Analise

|8| Bajo mi piel

«¿Me quiso? ¿Alguna vez llegó a hacerlo?»

El problema radica en la ambigüedad del sentimiento. La intensidad y realidad de amar es algo totalmente relativo. Somos seres únicos y por ende, cada uno siente de forma diferente. Me costó comprender la complejidad del tema, pero finalmente entendí que no es la imposibilidad de cuantificar o medir dicha sensación de plenitud sino el significado y relevancia que individualmente le damos. 

Miro mi reflejo en el espejo. Compruebo con una media sonrisa lo camuflados que han quedado los oscuros surcos bajo mis ojos y me felicito por lucir un poco menos demacrada. Paso las manos por el pelo, tratando de domar los pequeños cabellos rebeldes que apuntan en todas direcciones mientras intento encontrarme en el reflejo del espejo. Ya no soy la misma, casi ni reconozco mis ojos apagados o sonrisa ausente.

Mientras conduzco el sonido de un nuevo mensaje entrante logra hacerme rodar los ojos. No necesito coger el móvil para saber que es Isan o mi querida cuñada recordándome que me esperan hoy.

Mi hermano siempre ha sido un gran apoyo en mi vida. Nuestra relación ha pasado por muchas etapas, pero hay algo que ha permanecido intacto durante mis veinte años de vida: el amor incondicional que nos tenemos. Podemos discutir, gritarnos lo ridículos que somos e incluso dejar de hablarnos durante días, mas siempre, sea cual sea la situación, estaremos ahí. Incluso cuando no queramos saber absolutamente nada del otro.

Aparco frente a su nidito de amor. ¿De verdad es esto lo que necesito ahora? ¿Entrar en una casa que rebosa corazones por todas las ventanas? Amo a mi hermano y también a Jen, pero están tan enamorados el uno del otro que solo de pensar en la forma en que se miran hace que algo se revuelva en mi estómago. Aunque sé que es un pensamiento egoísta y totalmente fuera de lugar, no puedo evitar sentirme así.

Los colores parecen haberse apagado, la nitidez ha desaparecido y el sonido de los coches queda amortiguado por el rápido latido de mi corazón herido. Recordaba estos escalones más bajos, el olor más cítrico y la luz más brillante. Aún recuerdo el día que Levi vino a buscarme porque estaba hecha un mar de lágrimas. Sus brazos fuertes me rodearon y cargaron hasta el coche, ese día pensé que siempre estaríamos juntos.
 

Tener las llaves de la casa de Isan me ha ahorrado la fría espera en el portal de su piso vacío. Supongo que tendré que agradecérselo cuando se digne a aparecer. Desde que lo dejó con Verónica no es el mismo chico. Si unimos eso a su reciente independencia, tenemos la mezcla perfecta de hermano desaparecido que solo da señales de vida un par de veces al mes para asegurarse de que estás bien.

Nunca he estado enamorada, así que no sé cómo habría reaccionado yo en su lugar, pero estoy segura de que esta no es la forma más sana de superar una ruptura.

Un mensaje entrante me obliga a dejar el delicioso batido que he decidido hacerme para esperarlo. De verdad espero que no sea él con una excusa sin sentido, porque tendríamos un problema serio.

Levi 19:34
¿Todo bien? ¿Has podido hablar con él?

No puedo evitar sonreír al ver el nombre de mi mejor amigo en la pantalla. Es tan atento, comprensivo y divertido que cualquier chica caería rendida a sus pies en cuestión de minutos. Soy muy afortunada de tenerlo en mi vida.

Ana 19:35
Aún no se ha dignado a aparecer.

Levi 19:36

Mi oferta sigue en pie...

Me quedo mirando la pantalla del móvil como una obsesa. La realidad es que preferiría estar con él pero necesito hablar con Isan, es importante. Quiero recuperar a mi hermano.

Levi 19:45
Diría que me duele tu silencio, pero sé que en el fondo te mueres por venir. Cualquier cosa que necesites, llámame.

Estoy a punto de contestarle cuando unas voces provenientes del pasillo llaman mi atención. Como sea lo que estoy pensando... No, no debo hacerme ideas erróneas por anticiparme a las situaciones. Solo espero que no se vuelva a repetir lo de la última vez, no sé si seré capaz de reprimir mis emociones.

Un par de tropiezos después, las llaves del rubio abren la cerradura de la puerta y entra con dos chicas enganchadas a sus brazos. Están tan borrachos que ninguno se percata de mi presencia. Lo siguiente que veo es a mi hermano medio desnudo tratando de quitarle la ropa a la rubia mientras besa a la pelirroja.

«¿Esto está pasando de verdad?»

¿Hola? digo sacándolos de su nube de lujuria descontrolada y sin sentido alguno.

Los tres saltan sorprendidos girando en mi dirección. Los ojos del rubio inyectados en sangre me miran sorprendidos y algo molestos.

¿En serio? ¿¡Es que no me voy a librar de ustedes ni en mi puta casa!? Su grito de desprecio hace que algo dentro de mí se rompa ligeramente. Me recuerdo que este no es Isan sino una versión desmejorada y drogada del que un día fue mi hermano cariñoso y amable, ese que no odiaba a mamá ni volvía a casa borracho y con la cara partida.

Toca su pelo, frustrado. Camina hasta el sofá donde se tira con un exagerado gesto que indica que está cansado de que nos preocupemos por él. ¡Como si pudiera dejar de hacerlo! ¡Es mi hermano, joder!




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