La siguiente semana transcurre con normalidad, dentro de lo que se puede esperar, sigo entrenando por las tardes, primero hago musculación y luego combate mano a mano contra Ema.
Es divertido, él intenta enseñarme y a la vez trata de no hacerme daño. Ahora no es ningún problema porque la mayoría de las veces acabo contra la colchoneta, sin embargo, espero algún día conseguir hacerlo bien y no creo que el hecho de que se limite tanto pueda ayudarme, de todos modos por ahora me centro en conseguir aprender a luchar.
El fin de semana es Zavier quien me entrena, como habíamos acordado y consigo avanzar un poco, la verdad enseña mejor que Ema y disfruta haciéndolo.
—Siempre quise que tengamos una hija, una niña para consentir y entrenar —Se ve tan feliz al hablar, pero tan triste al mismo tiempo—. Aunque luego de lo de Yves... —Toda la alegría se transforma en angustia, aunque sólo le dura unos pocos segundos, luego las emociones se esfuman y su mirada se vuelve hielo, igual que la de Ema en el liceo— En ese momento me alegré, había una persona menos para sufrir.
Luego de eso el ambiente está un poco tenso, él trata de distenderse y relajarse, sin embargo, no puede, lo cual es más que entendible.
He bajado mucho el rendimiento en el liceo y ya se nota, apenas consigo concentrarme al hacer los deberes y en clases me duermo. Ema está de muy mal humor por eso, insiste en que deje de entrenar, que eso me está desgastando demasiado. No le hago caso, incluso trato de entrenar más de lo que la rutina exige, quiero quedar tan rendida como para caer muerta en la cama, sin soñar, sin pensar, sin nada, sólo dormir.
En cambio eso no pasa, si no había estado durmiendo bien hasta entonces, luego de leer el diario de mi madrina menos aún. Algunas veces me desvele pensando, otras con pesadillas, aunque mayormente es dándole vueltas a eso de que sólo nos podemos enamorar una vez.
¿Por qué? No es que me moleste la idea, es como dice mi madrina, es super romántico, aunque nosotros somos quienes sólo nos podemos enamorar una vez, el resto no. Es decir, no son nuestras almas gemelas, no es que, por ejemplo, Ema me va a amar por siempre al igual que yo a él, que viviremos juntos hasta que la muerte nos separe y que tendremos un nidito de amor donde criar a nuestros hijos y bla, bla, bla.
¡NO! no es así, si eso es verdad algún día nosotros terminaremos y yo viviré infeliz por los rincones del mundo, pensando que algún día conocí al amor y que además me correspondió, pero él fue capaz de encontrar uno nuevo y yo estoy llorando por todos lados. Además... ¿Por qué a los de nuestra familia? ¿Qué tenemos nosotros de especial? ¿Es una maldición o una bendición? Si no existiera el divorcio sería una bendición, sólo que sí existe, así que... ¿es una maldición?
Ta, la abuela fue feliz, bien por ella y Juana también mientras estuvo casada, aun así para mi madre y para la tía Laura fue una maldición ¿Y Mónica? ¿Está enamorada de su marido? ¿Durarán mucho? ¿Serán felices? O... ¿harán como mi madre y Daniel que sólo se esforzaron para que funcione? Porque está todo bien con el amor, pero sé que sólo con eso no da para ser feliz con una pareja, ni con nadie.
No puedo evitar pensar que si pierdo a Ema, luego estaré llorando por los rincones, peor, suponiendo que no me deje, que me ame tanto como yo a él ¿Y si muere? Porque creo poder cargar con la culpa de no ser lo que él quiere, sin embargo, no sé si podré sabiendo que sí lo fui y aun así él ha muerto.
Ya estoy pensando en esto de nuevo, suspiro y miro mi leche que ya está fría, he estado jugando con ella mientras pensaba, ni siquiera presté un poco de atención a lo que dice Mónica, o Elissa, ni siquiera me he comido la tostada que tengo frente a mí, esto es frustrante, mi madrina no hace más que desconcertarme y eso que está muerta ¿Cómo sería si estuviera viva?
Peor, he vivido en una mentira siempre. Resulta que Daniel no era mi padre, que mi madre le fue infiel, que encontró al amor y que no se marchó con él para mantener la farsa que hasta entonces había tenido, para seguir jugando a las casitas con alguien que en realidad no amaba, que no era con quien ella realmente quería jugar a las casitas.
—¿Estás bien? —Ya es jueves por la mañana, luego de una semana ya debería estar acostumbrada, sin embargo, Tere tiene que apoya su mano en mi hombro para traerme a la realidad, se ve preocupada y yo casi tiro la taza del susto—. Ya casi es hora de que te vayas y aún no has tocado el desayuno.
Mónica me mira furiosa, seguro cree que estoy tratando de llamar la atención, su marido me mira con indiferencia y Elissa está tan preocupada como Tere.
—Sí, perdón, es que estaba pensando en las vacaciones, tranquila —le dedico la mejor sonrisa que me sale a Tere, tomo la leche de una y salgo rápido.