Anastasia y el mundo de él

Capítulo 23

    Salimos juntos, caminamos por la rambla, tranquilos, disfrutando el paisaje tan hermoso, el lago de un azul deslumbrante, las montañas en el horizonte se ven tan verdes y bonitas, aunque me gustaría que estuvieran blancas. Nunca vi nieve, en casa no nieva nunca, aunque últimamente amenazan mucho con que pasará, sólo que pasa.

    —Lástima que es verano, sino me gustaría ir a esquiar.

    —Un día te llevaré, no ahora, aun así te prometo que un día iremos ¿Ya has ido antes?

    —No, a mi tía no le gusta viajar.

    —Me imagino, te tocó la más aburrida de todas.

    —Sí, Laura vive de viaje, bueno desde la muerte de mi madrina, creo que le duele caminar por las mismas calles que ella lo hizo.

    —¿Me lo dices a mí? Mis hermanos hicieron lo mismo y para colmo formaron una familia en el nuevo lugar, al menos Santi lo hizo, porque aunque algunas veces lo deseo en lo más profundo de mi alma, sé que él y Cara se aman demasiado como para terminar, por algo le pidió a mamá la pulsera.

    Esto último lo dice en un tono tan bajo que no sé si lo dice para él o para mí, aun así me sirve de palanca para sacar el tema.

    —¿Por qué te molesta tanto que tu madre se la haya dado?

    Ema hace una mueca, parece incomodo con este tema.

    —Porque soy un estúpido al que le cuesta asimilar los cambios... aún recuerdo cuando Yves estaba enamorado de una chica, nunca la conocí y supe muy poco de ella, aunque siempre soñé con que él sería el primero en entregar su pulsera.

    Juega un rato con mis dedos mientras medita cómo va a decir las siguientes palabras, finalmente suspira.

    —Veras, nosotros no nos casamos como lo hacen las personas... normales.

    Parece incómodo ante ese término, por lo que choco suavemente mi hombro con el suyo y le sonrío burlona.

    —Soy normal y tú no, lero, lero —Sonríe sintiéndose un poco más relajado—. Bueno sigue ¿cómo se casan los anormales? Quiero decir, los cazadores.

    —Cuando nace un niño cazador el gobierno tiene la obligación de crear una pulsera, de una manera que desconozco. Está hecha por una simple cadena y una piedra del mismo color que los ojos del niño, creo que usan magia para hacerlas, lo cual me parece entupido ya que las brujas son las únicas capaces de hacer magia.

    » En fin, los hombres entregan esa pulsera a las cazadoras que eligen como sus parejas, bueno eso era antes, ahora está permitido unirse con quien uno quiera. Esa parte del ritual es privada, la pareja se jura amor eterno y luego de que la pulsera ha sido colocada no hay marcha atrás, nosotros no tenemos divorcio, sólo la muerte puede separar a una pareja y muchas veces ni eso.

    Acaricia unos segundos mi muñeca, pensativo, creo que imagina cómo quedaría allí su pulsera, o tal vez soy yo la que lo imagina y quiero creer que él también lo hace.

    —La segunda parte consiste en hacer una fiesta pública para hacer oficial la unión, la novia viste de celeste, en honor a la pureza del cielo, su eterna presencia y bla, bla, bla. El novio viste de beige, creo que antiguamente era amarillo en honor al sol y la unión entre éste y el cielo, aunque como son ridículos los trajes de ese color, lo cambiaron por un color un poco más lindo, aunque tampoco demasiado.

    No puedo evitar reírme por su comentario, creo que él se vería guapísimo usando el color que use, aunque con amarillo creo que además de guapo se vería chistosísimo.

    Miro el cielo, hoy no hay ni una sola nube, siempre he oído que el celeste de nuestro cielo es uno de los más preciosos y ahora que miro éste, estoy segura de que lo es, no quiero decir que haya mucha diferencia entre el celeste de Italia y el de casa, pero... no sé, lo extraño, tal vez eso haga que me parezca aún más hermoso y también ayuda a que entienda por qué usan esos colores de trajes.

    —No puedo imaginarme a Santi con esa ropa, no sin antes haber visto a Yves usándola.

    —No lo sé Panterita —Saboreo cómo suena ese apodo entre mis labios, cada vez me gusta más, despeino a Ema y luego lo abrazo, consolándolo, tal vez así consiga que el gran agujero que siente en su pecho sea más pequeño, aunque lo dudo mucho.

    Ahora que Ema me lo ha contado, consigo hacer la conexión entre lo que sentí al ver la pulsera y lo que siento al ver los ojos de Santi, sabía que me recordaba a los ojos de alguien, aunque en ese momento no fui capaz de saber de quién.

    —Tendrás que acostumbrarte Ema, él no volverá y tanto tú como tus hermanos deberán seguir adelante, tienen derecho a rehacer sus vidas, tampoco debes temer porque tus hermanos hagan sus vidas aquí, al menos los ves de vez en cuando

    Él lo piensa unos segundos, luego sonríe levemente, tratando de quitarle peso a la situación.




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