Anastasia y el mundo de él

Capítulo 7

Elissa se calma cuando le cuento lo que pasa y me asegura que me cubrirá con la tía para que pueda ver a Ema, así que aquí estoy, frente a la puerta del hospital, no le dije nada a Zavier. Probablemente se molestará conmigo, pero necesitaba pensar un poco, nada en su contra, sólo que aún no me trago lo de las brujas, o no me lo quiero tragar, tal vez sea por el nudo que siento en la garganta.

    —Hola —Muevo la mano tímidamente para saludar a Zavier— ¿Cómo esta...s? —Me cuesta tutearlo.

    —Bien ¿Tú qué tal? ¿Descansaste bien?

    —Sí, muchas gracias ¿Nora qué tal está?

    —Está preocupada, pero bien, en este momento va de camino a la casa para descansar un poco y darse una ducha.

    —¿Por qué no va con ella? Yo me quedo con Ema y cualquier cosa que pase les aviso.

    —De acuerdo, gracias —Se levanta y besa mi frente—. Volveré temprano para llevarte a casa.

    Tardo un par de minutos en entrar, no estoy del todo preparada, de todos modos no lo voy a dejar solo.

    Al entrar me siento junto a su cama, saco de mi mochila un pequeño adorno y lo pongo en la mesa junto a su cama.

    —Hola, te traje un regalito, es un soldadito en una esfera de cristal —río levemente—, para que no me olvides —Tomo su mano y la acaricio—. Estamos todos muy preocupados por ti, debes despertar pronto.

    Me quedo un rato mirándolo, luego apoyo la cabeza en la cama junto a su hombro y me duermo.

    Despierto al sentir que una mano acaricia la mía, al abrir los ojos y ver que es su mano la que lo hace, me levanto sobresaltada.

    —¡Ema! —Él me sonríe, me le tiro encima para abrazarlo y me aparto en seguida al sentir que se queja— Perdón, perdón, es que me emocioné mucho...

    —Tranquila, me alegro de verte aquí —Su mano sana se acerca a mi mejilla y limpia una lagrima, ni me he dado cuenta de que estoy llorando— ¿Dónde están mis padres y Matías?

    —Tus padres están en tu casa, fueron a descansar un rato y Matías está en otra habitación, están todos bien.

    —Me alegro mucho. Te ves terrible ¿Qué te pasó?

    —Emm... Llamaré a la enfermera y mientras aprovecharé para decirles a tus padres que ya despertaste —Me inclino sobre él para besar su mejilla y salgo.

    Salgo de la habitación y aviso a la enfermera que Ema ya ha despertado, ella va a revisarlo.

    —¿Hola, Nora? —Sonrío cuando ella contesta.

    —Si querida ¿Qué pasa? ¿Pasó algo con Ema? ¿Está todo bien? ¿Ya debes irte? —Parece muy preocupada.

    —No, no, tranquila —Aparto un poco el celular para ver la hora, apenas son las cuatro, tengo dos horas aún—. Es sólo para avisarle que Ema ya despertó, parece bien, la enfermera está con él, cualquier cosa le aviso.

    La enfermera asegura que está bien y que puedo entrar a verlo. Lo hago antes de que termine de hablar, bueno no, en realidad la escucho y se lo agradezco, luego entro corriendo, a pesar de que mi mente ya está dentro desde hace rato.

    Me detengo en seco al verlo desde la puerta, no sé cómo actuar.

    —Hola soldadita —Como amo su medía sonrisa, como la que me está dedicando.

    —Hola... —Gago una mueca, nunca se me ha ocurrido un apodo que ponerle y eso que los he pensado, pero nada— ¿Cómo te sientes? ¿Quieres algo? ¿Agua?... —¿Se nota que estoy nerviosa?

    —Que te acerques —Ahora la media sonrisa es coqueta.

    Me siento junto a la cama mientras él mueve la mano, entiendo lo que quiere, me sonrojo y la tomo.

    —Te vez hermosa cuando te sonrojas ¿Sabias? —Sé que si ya estaba sonrojada ahora parezco un tomate.

    —Veo que ya estas como nuevo y eso me alegra... mucho.

    —Como no estarlo si al despertar lo primero que veo es a ti. Luego de un momento tan difícil, despertar y verte es lo mejor que me puede pasar.

    Hago una mueca, quiero decirle que sé lo que pasó, que su madre me contó todo la verdad, por otra parte de sólo pensarlo me dan ganas de salir corriendo, de decir que son todos una manga de locos, finalmente no hago, ni digo nada, no puedo, no quiero.

    —¿Por qué estás tan callada? ¿Pasó algo que yo no sepa?

    —No creo que pase algo que tú no sepas y que yo si sepa, así que no tienes nada de qué preocuparte.

    —Me preocupas, te ves rara...

    —¿Y eso te preocupa? ¿Yo te preocupo? —Sonrío un poco— El que está en la cama y con un yeso eres tú, debes preocuparte por ti, no por mí yo estoy bien.




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