Gracias a Keith descubro que el entrenamiento sirve para desquitarse cuando uno está enojado y realmente lo estaba, más de lo que pensaba, especialmente por el estúpido comportamiento de mi estúpido novio.
Ahora estoy ayudando a Nora a tender la mesa, me siento más relajada, aunque evito a toda costa verle el rostro a Ema.
La flor se la di a Cara, ésta la colocó en un hermoso florero en el centro de la mesa, se ve muy bonita, aunque parece que a Nora no le gusta. Al verla Santi abrazó a Cara y la besó, luego de decirle que solo su belleza supera a la de esa flor.
Por una extraña razón, no puedo dejar de pensar en el señor que nos la dio, en parte me siento muy apenada por lo grosero que fue Ema y por otra parte hay algo en él que hace que no pueda dejar de pensarle, tal vez sea los maravillosos colores de sus ojos, o tal vez sea otra cosa, algo que no logro identificar, de todos modos quiero volver a verlo.
—¿Al final qué haremos esta tarde? —Zavier se sienta mirando a su esposa.
—No lo sé cariño ¿Tu qué sugieres Nasty?
—No sé —Me encojo de hombros—, creo que me quedaré entrenando con Keith.
—Oh, vamos Nasty, estamos de vacaciones, no tienes que estar entrenando todo el día ¿Me contarás qué pasó con Ema?
—No tengo nada que contar, lo siento.
En ese momento entra Santi en el comedor, trayendo el pan, lo coloca en la mesa y se sienta, luego llega el resto de la familia, Ema es el último y se ubica a mi lado, como siempre.
Por suerte a nadie parece importarle que Ema y yo no hablemos, la comida transcurre tranquilamente, todos ríen y hacen bromas como siempre, hasta que...
—¿Qué haremos esta noche al final? —Todos dejan de comer y miran a Keith.
—Iremos de caza —Nora le responde sonriente y luego me mira aun sin dejar de sonreír—. Y tú no irás.
—¿Cuán peligroso es hermana? —Keith interviene antes de que pueda protestar.
—No se sabe, al parecer es una bruja que vino en busca de refugio.
—¿Una sola bruja contra nosotros siete y ella no puede venir? —Me sorprende que Keith me defienda— Además si busca refugio es porque está débil, no creo que sea una gran adversaria.
—En eso te doy la derecha concuñadito —Gonza le guiña un ojos al rubio— ¿Quieres ir cuñadita?
—Claro que quiero, para eso estoy entrenando.
—Entonces que vaya y no se discute más —Santi es quien acaba la conversación, le dedico una sonrisa enorme.
Los Misiajalaná no sé a dónde salen, lo que sí sé es que luego de una larga siesta se van, me invitan, sin embargo, lo rechazo.
En su lugar paso toda la tarde entrenando con Keith, me hace comer tierra incontables veces y así estoy ahora, en el piso, esta vez no me levanto inmediatamente, estoy agotada y me duele cada uno de los músculos de mi cuerpo, respiro profundo y me levanto un poco mareada, pero consigo mantener el equilibrio.
En el preciso instante en el que consigo la estabilidad, la luz se apaga, por un momento no me molesta, a través de las ventanas entra luz, así que no me importa. Hasta que de pronto siento un ruido metálico, como el que hacen las cortinas de metal que tienen los negocios al ser bajadas, miro hacia una ventana y efectivamente es así, unas gruesas cortinas de metal están tapando la poca luz que entra en la habitación, hasta que ya no entra nada.
—¿Sabías que las brujas ven en la oscuridad? Con la misma claridad con la que ven de día —Siento su voz retumbando en la habitación, no consigo saber exactamente de dónde viene.
—No, no lo sabía.
—Los cazadores también pueden ver, aunque no con tanta claridad, es uno de los dones que los ángeles les dieron.
De pronto siento una débil punzada de dolor en el costado, intento agarrar lo que me produjo ese dolor, no hay nada. Siento otra punzada y esta vez me muevo más rápido para agarrarlo, aun así no lo logro.
—Debes ser capaz de sentir lo que pasa a tu alrededor, o al menos ser capaz de ver el movimiento, eso cualquier simple mortal puede hacerlo.
—¿Las brujas son inmortales?
—No lo sé, no conozco ninguna bruja que hata llegado a los cuarenta y siempre es porque son asesinadas, no porque mueran de vejez.
Otra punzada en la espalda, suspiro y me concentro, intento ver a mi alrededor, sólo que todo es oscuridad, generalmente puedo ver el movimiento, sin embargo, nunca en una oscuridad tan absoluta.
—¿Cómo hago para percibir el mo...? —En ese momento una cadena se enreda en mi pie y tiran de ella, caigo de espalda, el golpe es más fuerte de lo que esperaba.
Gruño, adolorida y molesta, Ema había dicho que tendría que aprender, pero me imaginé que sería de un modo menos tortuoso.