Anastasia y el mundo de él

Capítulo 10

Nora habla con Mónica, haciéndose pasar por mi entrenadora y consigue que pueda quedarme hasta las nueve, asegurando que mientras más tiempo entrene más pronto estaré preparada para luchar y además promete llevarme a casa.

    El sábado por la mañana Elissa convence a Mónica de que le gustaría pasar un día conmigo a solas y le pide plata.

    Nos arreglamos y esperamos a que Ema me avise que llegó para salir. Los tres vamos a comprar el regalo.

    A Elissa le cae super bien Ema, lo cual me tranquiliza muchísimo, nos divertimos mucho comprando y llegada medía mañana vamos a casa de Selena.

    —Wooooooooow —Es lo primero que la cumplañera dice al abrir la puerta y se queda mirando a Ema— ¿Cuál es el truco? ¿Tienes algún hermano de diecinueve años o capaz que hasta veinte estaría bien, para presentarme?

    —¡Selena! —Me sonrojo, no puedo creer que actúe así apenas conociéndolo, Ema disfruta los cumplidos y se ríe.

    —No, lo siento, el menor tiene veintidós y lamento decirte que ninguno tuvo tanta suerte como yo —¡Ay dios! ¡Soy yo quien soportará su ego después!—. Ninguno de ellos te merece, así que ni te molestes, además el único hermano que tengo soltero mentalmente parece de ocho años.

    —Gonzalo vive en Italia, así que ni se molesten en seguir preguntando y como Ema ya dijo tiene veintidós, es muy grande para ambas, ahora ¿podemos entrar?

    Elissa toma un brazo de Ema y Selena toma el otro, ambas lo llevan dentro mientras investigan si tiene algún primo o pariente lejano, soltero, guapo y de sus edades.

    Las adoro, realmente lo hago, pero en este momento las quiero matar, no puedo creer que se le tiren así, sé que él es muy guapo, aun así podrían tener un poco de dignidad al menos. Si no fueran mi hermana y mi prima no las dejaría a solas con él.

     —Creí que vendrías con tu novio —Laura me da un fuerte abrazo a modo de saludo.

     —Fue secuestrado por las jóvenes solteras de la familia para ver si tiene algún familiar que pueda presentarles.

     —Ay dios, esas niñas —Ella se ríe y se sienta, me siento a su lado— ¿Tan guapo es para que se le tiren así? —Al ver que me sonrojo vuelve a reír— ¿Va todo bien entre ustedes?

    —Hasta ahora si, luego tendré que ver si mi hermana y prima no me lo roban.

    Ambas reímos, hasta que un pensamiento estalla en su mente, lo veo aparecer en sus ojos ahuyentando la risa y alegría.

    —Ah, en la semana me pasaré por tu casa, tengo algo que darte, debería habértelo dado hace mucho, sólo que cuando tenía que hacerlo eras muy chica y cuando creí que era el momento justo Mónica no quería que te lo dé.

    —¿Qué es? —Frunzo el ceño ¿Por qué Mónica no quería que me lo dé? Sólo se me ocurre una respuesta. Es algo relacionado con mi madrina.

    —Son cajas con muchas cosas, sólo asegúrate de que Mónica no las vea, como un adulto responsable debería decirte que no le guardes secretos a tu tutora, aunque como no tiene sentido que se niegue a que te de algo que es tuyo no me queda de otra —Ella se ríe—. Aun así no quiero que tengas problemas, así que mantenlo oculto.

    —De acuerdo, lo prometo —Hago una pausa y me quedo pensativa— ¿Qué día irás? Porque no estoy en casa cuando salgo de clases y no quiero que vayas en vano.

    —Tranquila, te avisaré antes.

    Seguimos hablando de puras tonterías, me cuenta que viajará a París luego de mi cumpleaños, que ha conocido a un hombre el cual es muy bueno, con el que planea salir mañana y muchas cosas más. Cosas de las que no podíamos hablar en casa de Mónica.

   Luego le cuento lo que pasó en la semana, especialmente lo de Keith. Ella dice que sólo me rodeo con locos y mientras reímos por eso, llega Arnold.

    Mi primo es apenas un poco más alto que yo, tiene un físico normal, casi estoy segura de que con el poco entrenamiento que tengo le puedo ganar en una pulseada, aunque no en una pelea mano a mano, en la escuela siempre me defendía y no sé cómo sabe mucho de defensa personal.

    Su cabello es negro, igual que su madre, sus ojos son color avellana y sus facciones son bastante suaves y delicadas, aunque hace unos años poco a poco comenzó a notarse como va madurando y comienzan a volverse más masculinas.

    Su mirada es tierna y protectora, todo él lo es, especialmente conmigo. Siempre me cuida y trata de que me sienta a gusto con todo lo que me rodea o lo que me pasa.

    En cuanto lo veo corro y lo abrazo, él me estrecha contra sí y besa mi frente.




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