Anastasia y el mundo de él

Capítulo 2

    La semana sigue tranquilamente, hago lo imposible por evitar a mi tía y a Emanuel, lo cual me está resultando bastante bien. Matías sigue ayudándome en inglés y yo a él en matemáticas, además entendió que no me gusta salir en los recreos, aunque en realidad lo que no quiero es estar con esas desesperadas.
     Todo es perfecto hasta que llega el viernes. Mi tía Mónica, está de muy mal humor y se descarga revisando mis cuadernos, me regaña por haber hecho los apuntes con mucha desidia y tener todos los rincones dibujados, aparte de un par de hojas enteras.
Tere me pone la mano en el hombro antes de que salte, no sé por qué me odia, pero en cuanto entra mi hermana a la cocina se le pasa y va a su habitación a aprontarse para ir al trabajo, no sin antes decir:
    —Estás castigada Anastasia, una semana sin tele, libros, ni nada, quiero que tus cuadernos estén presentables, como se debe.
    —¿Qué hiciste ahora para que este enojada? —pregunta mi hermana entrecerrando los ojos.
    —Nacer —murmuro entre dientes enfadada mientras tomo mi mochila y camino hacia a la puerta—. Iré caminando, no quiero subirme a un auto con esa loca.
    —Hermosa, espera, llévate esto para desayunar —Tere le quita el último trozo de tarta marmolada a mi hermana, lo envuelve inmediatamente en una servilleta y me lo da, al tomarlo me abraza—. Paciencia, ya queda poco —Se aparta con una sonrisa cómplice, que no entiendo.         Regresa a sus tareas, mientras mi hermana maldice por quedarse sin torta.
    Salgo y me conecto los auriculares busco una de las canciones que más me gustan, respiro profundo y camino hacia el liceo anhelando que la música calme a la fiera que crece dentro de mí.
    Voy a mitad de camino y ya me he tranquilizado bastante, hasta que Emanuel aparece a mi lado con su típica sonrisa arrogante. Sólo con verlo me enojo de nuevo, de muy mala gana me quito un auricular para escuchar lo que está repitiendo una y otra vez
    —¿Me estas siguiendo?
    —Ni que fueras un supermodelo, prefiero seguir a un asesino serial que a ti, además tu venias detrás de mí, así que si fuera una persecución tu serias el perseguidor.
     —Buen punto, entonces tomaste el mismo camino que yo con la esperanza de verme simplemente.
    —Mira, tengo un muy mal día y apenas hace una hora que me levanté, así que no tengo ganas de soportar tu asqueroso ego, búscate otra víctima porque no lo seré y menos hoy.
Apresuro el paso intentando perderle, pero el muy maldito me alcanza y me sigue el ritmo con mucha facilidad. Claro, con la altura que tiene y el buen físico, es obvio que no tiene problema para andar rápido, pero no dice nada, simplemente me hace compañía y me dedica una extraña sonrisa de comprensión.
    Un par de cuadras después me ofrece un caramelo, lo miro sorprendida, siento ganas de matarlo por el simple hecho de que esté a mi lado, pero él se ha comportado bien hasta ahora.
    —Gracias —Tomo el dulce y sonrío a medias.
    —Tienes una sonrisa hermosa —Genial, ya me sonrojé— pero con esa media sonrisa hasta Fiona es más linda que vos.
    Ahora quiero matarlo de nuevo, que rápido lo arruinó. Me detengo, él también lo hace, le meto el envoltorio del caramelo por el cuello de la remera blanca, me conecto los auriculares, subo el volumen, cuestión de no escuchar nada, ni por error y sigo caminado.
    El día transcurre tranquilo. Matías ni se atreve a dirigirme la palabra, creo que mi mal humor es palpable. Intento calmarme, pero cada vez que estoy a punto de lograrlo levanto un poco la vista y noto que mis cuadernos otra vez están dibujados. Mónica me matará y le doy razones para que lo haga.
    Las últimas tres horas del día son de dibujo, o como a los profesores les gusta llamarlo, Expresión Visual y Plástica. Espero que esta clase mejore mi día, quiero descargar toda mi frustración en una hoja de papel y lo haré, disfrutaré de esta clase, ella no arruinará mi día y semana con su desprecio por mí.
    —Buenos días chicos, mi nombre es Edith y seré su profesora de Expresión Visual y Plástica —Explica las mismas cosas aburridas que todos los profesores de las demás asignaturas y como veinte minutos después llega la parte más interesante, la explicación de cuál es la lámina de este día—. Quiero que se dibujen ustedes con sus familias, padres, hermanos, mascotas, quienes ustedes consideren que son su familia, es una buena forma de conocerlos.
    Sigue hablando, por supuesto, pero mi mente ya despegó de la clase y se dedica a hacer la lámina, no pienso ni un segundo lo que quiero hacer, simplemente apoyo el lápiz en la hoja y mi mano lo impulsa, ella sabe que quiere hacer y el lápiz se siente complacido de poderlo hacer. No la pinto, simplemente uso los distintos lápices negros para darle textura.
    Cuando todos empiezan a guardar, miro mi lámina y  me sorprende lo que hice. Somos mi hermana Elissa y yo, estamos en el cementerio, sentadas entre dos tumbas, ella abraza una con el nombre de mi padre, yo la de mi madre, es un imagen un poco deprimente y macabra, aún así está muy bien lograda, es mucho mejor de lo que imaginé poder realizar.
    El timbre suena, la profesora dice rápidamente que quiere la lámina terminada para el inicio de la próxima clase y todos los alumnos se van rápidamente, tan rápido que ni siquiera me da tiempo de saludar a Matías.
    Guardo casi todas las cosas y cuando levanto la vista para agarrar la tabla no está sobre la mesa. Emanuel la tiene entre sus manos.
    —Eres mucho más linda de lo que has dibujado aquí ¿Lo sabías?
    —Devuélveme mi lámina ahora mismo —Me levanto para intentar quitársela, sin embargo, la aleja de mi alcance.
    —Es evidente que estas de malhumor hoy y por lo que veo tus padres lo provocaron, aunque estoy seguro de que no es para que los mates en tus dibujos —Levanta más la tabla para que no pueda alcanzarla, es demasiado alto para mí, para colmo su sonrisa soberbia hace que me hierva la sangre, no puedo permitir que me siga humillando haciendo que salte como tonta para sacarle la hoja.
    —Para que lo sepas mis padres murieron hace cinco años y si tanto te gusta puedes quedártela, no le puedo entregar eso a la profesora.
    —Lo lamento, no lo sabía —Su mirada se suaviza y realmente se nota que lo lamenta—. Debes entregársela, eso es lo que sientes realmente, como ves a tu familia y está muy bien hecha —Me la entrega y saca una entrada de su bolsillo—. Es un pase libre para ir hoy al parque, te espero allí a las cuatro.
    Guiña el ojo y se marcha antes de que pueda negarme a ir, le doy la vuelta a la entrada y detrás está escrito su teléfono, al menos puedo llamarlo para avisarle que no voy a ir. Aunque quiera, estoy castigada y nunca me dejarán salir, mucho menos con un chico como él, pero no me importa porque no quería ir... ¿Verdad?
    —Wow. es lindo —Al levantar la vista mi hermana está en la puerta de mi salón— ¿Eso es una entrada? ¿Te invitó a salir?
    —Elissa ¿Qué haces aquí? Y no es nada lindo, es un maldito arrogante e insoportable.
    —Vine a decirte que hablé con mi madrina —¿Por qué siempre le dice así? Sí, es su madrina, aunque también es nuestra tía ¿Por qué no le dice tía?— y la convencí de que había sido muy estricta contigo, que la primera semana de clases es muy aburrida ya que todos los profes te dicen lo mismo y la persuadí para que te quite el castigo, así que puedes ir con ese chico tan guapo
    —Gracias Elissa, te debo una, pero no pienso salir con él, realmente es insoportable.
    —La forma en que mirabas esa entrada no decía lo mismo, vamos hermana, nunca has salido con ningún chico y aunque éste tiene pinta de ser un chico problema, puedes probar, no pierdes nada con pasar un rato a su lado. Mi madrina hoy llega tarde ya que sale a cenar con el tío, ya sabes, esas cenas románticas que a ellos les gusta tener para que "no se apague el fuego".
    —Lo pensaré.
    —No, no lo pienses, si me quieres pagar la que me debes, sal con él —Sonríe con picardía, toma mi tabla de dibujo y sale del salón. Suspiro y la sigo.



 




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