La esencia del viaje

A pesar de haber sido escogido como amo del desierto ab se da cuenta que los otros amos del mundo son muy severos y se da cuenta que ellos quieren destruir el mundo en una batalla de climas aparte de la huella del ser humano, para mantener su propio Edén, cada uno podía hacer de su propio Edén el mismísimo infierno, ellos querían prevalecer, quien mas que Aputsiaq quería extinguir a la erróneamente llamada Humanidad debido a su calentamiento global, decía que justos no podían pagar por pecadores todos los amos del mundo conocían muy bien a los activistas por un planeta mas saludable.

Estando ellos reunidos cada uno pasaba pendiente de sus dominios con un ojo en la asamblea y el otro en sus dominios, la asamblea entre los amos del mundo se realizo en el reino de los cielos donde el gran arquitecto del universo había predispuesto su estadía a los amos del mundo, no solo existían los amos del mundo, tambien existían los maestros ascendidos, los ángeles y arcángeles, los jinetes del apocalipsis, los santos y los mártires que estaban en el cielo, estos servían de jurado para la toma de decisiones de los amos del mundo debido a que estos fueron escogidos por tener su vida y dominios en la tierra y aparte de los antes mencionados eran los que cuidaban el movimiento de los ''humanos'' sobre la faz de la tierra.

Los ángeles eran los encargados de los seres humanos, los arcángeles de los gobernantes de la tierra, presidentes, reyes y todos los tomadores de decisiones en política, los jinetes del apocalipsis eran los encargados de dar testimonio de la humanidad a el gran arquitecto del universo y tambien de dar mensajes de paz y que los designios del evangelio se estaban cumpliendo para la venida del Dios Hombre, el rey de reyes y señor de señores estaba a punto de venir a por sus seguidores, hermanos, obedientes y desobedientes, malditos y benditos cada quien con su propio Kharma, los santos se encargaban de mantener el equilibrio  en un mundo donde se necesitaba de mucha paciencia, sabiduría, almas benditas que compartían la buena nueva a las almas necesitadas de paz, amor, conciencia y como decían los amos del mundo, que la humanidad necesita remordimiento por que solo así se iban a comportar todos con todas, los mártires eran los que mantenían el valor y el temor de los seres de la tierra que por ese equilibrio era que las luchas se mantenían vivas rotando a hombres de honor y por que no de valor, los maestros ascendidos quienes de ves en cuando con su sabiduría mística solar e interplanetaria de las cuales meditaban encendidos como soles protegiendo el universo de la ausencia de luz para que cada quien llegara a ser un maestro ascendido por que cada uno tenia su lugar en el reino de los cielos, tanto como maestro, como un arrepentido, creyente, lucero de la buena nueva quienes alumbran las mentes dormidas y cerradas al amor o como altruista.

Cada amo del mundo al estar en el reino de los cielos se vestían de sus aposentos con su figura astral determinada mientras todos los demás vestían de blanco con sotanas excepto los jinetes del apocalipsis quienes esperaban su llamamiento hacia el mundo, vestían uno rojo, otro de color blanco, el otro negro y el otro bayo su color según su propia atribución y propiedad.

Era la gran asamblea divina por que ya había nacido el segundo jinete del apocalipsis entre el mundo, era el amo de la guerra, este le haría la guerra a Dios y a lucifer en la mas alta cúspide y en el mas bajo infierno, pero Guerra era muy astuto y decidió que entre Dios y Lucifer habría neutralidad y si alguno de ellos se salia de esta tregua involuntaria, este les declararía la Guerra, la cual era la mismísima ira de Dios, Guerra se la gano y podía usarla como quisiera pero el sabia quien mas que Dios era el todo poderoso pero solo la neutralidad mantenía en cinta a los malditos y benditos que se desquitaban y no perdonaban a quienes les hacían una falta por muy pequeña que esta fuera sin mencionar las acechanzas de los malditos.

Una ves ocurrido el surgimiento de el segundo jinete del apocalipsis tras dos mil años de preparación divina y entrenamiento militar, en posición y estrategia de guerra, uso de las armas espirituales, combate cuerpo a cuerpo contra todo ser, principalmente contra demonios y malos espíritus entre otras entidades de mala índole se debía escoger el nuevo amo del infierno, Satanás no era el amo del infierno como normalmente se creía, no, el sufría allí desconsoladamente por todo el mal que había causado y el próximo amo del infierno debiera poder soportar el dolor y la malicia sin que este tocara su semblante, su dicha, su amor, su vida y su confusión con el mero mero.

Al escogerse el nuevo amo del infierno se desencadenaría un desequilibrio en este sitio por que estos dominios es difícil de mantenerlos en orden debido a su caos, lleno de mentiras, desgracias, trampas, dolores, este era el motivo del viaje al reino de los cielos; el escoger a un nuevo amo del infierno, la asamblea quiso escoger a un ser puro de corazón y no sabían a quien escoger, tuvo que ser alguien que estuviera de acuerdo a soportar el dolor del infierno y las acechanzas del maligno sin que este le cambiara su forma de ser, pensar y actuar.

Estos debían ser seres muy poderosos, los primeros en postularse fueron Vulcano, la mártir Berta  Cáceres la guardiana de los ríos, incluso el mismísimo Guerra, otro de los dueños de la ira de Dios quien la encarnaba para derrocar a los falsos profetas y a los malditos de sus terribles faenas contra los mas vulnerables, Axander Barquer se postulo en la asamblea y otros miembros hasta que pasaron quinientos años completos para que cada uno demostrara su potencial pero ninguno fue apto para postularse ante esta gran magnitud de tarea, excepto Axander Barquer, quien al ser solo corazón pudo desencadenar al Diablo y por mil años controlarlo diciendo que en la biblia, el libro sagrado decía que este seria desatado cada mil años y su repuesta como amo del mundo fue que este seria desatado pero se quedaría literalmente entre las palabras y las letras del mismísimo libro caminando entre tinta y papel seco dentro de las mismas lineas que lo liberan cada cierto tiempo según voluntad divina.