Amores y descantos

Capítulo 20: El Reencuentro (final del primer libro)

 

El invierno comenzaba a desvanecerse y las primeras señales de la primavera asomaban tímidamente en Nueva York. Marina había pasado los últimos meses dedicándose a la poesía, compartiendo sus escritos en diferentes eventos y ganándose un pequeño grupo de seguidores que admiraban su talento y su capacidad para expresar las emociones más profundas.

Una tarde, mientras revisaba su correo electrónico, encontró un mensaje que le aceleró el corazón. Era de Lucas.

"Marina, he estado pensando mucho en ti. Necesito verte. He decidido regresar a Nueva York por unos días. ¿Podemos encontrarnos?"

El corazón de Marina latía con fuerza mientras leía esas palabras. Habían pasado meses desde su última conversación, y aunque se mantenían en contacto, nada podía reemplazar la presencia física y el calor de un abrazo.

Marina respondió rápidamente, acordando encontrarse en el café donde solían pasar tiempo juntos antes de que todo cambiara. El día del encuentro, llegó temprano al café, su lugar favorito en la ciudad, y tomó asiento junto a la ventana, observando la calle llena de vida mientras esperaba a Lucas.

Finalmente, lo vio acercarse. Lucas estaba igual, pero había algo nuevo en su semblante, una mezcla de madurez y melancolía. Cuando sus ojos se encontraron, sintieron que todo el tiempo y la distancia que los había separado se desvanecían.

—Marina —dijo Lucas, con una sonrisa que no podía ocultar su nerviosismo.

—Lucas —respondió ella, levantándose para abrazarlo.

Se sentaron y comenzaron a hablar, compartiendo historias y poniéndose al día. La conversación fluyó naturalmente, como si nunca se hubieran separado. Hablaron de sus sueños, sus miedos y los retos que habían enfrentado en su tiempo separados. Pero a medida que avanzaba la tarde, Marina notó que Lucas parecía distraído, como si algo lo preocupara.

—Lucas, ¿qué sucede? —preguntó finalmente, tomándole la mano.

Lucas suspiró profundamente antes de responder.

—Marina, hay algo que necesito decirte. Algo que podría cambiarlo todo.

Marina lo miró, con el corazón en un puño.

—Dime, Lucas. No importa qué sea, podemos enfrentarlo juntos.

Lucas tomó un sorbo de su café antes de continuar.

—Mis padres... han estado presionándome para que me quede en Canadá y termine mis estudios. Me han ofrecido una oportunidad increíble que no puedo rechazar, pero eso significaría quedarme allí por mucho tiempo. No sé cómo manejar esto, Marina. No quiero perderte, pero tampoco puedo dejar pasar esta oportunidad.

Marina sintió una oleada de emociones contradictorias. Por un lado, quería apoyarlo y alentarlo a seguir sus sueños. Por otro lado, el miedo a perderlo de nuevo la abrumaba.

—Lucas, yo... entiendo. Quiero que sigas tus sueños, pero duele pensar en otra separación —dijo con lágrimas en los ojos.

Lucas se acercó y la abrazó con fuerza.

—Prometo que encontraremos una manera de estar juntos, Marina. No importa la distancia ni el tiempo. Nuestro amor es fuerte, y podemos superar esto.

El abrazo se prolongó, ambos aferrándose a la esperanza de un futuro juntos, a pesar de las incertidumbres que los acechaban. Después de un rato, salieron del café y caminaron por las calles de Nueva York, disfrutando de la compañía del otro y del momento presente.

Al llegar la noche, se encontraron en un pequeño parque donde las luces de la ciudad creaban una atmósfera mágica. Se sentaron en un banco y contemplaron el horizonte.

—Marina, quiero darte algo —dijo Lucas, sacando un pequeño cuaderno de su mochila.

—¿Qué es? —preguntó ella, tomando el cuaderno.

—Es un diario. Pensé que podríamos escribir en él, como una forma de mantenernos conectados, sin importar dónde estemos.

Marina sonrió, sintiendo una cálida gratitud hacia Lucas.

—Es perfecto, Lucas. Gracias.

Se abrazaron de nuevo, sintiendo que aunque el futuro era incierto, su amor era lo suficientemente fuerte para enfrentarlo.

Esa noche, cuando Lucas la acompañó a su apartamento y se despidieron, ambos sintieron que algo había cambiado. La conexión entre ellos era más fuerte que nunca, pero la sombra de la separación seguía acechando.

Al cerrar la puerta, Marina abrió el cuaderno y escribió las primeras palabras:

"Querido Lucas, este es solo el comienzo de nuestra historia. No importa cuán lejos estemos, siempre estaremos juntos en nuestros corazones."

Sin embargo, mientras cerraba el cuaderno, una extraña sensación de inquietud la invadió. Había algo en los ojos de Lucas, algo que no había podido descifrar del todo. ¿Qué le estaba ocultando? ¿Qué más estaba en juego?

La incertidumbre se apoderó de ella mientras se preparaba para dormir, sabiendo que aunque este capítulo había terminado, muchos más desafíos y descubrimientos los esperaban en el futuro.

Y así, con el corazón lleno de esperanza y confusión, Marina se quedó dormida, soñando con el próximo capítulo de su vida, donde el amor y la incertidumbre seguirían escribiendo su historia.

 

 




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