A la mañana estoy agotada, no conseguí dormir, sólo me quede dando vueltas y recordando cómo mi madre aparecía y me pedía a la bebé ¿Por qué me pasa todo esto a mí?
Desayuno por obligación, porque es lo que debo hacer, después vuelvo al cuarto para tomar mi mochila, al hacerlo ésta me muerde, instintivamente la tiro lejos, mientras maldigo, tengo heridas en los dedos causados por sus dientes.
Miro la mochila, se está arrastra lentamente hacia mí, retrocedo, no consigo razonar qué está pasando, corro hasta la puerta del cuarto, está cerrada, que raro, juraría que la dejé abierta, aun así lucho por abrirla, aunque no lo consigo.
Al mirar atrás, veo que la mochila está a pocos pasos de mí, la pateo, aunque me vuelve a morder y queda prendida a mi pie. Sus dientes son largos y filosos, atraviesan el champion y llegan hasta mi piel, perforándola. Sigo intentando soltarme, consiguiendo que apriete con más fuerza, me arden demasiado las mordidas.
Tan vez sus dientes estén envenenados, porque comienzo a marearme y mi vista está borrosa.
Me giro y pateo la puerta con el pie que tiene la mochila, aún así no logro nada, lo vuelvo a hacer y grito, pateo y grito, vuelvo a patear con las pocas fuerzas que me quedan, pero parece que en la cocina nadie escucha lo que está sucediendo.
Sollozo, la mochila cubre más mi pie, me dejo caer en el suelo, me duele todo el cuerpo, comienzo a perder la sensibilidad en los miembros.
Como último recurso, tomo mi celular del bolsillo para llamar a Ema, se supone que él está en la esquina, así que no tardará en llegar a socorrerme. El problema es que el teléfono es fuego vivo y me quema la mano, vuelvo a gritar, aunque apenas y logro oírme, estoy a punto de perder el conocimiento cuando la puerta de mi habitación se abre.
Todo desaparece, estoy de pie junto a la cama con la mochila en mano y Tere en la puerta, mirándome preocupada.
—¿No te ibas hace como cinco minutos? —Se acerca a mí y me examina, también lo hago, estoy sudando, aunque no tengo ninguna quemadura, ni mordidas, ni nada, es como si nada hubiera pasado, otra vez— ¿Qué te pasó en el cuello?
Tomo una bufanda y salgo corriendo, sin decir nada, antes de cruzar la puerta me pongo la bufanda para tapar las marcas que me dejaron los auriculares. Cuando cruzo la puerta Ema está al otro lado, en vez de en la esquina.
—¿Te dormiste? ¿Estás llorando? —Me tiro en sus brazos, me abraza y acaricia mi cabello— ¿Qué pasó soldadita? Me estás preocupando ¿Pasa algo dentro?
—No, sólo un mal sueño, vamos antes de que alguien salga.
Muy a mi pesar me aparto y respiro profundo, para reconstruirme de nuevo, estoy segura de que lo que ha pasado fue real, aún puedo recordar el intenso dolor que me causaron los golpes, el agua, las mordidas y la quemadura, lástima que no queda evidencia de su realidad. Sólo que los auriculares intentaron ahogarme.
—¿Es normal que los tengas? —Está preocupado, toma mi mano, estoy temblando y ni me había dado cuenta.
—Sí, a diario los tengo, bueno, siempre tengo el misma, pero... —Lo miro, no sé si decirle, no sé cómo explicarle que mi mochila me atacó y que mi celular parecía lava sobre mis manos. Ni se diga todo lo que pasó la noche anterior. Lo peor es que no dejaron rastros de ese brutal ataque. Mejor no se lo digo, pensará que estoy loca— Aun no me acostumbro...
Cuando llegamos a su casa ya estoy más tranquila. Zavier me recibe con un fuerte abrazo igual que siempre.
—Siempre es bueno verte en casa Nasty.
—Muchas gracias —Sonrío, no es necesario que lo diga, siempre me siento muy bien recibida.
—Sé que seguramente Ema te haya dicho que lo último que aprenderás a hacer es a usar tu propia arma, más allá de las pistolas, pero hoy te enseñaré a usarla. Debido a que soy el único que tiene una leve idea de cómo hacerlo y que entre semana no dispongo de tanto tiempo, los domingos nos dedicaremos a eso. Luego del almuerzo podrás seguir entrenando con Ema tranquila.
—De acuerdo, si es lo que usted considera correcto, lo sigo.
El entrenamiento es duro, primero tengo que aprender a luchar con mi arma, lo cual es un poco complicado y tedioso ya que es un arma un poco pequeña y complicada de maniobrar. Además de que tengo muy mala coordinación y en especial en comparación con Zavier.
Luego debo aprender a pelear con ella a distancia y por último a usar la cadena como parte del arma. Él quiere que aprenda un poco de cada área.
—Vamos a comer —Ema entra, tiene algo raro, no sé qué es.
Salgo siguiéndolos.
Algo pasa, comemos en total silencio, lo cual es muy raro. Las comidas suelen ser divertidas, todos comentan cosas y hablan como una familia normal, contándose las cosas buenas y los problemas, pero hoy no, estamos en silencio, además hay un aire muy tenso. Al terminar Ema se levanta, ni siquiera espera al postre, lo cual es aún más raro, él ama las cosas dulces.