Anastasia y el mundo de él

Capítulo 8

    El padre de Ema me traje a casa de Mónica, aún así decido no entrar en seguida, quiero disfrutar la felicidad un rato más, no quiero que mi tía lo arruine en segundos.

    Dejo que el aire casi nocturno me relaje, me cuesta un poco, aunque igual consigo dejar de sonreír y entro. Al hacerlo mi sonrisa vuelve, en la cocina está mi tía Laura.

     —¡Tía! —Corro a ella y la abrazo— Que bueno verte ¿Cómo estás?

     —Bien —Ella me abraza riendo, al verme a los ojos me hace un guiño—, aunque no creo que tú estés taaaaan sonriente por mi presencia aquí ¿Qué le escondes a tu tía favorita?

     —Pues —Sonrojada miro a todos lados asegurándome de que nadie escuche—, hay un chico —lo digo bajo, no sé si Mónica está cerca—, eso te lo cuento cuando estemos totalmente solas y seguras de que nadie nos interrumpirá ¿Qué haces aquí?

    —¿Me harás esperar? —Hace puchero— Vine para lo del lunes —Ahora se pone seria— y aprovecho para pasar a saludar, así que me quedaré a cenar, luego vamos a comer un helado y me cuentas ¿Te parece? ¿Mónica no sabe nada?

    —No creo que lo acepte, no me voy a arriesgar, ella rechaza todo lo que digo y la verdad a primera vista él no inspira mucha confianza, así que mejor lo mantengo lejos de aquí.

    Ella se ríe y seguimos hablando, luego se une Tere a nuestra charla, hablamos sobre su último viaje, sobre el liceo y sobre muchas otras cosas que pueden hablar una tía con su sobrina.

    Me siento muy feliz hablando con ella mientras Elissa está "distrayendo" a Mónica haciéndola comprarle ropa nueva.

    Comemos los cinco tranquilos casi en silencio, de cuando en cuando Laura hace un comentario, pero como sólo Elissa y yo le respondemos mayormente nos mantenemos en silencio.

    Cuando terminamos ella me invita a dar una vuelta, prometiéndole a Mónica que volveremos temprano, quien a regañadientes acepta.

    Elissa viene con nosotras.

    —Sé que tú adoras la visita de Laura, más que cualquier cosa que pasa en casa, pero tu sonrisa dice que pasa otra cosa —Elissa me sonríe al cerrar el portón—. Cuéntanos qué pasó hermanita.

    Primero le cuento todo lo sucedido hasta el momento con Ema a Laura, claro está que omito el hecho de que su familia se dedica a cazar brujas y que el motivo del accidente que tuvieron fue porque una bruja los agarró desprevenidos.

    Cuando llegamos a la heladería, elegimos los helados y mientras los degustamos les termino de contar lo que pasó hoy.

    —¡Ay que ternura! Así que ya tengo cuñado ¿Eh? te felicito hermanita.

    —Yo también te felicito Nasty, especialmente porque se toman las cosas despacio y disfrutan cada pequeño paso que da su relación.

    —Sí, el día que lo conocí creí que era un patán idiota, pero resultó ser todo lo contrario, es muy tierno y eso me gusta mucho.

    —Cada vez que lo veo en los recreos o a la salida tengo la misma impresión que tenías vos, aunque por lo que dices no lo es.

    —Sí, eso es algo que me inquieta un poco, como cambia tanto en el liceo. No entiendo por qué se comporta así pero ya me superó, le exigiré que se explique, no pienso seguir quedándome con la duda.

    —¡Bien dicho! —Elissa levanta su helado animándome a que lo haga.

    —Tienes que tener mucho cuidado, porque... ¿Cómo sabes cuál es el real? Puede que tú quieras que sea el que está contigo y el que te trata tan bien. Lamentablemente no tiene por qué serlo, no siempre, cuídate pequeña, cuídate mucho —Mi tía se nota realmente preocupada, algo me dice que lo que le preocupa no es sólo su cambio de humor—. Se nota que le quieres, de igual modo tal vez no sea lo que parece.

 

  A la mañana recibo un mensaje de Ema diciendo que sus hermanos llegaron hoy al país, para pasar un día en familia y que por favor haga todo lo posible para ir, si es posible a comer, aunque si no que al menos vaya unos minutos para conocerlos.

    Hablo con Elissa, hacemos un plan, ella le dirá a Mónica que salgamos todos a comer y yo aseguraré que no puedo ir porque tengo que estudiar para el martes que tengo un escrito muy importante.

    El plan sale bien.

    Diez minutos después de que ellos se van estaciona frente a la casa la camioneta de Zavier, siempre que la veo me quedo sin aire, es uno de los vehículos que más me gustan en el mundo, una Renault Duster verde amazonia.

    Hoy no la conduce su propietario sino un muchacho que apenas pasa los veinte años.

    —¡Nasty! —Tiene un fuerte acento italiano, se baja de la camioneta y me abraza fuerte, casi me ahoga— Oh, querida es un gusto conocerte, es bueno ver a la chica que encausó al más rebelde de los Misiajalaná —Él me sonríe, es como veinte centímetros más alto que yo y al igual que todos en su familia tiene un muy buen estado físico. Sacó los ojos marrones de su madre, aunque los de él parecen más ámbar que marrones. El cabello lo tiene hasta los hombros, lacio y castaño claro, su sonrisa es traviesa—. No lo podía creer cuando mamá me dijo que tenía buenas notas, aunque con una chica tan linda como tú hasta yo estudiaría.




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