Anastasia y el mundo de él

Capítulo 18

      Por supuesto Mónica me acribilló a preguntas a la hora de la cena, aunque mis respuestas eran muy monocordes, luego se aburrió y me dejó en paz, Elissa ayudó desviando el tema, preguntando que harán en vacaciones.

    Como hasta ese momento no duermo nada, además de todo lo que ya tengo en la cabeza, ahora le tengo que sumar los nervios del viaje.

    Me levanto muy lentamente, mirando todo, con cuidado, preparada para cualquier cosa mala que sé que pasará, sin embargo, no pasa. El desayuno es tranquilo, al terminar me quedo en la cocina ayudando a Tere hasta que llega Nora, tengo un poco de miedo, espero que no esté demasiado molesta por lo de ayer.

    —Adiós —Elissa me saluda con la mano, aún está molesta, Mónica me saluda de la misma forma que ella.

   Tere me acompaña hasta la puerta y me abraza fuerte.

    —Cuídate mucho hermosa ¿Si? Y cualquier cosa llámame o escríbeme y yo te llamo.

    —Gracias Tere, te voy a extrañar.

    —Y yo a ti hermosa, esta casa será un infierno las dos semanas en que no estés —ríe un poco, luego besa mis mejillas y vuelve a darme un rápido abrazo—. Toma, esto es para que me recuerdes en las próximas semanas y disfrutes un poco más.

    Me da un sobre cerrado y antes de darle vuelta me cierra la puerta en la cara, suspiro y voy con Nora, no quiero enfadarla más haciéndola esperar.

    —Hola ¿Cómo estás? —Me subo al auto un poco nerviosa, aunque me relajo cuando ella sonríe.

    —Hola Nasty, bien ¿y vos?

    —Bien, gracias.

    El resto del camino de regreso a su casa es tranquilo y muy callado, aun así todo parece normal, al llegar ni me molesto en bajar la mochila.

    Voy hasta la puerta donde Zavier y Ema nos esperan y los ayudo a llevar las maletas.

    —¿Y tú maleta? —Zavier frunce el ceño y no sé por qué me sonrojo.

    —Es que toda mi ropa cabe en mi mochila, así que metí todo en ella y ya.

    Él afirma sin decir más nada y va por las pocas cosas que quedan.

    —Hola —Ema sonríe y me besa—. Te ves hermosa ¿Cómo estás?

    —Bien ¿Tu qué tal? ¿Todo bien ayer con tu madre?

    —Sí, nada demasiado importante, sólo me castigó por un mes al volver ¿Qué pasó con tu tía?

    —Oh, qué mal, ps, nada, ella preguntó mucho por ti, pero como no le presté atención e hice como que no sabía nada, no pasó de ahí.

    —Genial, no es tan malo, dudo que se acuerde para cuando regresemos —ríe.

    —¿Vamos? —Zavier sonríe abrazando a su esposa por los hombros.

    —Claro —Sonrío y Ema me abre la puerta de la camioneta, me subo y le doy una última miradita a la casa antes de marcharnos.

    Es la primera vez que viajo en avión, en realidad lo más lejos que viajé fue a uno de los tantos balnearios que hay aquí, fuimos en ómnibus, simplemente mamá se levantó un día y fuimos los cuatro.

    Sin embargo, en avión es distinto, hay que hacer el check in y "facturar el equipaje", así lo llamó la amable muchacha que me atendió; luego el control de seguridad y por último atravesar la puerta de embarque que va al avión.

    Parece fácil ¿Verdad? Lo es, aunque con los nervios casi parecía un examen al que te presentaste sin estudiar.

    Ema me deja sentarme junto a la ventana, sus padres se sientan en los asientos del pasillo.

    El despegue es precioso, al menos durante lo que puedo soportar el dolor de cabeza, el cual siento apenas el avión se pone en marcha.

    Intento prestar atención a lo que Ema dice, sin embargo, la presión que siento me está matando, es como si algo quisiera aplastarme el cráneo.

    Como solución duermo casi todo el vuelo, despierto un par de veces, para comer algo o ir al baño, incluso una vez Ema me despierta mientras sobrevolamos por algún punto de Portugal, a la distancia se ve como está lloviendo y él no quiere que me pierda tal espectáculo. Realmente es precioso, parece una cascada o algo así, es bueno ver algo tan cotidiano desde otro punto de vista.

    En un momento me asusta lo mucho que consigo dormir, el vuelo dura doce horas, así que supongo que he dormido unas diez. Al recordar la cantidad de días que llevo descansando mal y con la cálida sensación de la mano de Ema sobre la mía, entiendo cómo consigo dormir tanto.

   Las horas en Madrid pasan rapidísimo, entre charlas y risas, allí complican un poco a Nora por una joya que lleva, una pulsera, la cadena es sencilla y la gema tiene forma de prisma con base hexagonal y es de color marrón claro, creo que la piedra se llama ámbar, aunque nunca vi una tan oscura, tampoco es que haya visto muchas piedras preciosas en mi vida, tal vez me equivoqué.




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