Anastasia y el mundo de él

Capítulo 17

          El almuerzo es un poco mejor que ayer, aunque de todos modos están algo callados, parecen tristes, lo cual entiendo muy bien.

     —Te acompaño a casa —Ema se levanta y me extiende la mano, normalmente luego de comer nos quedamos varios minutos hablando o simplemente disfrutando de la compañía de los demás. Sin embargo, esta vez apenas ha terminado el postre.

    —Y vuelves en seguida —El tono severo de Nora me sorprende, nunca se comporta así con Ema, siempre le deja hacer casi cualquier cosa.

    Salgo junto a él de la casa, en total silencio, simplemente tomándonos de la mano, aunque eso sólo dura un par de cuadras.

    —¿Es por algo en particular que tu madre insiste tanto con que vuelvas o sólo porque realmente quiere que me dejes hacer las cosas sola?

    —No lo sé —Se encoje de hombros—, esta pesadísima con eso, creo que teme que se repita lo de mi hermano, en estas fechas siempre se comporta así, aunque es raro que ella me dé ordenes, normalmente dice las reglas y listo, luego es cosa tuya como las haces cumplir. De todos modos no me interesa mucho.

    —Tendrás problemas —Me detengo en la puerta de casa, cortándole el paso.

    —Hoy no es un buen día, prefiero estar un rato contigo y luego tener que soportar a mamá, en lugar de soportarla sin poder estar contigo.

     Paso mi mano por su cabello, tirándolo hacia atrás y al llegar al final lo abrazo.

    —Entonces ayúdame a hacer mi maleta —Él me abraza, siento su dolor, lo veo en sus ojos, lo escucho en su voz, lo percibo en sus caricias y noto como intenta enterrarlo. Como quisiera poder quitarle el dolor, aunque sé muy bien que eso no se puede.

     —Hola chicos —Nos sobresaltamos al escuchar la voz, sin embargo, al reconocer a Tere me relajo un poco— ¿Cómo están?

    —Bien —Ambos respondemos rápido y sin muchos ánimos.

    —Oh, sí, se nota ¿Pasó algo? —Negamos— Bueno iré a hacer unas compras y de paso les traigo algo rico, pórtense bien.

     Miramos como se aleja y luego entramos, no hay nadie, la casa está totalmente vacía.

    —Bueno, así será más fácil, no tendremos a nadie que nos moleste.

    —Ahora que me doy cuenta, creo que deberías irte —Me sonrojo.

    —¿Por qué? Ya estoy aquí y no haremos nada, sólo tu maleta.

    —Sí, lo sé pero no es por eso... es que...

    —¿Tu habitación esta desordenada? —Afirmo aún más apenada, él se ríe— No pasa nada, soldadita, es normal, no creo que esté tan mal.

    La verdad no lo está, aunque tampoco está lustrosa como siempre está la suya, el cuarto que comparto con Elissa es pequeño y más aún porque es para dos. Es cuadrado, frente a la puerta están las cuchetas y a su lado un pequeño ropero, allí termina la pared, sólo eso entra de ese lado. A la derecha de la puerta está el escritorio y una muy pequeña biblioteca con siete estantes, seis son de Elissa con sus libros del liceo y adornos. El otro es mío y tiene los pocos libros que me han regalado a lo largo de mi vida, allí acaba el mobiliario del cuarto. Las paredes son rosa chicle, el color favorito de Elissa y el que yo más odio, en ellas hay posters de sus actores favoritos y dos con mis películas favoritas en el espacio de pared entre mi cama y la suya, ese es mi único espacio.

     —¿Este es tu cuarto? No te representa —Hace una mueca, suspiro.

    —En realidad no es mi cuarto, es de Elissa y ella me deja dormir en él —Me encojo de hombros.

    —El color de las paredes lastima mis ojos —río leve y beso su mejilla, me alegro de que no esté tan mal como para perder su sentido del humor.

    —Con el tiempo te acostumbrás.

    Él ríe, aunque casi sin ganas, sé que está intentando estar bien, también sé que eso es imposible, aunque le pondré ganas e intentaré que lo logre.

    Abre el armario y me mira con cara de asco.

    —El último estante es el mío, sólo ese.

    —Eso lo explica todo —Señala los estantes de mi hermana, casi toda su ropa es rosa, o violeta— aunque te verías muy bien con esta ropa, más allá de que no te represente, no te imagino toda de rosada, como la pantera rosa o algo así.

    —No te burles que Elissa se viste así.

    —Por eso ella no es mi novia —Él se ríe, mientras me cruzo de brazos haciéndome la ofendida.

    —¿Soy tu novia sólo porque no visto de rosa?

    —Sabes que no soldadita —Se acerca a mí y me rodea la cintura con las manos—, por eso y porque no andas detrás de Mati —Intento apartarlo, sin embargo, él me sostiene con firmeza—. Vamos, sabés que bromeo, hay tantas razones por las que eres mi novia que no me daría la vida para enumerarlas —Entrecierro los ojos y lo miro de reojo, está sonriéndome, su sonrisa es coqueta, intenta provocarme y lo logra, logra que me derrita cuando sonríe así.




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