Mientras Nora contaba su historia dimos varias vueltas a lo largo del super, pero no agarramos nada, sólo le prestábamos atención a ella, así que luego de eso nos pusimos a buscar lo que necesitábamos, por suerte no nos llevó mucho tiempo.
Para eso de la una de la tarde ya estábamos de regreso en la casa de Cara, apenas entramos el delicioso aroma de la comida nos abraza.
-Woo, wooo, woooow ¿Quién eres y qué hiciste con mi Zarina? -Me sonrojo por el comentario de Keith.
-Nada ¿Por qué?
-Porque estas deslumbrante, no me molesta la ropa que usas normalmente, sólo que ésta resalta maravillosamente tu belleza.
De acuerdo, ahora me estoy muriendo de vergüenza, no sé dónde esconderme.
-¿Me ayudas a terminar de cocinar?
-Claro -Sonrío y lo acompaño a la cocina- ¿Qué preparas?
-¿Qué crees tú? Pastas, estamos en Italia, no puedes esperar que sea original.
-Pero las pastas no son Italianas -Me mira sorprendido y luego sonríe-. La salsa sí, sin embargo, las pastas no.
-Linda e inteligente, una buena combinación.
-¿Tengo suerte verdad? -Ema aparece sonriente por la puerta.
-Sí, demasiada -Keith deja de sonreír-. Zarina ¿Me pasas la salsa?
Se laa paso y me siento sobre la mesada. Ema toma algo de la heladera y vuelve a salir.
-¿Piensas ayudarme sentada allí?
-Hemm... ¿Si? Estoy cómoda desde aquí, además puedo supervisar que hagas todo bien.
-Eres mi asistente no mi superior.
-Soy una Zarina, así que debes hacer lo que digo -Me cruzo de brazos y levanto el mentón como lo haría alguien de la realeza.
-De acuerdo mi Zarina -Se inclina haciendo una reverencia-. Haré todo lo que usted me pida.
-Así me gusta más -río.
Lo "ayudo" a cocinar, en realidad lo critico por todo lo que hace, incluso por como respira, al final él se desquita, se lava las manos muy lentamente, se enjuaga bien y en vez de secarse me salpica.
Salgo corriendo mientras intenta seguir salpicándome, aunque él no sale de la cocina, se queda terminando de aprontar la comida y servir los platos.
Ayudo a Cara a preparar la mesa, agregamos una pequeña que tenían guardada para estas ocasiones. Ésta es más baja y las sillas en las que hay que sentarse son las del jardín, que son casi tan altas como la mesa.
-Nasty se sienta en la nueva mesa, ella es bajita así que se sentirá cómoda.
-Gracias Gonzalo, por eso Santi es mi favorito -Tiene suerte de que las miradas no maten, porque si lo hicieran de él ya no quedaría nada.
-No, era broma, no te enojes, vamos, sabes que soy tu favorito.
-Por grosero tú comerás en esa mesa y no digas nada porque te castigaré.
No puedo evitar reírme por el regaño que le da Nora, le saco la lengua y me siento junto a Cara.
La comida está deliciosa, Keith cocina aún mejor de lo que dicen, el postre lo hizo Cara, no sé qué es, aunque es riquísimo, normalmente a mí no me gustan los postres dulces, sin embargo, esto es riquísimo.
-Cara ¿Cómo hiciste esto? Está buenísimo.
-No lo intentes Nasty, ella no le dice la receta a nadie -Santi pasa su brazo alrededor de los hombros de ella, sonriendo.
-Algún día tal vez te lo cuente, aunque debes prometer que guardarás el secreto.
-Lo prometo, debes decírmelo, está riquísimo.
Todos se ríen, no sé por qué, tal vez mi rostro revele más admiración de la que siento realmente.
-¿Qué haremos en la tarde? -Ema mira a su madre, mientras mastica una porción del postre.
-Iremos a la Isla Castillo.
-Es Isola Bella-Stresa -Me enamora el perfecto acento de Cara-. Es un lugar muy hermoso, tienen que verlo, bueno lo veremos esta tarde, éste es un momento ideal para visitarlo, no hay casi turistas, así que prácticamente será todo nuestro.
-Primero tenemos que entrenar ¿Vamos?
-Pero hay que ayudar.
-No, tranquila, ustedes cocinaron -Nora me sonríe-. Ema y Gonza levantarán todo, lo lavarán, secarán y no protestarán -Sonríe aun mirándome, se nota que los conoce-. Santi hará la cena.
-Perfecto, vamos -Keith me levanta de un tirón.
-Espera, debo cambiarme, no voy a entrenar de pollera.
Él sonríe, aunque no le presto atención, voy al cuarto y me pongo el deportivo que me regalaron Nora y Cara. Cuando salgo Keith está apoyado en la pared de brazos cruzados, me toma de la mano y me saca a rastras.
Salimos al patio trasero, allí nos dirigimos al costado de la casa, un estrecho pasillito entre ésta y los arbustos, allí hay dos puertas en el suelo, las que él abre. Al hacerlo aparecen frente a nosotros unas escaleras, las baja y me extiende la mano, la tomo y bajamos juntos.