Al día siguiente en la tercera hora, química, recibo un mensaje de Laura, irá a comer a casa y me llevará lo mío.
Por lo que hoy no comemos en casa de Ema, como siempre hacemos.
Esperamos a que ella llegue para comer todos juntos. Es un lindo almuerzo, reímos y hablamos, me siento feliz de que estén a mi lado, hasta Tere come con nosotros, lo cual es raro, a Mónica le daría un ataque si se entera que nuestra ama de llaves almuerza en su mesa.
Su presencia allí me hace aún más feliz, por suerte no tengo la mente tan vacía como la de mi tía, ella se cree superior a todos, mejor que todos, por tener un título, por ser una profesional y por tener un gran trabajo, pero es inferior a todos sólo por creerse superior, sólo por creer que ella tiene algo que la hace mejor que el resto del mundo. O al menos eso es lo que yo creo.
—¿Ya sabes dónde pondrás lo que te he traído? —Miro sorprendida a Laura.
—He... Si ¿Debajo de mi cama?
—No creo que entre allí, son varias cajas.
—¿Qué tienen las cajas? —Elissa nos mira a ambas, había olvidado contarle lo que me iba a traer Laura, bueno en realidad tampoco sé muy bien lo que trajo.
—Son cosas que le dejó... —Hace una pausa y la miro, ahora que lo pienso nunca ha vuelto a decir el nombre de su hija desde que murió, todos evitamos decirlo, no sé por qué— su madrina como herencia.
—A mí no me dejó nada —Mi hermana frunce el ceño—, no es justo, yo quiero algo también.
—Tú tienes madrina —Se me escapa y no puedo evitar decirlo con rabia, cierro los ojos, quiero disculparme, sin embargo, no lo hago.
—Estamos hablando de mi prima, no de mi madrina —Elissa suena molesta, pero... ¿Qué más puedo esperar? Le he hablado mal por algo que no tiene la culpa.
—Mi tía tampoco me dejará nada, así que estamos a mano, además mi madrina trataba de no hace diferencia entre nosotros, Mónica claramente sólo te quiere a ti.
¿No que quería ser amable con mi hermana y evitar dañarla por algo que no tiene la culpa?
No me había dado cuenta de que levanté la voz al hablar, he perdido el control, hace tanto que tengo todo eso atorado, que ahora que puedo soltarlo sale todo sin que pueda evitarlo.
—Permiso —Me levanto y me retiro, quiero disculparme con Elissa, ella no tiene la culpa del comportamiento de Mónica, sin embargo, el enojo es mayor, por eso me voy, no quiero embarrarlo más y además en el fondo, muy en el fondo, no me arrepiento.
Me siento en las escaleras de la entrada, segundos después llega Ema a mi lado, no me sorprende verlo, él siempre llega cuando peor me siento, es como si tuviera un radar para encontrarme. Me rodea con sus brazos y esconde mi rostro en su pecho.
—Soy una tonta, no debí decir nada de eso, me va a odiar y con razón...
—Tranquila, es tu hermana, todo se arreglará.
Poco después también llega Laura.
—Lamento haber causado todo esto —suspira.
—Tranquila, tu no causaste nada, no debí decir lo que dije, ella no tiene la culpa de como actúe su madrina, aunque no puedo negar que la envidio por tenerla... yo apenas puedo recordar a la mía —Miro a mi tía, sé que a ella le duele mucho hablar del tema—. Me gustaría haberla conocido más, aunque no puedo reprocharle nada, especialmente sabiendo lo que hizo por mí.
Laura me mira fijo, intenta averiguar qué tanto sé de lo que pasó, trato de mantener la cara de póquer, aunque nunca fui muy buena para eso.
—¿Qué sabes de lo que pasó? —Mira a Ema de reojo, como si no quisiera revelar nada delante de él.
—Nada, sólo que lo que pasó fue mi culpa, no sé más nada.
—¿Tu culpa? No habías cumplido los siete años, no puedes tener la culpa de nada, tú estabas muy lejos cuando... pasó, no sé qué hizo... —Hace una pausa para respirar, para tragarse las lágrimas y mantenerse tranquila— Ella te amaba más que a su vida, se enamoró de ti incluso antes de poderte ver y cuando vio tu sonrisa por primera vez se murió allí mismo, siempre fuiste su inspiración en los momentos más oscuros. No es tu culpa que te amara tanto.
Nos quedamos en silencio, no tengo palabras para decir, todo el mundo siempre dice lo mismo. Sin embargo, que mi tía rompa su regla personal para decirme eso me lo deja aún más claro, quiero que me cuente cosas de ella, que reviva mis recuerdos. Aún así no quiero que se sienta peor de lo que ya está.
—Ven, te mostraré lo que traje —Sonríe lo mejor que puede.
En la valija y en el asiento trasero de su auto hay como doce cajas grandes o más, todas llenas de cosas, suspiro frustrada, ni siquiera una de esas cajas entra bajo mi cama.