Anastasia y el mundo de él

Capítulo 32

    Me lleva varios segundos darme cuenta de que la criatura no me atacará, al menos no en principio.

    A diferencia de los otros lobos que había visto, éste no parece feroz, tiene una mirada tierna incluso juguetona, tal vez si a él le tiro una botella o una rama sí va a buscarla y me la devuelve.

    Levanto la mano, me tiembla, apenas termino de levantarla él mete la cabeza bajo ella, obligándome a acariciarle. No puedo evitar reír mientras le acaricio, Ema dirá que no interfiera, pero estoy segura de que si algún día repito una situación similar, el lobo no se me acercaría y si lo hace no sería pidiendo mimo.

    —¡Soldadita cuidado! —Ema grita, así que es él quien me seguía. No sé por qué me sorprende, siempre se preocupa por mí y seguro se debe de haber asustado mucho al darse cuenta que he salido corriendo.

    Pobre... se debe de haber asustado mucho, seguro me matará por hacerlo...

    —Tranquilos —Me refiero tanto a Ema como al lobo, que comenzó a gruñir, para luego salir corriendo.

    Ema se acerca a mí raìdamente, sin perder de vista al lobo, se arrodilla junto a mí y le doy un golpe en la nuca.

    —¡Ay! ¿Eso por qué fue?

    —Él no me estaba haciendo daño, lo asustaste.

    —Lo siento, no quería preocuparme porque un animal carnívoro esté a tu lado cuando tú estás caída en el suelo indefensa.

    —No estaba indefensa.

    —¿Te asustaste por la osa?

    Cambia de tema porque sabe que no vale la pena discutir este tema, yo tengo razón y nunca lograra que diga lo contrario.

    —No me asusté... —Me detengo, no sé cómo explicarle— Es como si sintiera su dolor, no podía estar allí, sentía ganas de arrancarme la piel.

    Él me abraza, haciendo que hunda mi rostro en su hombro y luego acaricia mi cabello.

    —Sí, me pareció que algo iba mal por tu rostro y la forma en que saliste corriendo.

    —Qué raro que no me alcanzaras de inmediato.

    —Cara —El nombre de su cuñada le sale casi como si fuera un ladrido o un gruñido—, ella me hizo parar unos segundos.

    No le respondo, simplemente disfruto de la paz, aunque sé que es sólo momentánea, sólo necesito un segundo para luego volver con el resto del grupo.

    Éste es como mi paraíso personal, los fuertes brazos de mi novio me envuelven, protegiéndome de cualquier cosa, mientras su firme pecho me sostiene, para nunca tener que caer. El calor de su cuerpo me cubre para no tener que enfrentarme al cruel y frio mundo, mientras su dulce y extraño aroma me reconfortan.

    No sé cuánto nos quedamos así, pero no nos movemos hasta que sentimos un silbido agudo, casi siento como si, por el segundo que dura, fuera a reventarme el tímpano.

    Nos levantamos rápidamente, al hacerlo mi cabello cae desparramado sobre mis hombros y parte de mi rostro, se nota que en algún momento Ema me quitó la coleta.

    —Me gusta más como te queda así —Su mirada se queda perdida en ver cómo mi cabello vuela con el viento—, te identifica mejor y es como si estuviera bailando con el viento.

    Me muerdo el labio y aparto la mirada sonrojada, él sigue perdido unos segundos, hasta que el tapo los ojos, sintiéndome demasiado avergonzada como para soportarlo más, sonríe divertido, besa mi mano y emprendemos el camino de regreso con los demás.

    Mientras caminamos rumbo a dónde sentimos el ruido un ave pasa volando sobre nosotros, agitando las copas de los árboles y proyectando su sombra sobre nosotros. Noto como planea un poco, pero luego sigue de largo.

    Seguimos corriendo hasta salir de los árboles, al hacerlo vemos a los adultos a mitad de camino entre donde estamos y la cima. Él tiene el brazo extendido y sobre él hay un ave posada.

    Cara está a su lado y platican sobre algo, pero en cuento nos acercamos puedo notar que están incomodos ¿Será porque los interrumpimos? Tal vez hablaban de algo que no quieren que sepamos, o tal vez simplemente sea mi imaginación.

    Eze me mira por unos segundos y luego parece que viera a alguien más, su mirada se cubre por una capa de dolo y frialdad, un escalofrío recorre mi espalda ¿Por qué me ve así? ¿De qué me estoy perdiendo esta vez?

    Prefiero centrar mi atención en la preciosa ave que descansa en su brazo, en el pecho tiene plumas blancas y en las puntas marrón claro, en la cabeza las plumas son iguales, en cambio en el lomo son grises oscuras. Cuando extiende las alas y alza el vuelo se nota que el gris es azulado, brillante.

    Camino apartándome más de los árboles, admirando la belleza del ave, cómo vuela y planea, no puedo creer que sea tan bello.

    Se aleja volando mientras corro a la cima tratando de verlo el mayor tiempo posible, aunque su vuelo es más rápido que mi carrera, especialmente porque voy medio de costado y en subida.




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