para compartir sus trabajos. Finalmente, llegó el turno de Marina. Se acercó a la tarima con el corazón latiendo con fuerza, pero cuando vio las caras amables en el público, sintió una ola de confianza.

—Buenas noches a todos —comenzó—. Mi nombre es Marina, y hoy quiero compartir con ustedes algunos de los poemas que he escrito en los últimos meses. La poesía ha sido un refugio para mí, una manera de enfrentar mis miedos y encontrar esperanza en medio de la adversidad.

Marina abrió su cuaderno y comenzó a leer. Su voz era clara y llena de emoción, y cada palabra resonaba profundamente en la sala. Leyó sobre el amor y la pérdida, sobre la lucha y la esperanza. Uno de los poemas más aclamados fue:

```
En cada línea, en cada verso,
encuentro un pedazo de mi ser.
La poesía es mi consuelo,
mi forma de sanar y de creer.

Escribo para no olvidar,
para recordar lo que he vivido.
Cada palabra es un suspiro,
cada estrofa, un latido.

Aunque el dolor sea profundo,
y la distancia nos separe,
en mis versos te encuentro,
mi amor, mi único amparo.
```

Cuando terminó, la sala estalló en aplausos. Marina sintió una mezcla de alivio y felicidad. Había compartido su alma con extraños y, en el proceso, había encontrado una nueva forma de conexión.

Después de la lectura, varias personas se acercaron a felicitarla y a compartir sus propias experiencias con la poesía. Una de ellas era la mujer mayor que había conocido en el parque.

—Sabía que tus palabras tocarían corazones —dijo la mujer, sonriendo—. Nunca subestimes el poder de la poesía. Puede cambiar vidas.

Marina agradeció las palabras de aliento y se dio cuenta de que la poesía no solo había sido una forma de enfrentar sus propios demonios, sino también una manera de conectar con los demás. En ese momento, decidió que quería seguir escribiendo, no solo para ella misma, sino para todos aquellos que encontraran consuelo y esperanza en sus palabras.

La velada literaria marcó el inicio de una nueva etapa en la vida de Marina. Continuó escribiendo y compartiendo su poesía, participando en más eventos y conectando con otros escritores. Cada poema era una afirmación de su resiliencia, una prueba de que, a pesar de las dificultades, podía encontrar belleza y significado en el mundo.

El arte de ser poeta, descubrió Marina, no solo consistía en escribir con el corazón, sino también en tener el valor de compartir esas palabras con el mundo, sabiendo que podían tocar almas y cambiar vidas.




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