El fin de semana pasa tranquilo, mi hermana me acosa todo el tiempo tratando de que le cuente qué pasó, con lujo de detalle, pero apenas le cuento lo que sucedió, no quiero que por error mi tía escuche algo.
El resto del tiempo lo paso estudiando y aunque lo odio, debo admitir que pienso en Emanuel; se veía tan distinto en el parque de lo que se ve en el liceo, ese chico era menos arrogante y más tierno. Aún puedo sentir su mano en la mía, es una sensación tan linda, o cuando sus dedos apenas rozaban mi brazo de camino a mi mejilla.
Ni se diga lo que sentí cuando acarició mi mejilla, cuando sus dedos la cubrían, haciendo que sienta el calor de su piel un tanto áspera, aun así, nada se compara a percibir sus suaves labios en mi piel. Me avergüenza admitir que he fantaseado con lo que sentiría al acariciar sus labios con los míos, sin embargo, nada de eso importa, sigue estando loco y siendo arrogante, es lo que me tiene que importar.
—Nasty ¿En qué piensas? —Tere está parada frente a mí con los brazos cruzados, es una mujer de unos cuarenta años, más o menos la misma edad que tendría mi madre de estar viva. Tiene cabello castaño con varias canas, aunque no demasiadas, sus ojos son como chocolate líquido, e igual de cálidos— ¿Me contarás que te tiene tan soñadora?
—No sé... —Miro a todos lados asegurándome de que nadie más está escuchando— ¿Mónica dónde está?
—La señora salió con tu hermana de compras, creo que dijeron algo sobre una cartera nueva.
—Qué raro —Mi tono más sarcástico no puede ser—. En el liceo hay un chico, arrogante, presumido, soberbio y todo lo que te puedas imaginar, pero es guapo y me invitó a salir el viernes, Elissa me chantajeó y por eso acepté a salir con él. Cuando lo encontré ¡Era otro chico! Tierno, comprensivo, cariñoso, el problema es que dijo algo que me desconcertó totalmente... algo sobre la profesión de su familia y unas mujeres que hacen daño a otra gente por un problema genético —Lo escupo todo y apenas respiro al hablar, necesitaba desahogarme.
Me río a carcajadas, casi histérica debo admitir, por repetir las tonterías que él dijo, sin embargo, cuando miro a Tere, ella está pálida.
—¿Qué pasa Tere? No te lo tomaras en serio ¿Verdad? Es una estupidez, mira si por un problema genético alguien va a atacar a los demás ¡Y peor! Ellos se encargan de esas mujeres, además ¿por qué sólo mujeres?
—Si, claro, tienes razón, no sé qué me pasó, perdón —Se levanta y me da la espalda, aunque la conozco lo suficiente como para saber que algo oculta, ella es como una segunda madre para mí ya que me cuida desde que Mónica me adoptó. Llega hasta la puerta de la cocina y se detiene, aunque no se da la vuelta—. Aun así debes tener cuidado con ese chico, si cambia tanto sólo por estar o no en el liceo y dice tantas locuras, no creo que sea una persona estable mentalmente, por lo que dices... —Hace una pequeña pausa pensativa— Sí, debes alejarte de él, o saldrás muy herida, ahora sigue estudiando, mientras tengo que limpiar el baño.
Se marcha casi corriendo, no consigo entender lo que pasa por su cabeza, pero tengo clarísimo que algo me oculta y no me voy a quedar sin saber qué pasa.
El lunes a primera hora alguien toca el timbre de la casa, salgo disparada de la cocina mientras grito "Yo voy". Al abrir la puerta él está allí sonriéndome, con una flor en mano, una que robó en un jardín cerca de aquí. La reconozco, cada vez que paso por allí me detengo a disfrutar de su aroma, a mí no me agrada mucho, sólo lo hago por costumbre, mi madrina siempre se detenía y cortaba una para mi tía Laura, aunque ahora tienen ro significado.
—Buenos días Anastasia —Su sonrisa no es arrogante, aunque sí provocadora, sabe que me molesta su presencia aquí y lo disfruta.
—¿Qué haces aquí? ¿Cómo sabes dónde vivo? —Salgo y cierro la puerta, no quiero que nadie nos oiga.
—Tengo mis recursos, toma —Me da la flor— ¿Vamos?
—No estoy lista aún, ve tú y nos vemos en clase, gracias, chau —Abro la puerta y estoy a punto de perderme tras ella.
—No, espera —A punto dije, ya que él toma mi mano evitando que entre. Mi corazón ya se había vuelto loco cuando lo vi, pensé que era por el miedo a que lo vean, aunque si fuera así... ¿Entonces por qué se me acelera más ahora?—. Vamos, vine hasta aquí para que vayamos juntos y le hice daño a una planta, no seas mal agradecida cerrando la puerta en mi hermosa carita.
—Está bien, espera en la esquina que me termino de arreglar y voy.
Entro rápidamente y termino el desayuno tragando lo que queda.