Ya pasaron dos meses desde el inicio de clases, las cosas van bien, entregaron las notas y las mías son bastante altas, especialmente gracias a que estudio con Ema. Al salir de clases vamos al parque o a la cantina y estudiamos allí, es bueno para ambos, él nunca tuvo buenas notas y las mías son mejor de lo que jamás soñé, hasta son mejores que las de Elissa. Además descubrí que él es muy inteligente, sabe de todo un poco, sólo que es un vago, nunca quiere estudiar, por eso, hasta ahora, ha pasado raspando.
Es tan lindo estar con él fuera de clases, es un chico tierno, cada vez que levanto la vista de un cuaderno me está mirando y me regala una sonrisa dulce, pasamos así todo el día, mirándonos, a veces nos tomamos de las manos y casi que por error un par de veces sus manos suben y me acarician la mejilla o el cabello.
Lo único malo son sus constantes cambios de actitud, nunca consigo que me diga por qué cambia tanto al ir al liceo, es como si fuera dos chicos distintos, Emanuel en el liceo, frío, arrogante, presumido, entre tantas otras cosas, aunque conmigo siempre se comporta bien. Pero luego esta Ema, el chico lindo y tierno con el que estudio por las tardes y salgo con él algunos fines, en los que convenzo a mi tía de que sólo voy a dar una vuelta o a la biblioteca a estudiar "sola".
Como ella sale normalmente con mi hermana, no me presta mucha atención, sólo basta que diga "si no quieres, voy con ustedes, es lindo pasar un rato en familia" y ya está, con eso basta para que me deje hacer cualquier cosa que quiera, eso también me desconcierta mucho, es como si yo fuera el bicho raro de la familia, como si no quisiera que el mundo me vea con ella.
—Hoy nos quedaremos en casa —anuncia un sábado por la mañana mi tía sonriente—. Todos —enfatiza cuando ve que estoy a punto de protestar—, pasaremos un lindo momento los cuatro, le he dicho a Tere que hoy no tiene que venir, veremos películas elegidas por todos —Menos por mí ya que yo no miro nada de lo que a ellos les gusta y por una extraña razón sólo vemos tres películas—, comeremos pop, algunas golosinas, cenaremos pizza y luego veremos que más hacer —Su sonrisa irradia alegría, pero para mí es una tortura.
—Yo quiero ver la última del guapísimo de... —Mientras mi hermana explica cuál es su nuevo super sexi actor favorito y por qué quiere ver su película de drama yo disimuladamente le escribo a Ema que hoy no podremos vernos— ¿Qué dices Anastasia? ¿La vemos?
—Sí, claro, me encantaría —Sonrío tratando de que no se note que no estoy prestando atención, aunque estoy segura que no me va a gustar la película.
Mis tíos y mi hermana eligen sus películas y por un milagro, al que no le identifico su origen, me dejan elegir una, tengo clarísimo cual quiero ver, hace meses que estoy juntando plata para alquilarla. Debo admitir que Mónica está de demasiado buen humor y yo me permito disfrutar el día en "familia", aunque en realidad lo disfruto más que nada porque estoy escribiéndole todo el rato a Ema.
Al parecer él también está pasando un día en familia y aunque no puede contestarme muy seguido. En los momentos que la película de drama de mi hermana y la de terror de mis tíos se ponen insoportables, releo nuestra conversación, siempre escondida de Mónica, no quiero arruinar el momento haciendo que me descubra.
La película que elegí está tan buena como creí, la vemos después de cenar, mi hermana y su madrina se duermen, pero a mi tío le gusta y hablamos sobre la peli al terminar.
Él se encarga de que ellas se acuesten, mientras voy a la azotea, con la excusa de que necesito un poco de aire fresco, estando allí le escribo a Ema contándole todo y segundos después él me llama.
—Hola —susurro lo más bajo que puedo pegada al micrófono.
—Hola soldadita ¿Cómo estás? ¿Estás en territorio seguro? —Odio que me diga soldadita, según él lo era cuando apenas nos conocimos, siempre estaba a la defensiva y lista para saltar y cuando él se me acercaba me ponía rígida, como un soldado al que se le acerca un superior. En realidad aún lo hago y eso es lo que más me molesta, su cercanía me pone nerviosa y a la vez me agrada muchísimo.
—Estoy bien ¿Tu? Estoy en la azotea, Elissa y Mónica ya se durmieron, así que estoy en territorio medio seguro.
—Me alegro que estés en territorio seguro —Se ríe, es un sonido tan dulce, tan relajada, tan sincera, tan alegre, tan... él—. Yo aún no estoy en territorio seguro ya vamos a casa, pero podemos hablar tranquilos porque mis padres ya saben de ti —En el fondo se escucha la voz de Matías gritando "yo se los conté" y luego como se queja de dolor, seguro Ema le pegó—. Cállate.
—¿Matías está contigo? ¿Se conocen de fuera del liceo? ¿Por qué no me lo habías dicho?
—Sí, bueno, en realidad él es mi primo —Hace una pequeña pausa para ver qué digo, como me quedo en silencio sigue—. No te lo dije porque me de vergüenza que este mujeriego sea mi primo, auch ¡Eso dolió! —Por el teléfono se escucha claramente como forcejean y ríen, hasta que una mujer los manda a calmarse— Bueno, en lo que estábamos, mis padres quieren conocerte, dicen que te deben una por hacer que mis calificaciones sean tan buenas.
Estoy a punto de soltar la primera escusa que se me ocurre para negarme a conocerlos, pero en ese momento se escucha un fuerte golpe, gritos y se corta la comunicación, muy nerviosa vuelvo a llamar y lo vuelvo a hacer y otra y otra y otra vez... pero nada, él no responde, dejo un correo de voz y le mando un mensaje de texto, aún así no responde.
Me quedo en la azotea un buen rato hasta que mi tío me viene a buscar, no quiero bajar, tal vez en mi habitación no haya señal cuando él me llame, aunque termino bajando, obligada.
Al día siguiente tampoco me llama, ni me manda un mensaje, apenas terminamos el almuerzo salgo y me siento en la esquina, siempre nos vemos allí, es nuestro punto de encuentro y él no me fallará, no me dejara tirada.
Sin embargo, lo hace, el sol se está ocultando y no hay ni rastros de él. Elissa viene y me tira encima una campera.
—¿Qué pasa? ¿Se murió alguien? —Ella sonríe porque lo considera una broma, aunque yo comienzo a dudar de lo que pasó— ¿Te dejó tu novio? No me digas que el muy maldito lo hizo por teléfono, porque llevo mirándote todo el día y nadie ha aparecido por aquí.
Me levanto sin decir nada y camino hacia la casa, no quiero hablar con ella, ni con nadie, sólo quiero saber que le paso a Emanuel y sé muy bien que algo anda mal, mi instinto me lo dice.
Elissa toma mi mano.
—Espera Nasty ya, hablando en serio ¿Qué pasó? Estás mal y quiero saber por qué.
—Anoche cuando se durmieron subí a la azotea y Ema me llamó, estábamos hablando lo más bien, él me dijo que estaba con su familia, que volvían... —hago una pausa para pensar, no consigo recordar si me dijo dónde estaba— no sé de dónde. De pronto se escuchó un fuerte golpe, gritos y se cortó la comunicación ya no me llama desde entonces... —la miro con lágrimas en los ojos dejando por primera vez que el miedo se haga presente—. No sé qué hacer, ni siquiera sé dónde vive, estoy preocupada.
Elissa me abraza, eso hace que pueda sobrellevar un poco mejor las cosas, pero no tiene idea de que decirme.
Cuando volvemos a la casa me encierro en el cuarto y agarro el peluche que Ema me regaló en nuestra cita, necesito sentirlo cerca aunque sea un poco.
El lunes no aparece, los nervios me están comiendo viva, en el primer recreo, entro y salgo constantemente, tal vez si entro y salgo él aparezca por arte de magia, o tal vez aparezca Matías para decirme que todo está bien.
Lógicamente no pasa nada mágico, en el segundo recreo repito lo mismo, pero no aparece. Suena el timbre y sigo esperando, hasta que llega la profesora, entro de espaldas, distraída, mirando al pasillo, esperando que aparezca Ema, sonriendo, con su medía sonrisa arrogante, en vez de eso choco contra alguien, caigo y lo hago mal, así que me duele todo, genial ¿Me puede ir peor?
—Lo lamento —Un chico de estatura media, flacucho, rubio, de ojos negros, labios finos, facciones delicadas, pero a la vez masculino, una combinación rara pero atractiva. Él me da la mano y me ayuda a levantarme.
—Tranquilo yo iba distraída.
—Sí, te noto muy nerviosa hoy ¿Pasa algo?
Frunzo el ceño, no sé ni quién es, aunque al parecer él sí ha notado mi presencia, debo admitir que estando con Ema no presto atención a nadie más.
—Disculpa soy un poco distraída pero... ¿Nos conocemos?
Él se ríe, cree que le estoy tomando el pelo, al menos no quedo tan mal.
—No, claro que no, ni que estuviéramos en la misma clase, peor, ni que me sentará detrás de ti —Alza una ceja, hablamos el mismo idioma, el sarcasmo—. Soy Keith, encantado de volver a conocerte Anastasia.
Hace una reverencia exagerada, no puedo evitar soltar una carcajada, me está tomando el pelo, pero no lo hace con maldad y consigue que me distraiga un rato de lo preocupada que me tiene Ema.