En la tarde salimos todos juntos, sólo caminamos por la rambla, charlando, riendo y tomando mate, es una simple tarde y aun así es genial, compensa mucho el incómodo momento de la mañana.
En determinado momento Zavier se detiene, mirando al horizonte, el sol está escondido tras las montañas, sobre nosotros el cielo ya está de un tono azul marino, casi negro, más cerca de la montaña pasa al violeta oscuro y casi al final es rojo.
Sé que con mis simples palabras no puedo describir la maravilla del paisaje, unas pocas palabras del entorno y los colores no son suficientes, además hay que sumarle la magia de que estemos todos allí, disfrutando.
Creo que eso es lo que lleva a que Zavier quiera sacar allí la foto familiar de estas vacaciones, por supuesto todos estamos totalmente de acuerdo.
Llegamos a la casa tan tarde que probablemente el sol ya está por salir nuevamente.
Mentira, pero si son tipo las diez u once, los Misiajalaná parece que no están cansados, sin embargo yo estoy exhausta, me pesan las piernas a mas no poder, por eso me dejo caer en el sofá, rendida.
Por moción general decidimos encargar la cena, hoy le toca cocinar a Gonza y a Ema, los cuales tienen una fama muy grande de ser pésimos cocineros. Mientras cenamos miramos una peli, es una comedia muy divertida y da lugar para que Gonza y Santi le tomen el pelo a su hermano pequeño.
Todo es magnífico, al menos hasta que nos vamos a dormir, decido bañarme primero, por lo que no noto que los Misiajalaná están moviéndose mucho.
Luego de tomar la relajante ducha Ema entra al baño, así que aprovecho para ponerme el pijama y recogerme el pelo. Me recuesto un rato pero no consigo descansar, tanto movimiento en la casa me pone nerviosa, noto un extraño cosquilleo en la piel y no puedo quitármelo de ninguna forma.
Cansada de dar tantas vueltas voy a la cocina, en parte para ver qué está pasando y en parte por un poco de agua.
Al salir de allí noto que Gonza y Cara están vestidos y armados, Nora y Zavier sólo están vestidos para cazar y Santi no está.
—¿Saldrán a cazar? —No puedo evitar que mi voz salga con una gran carga de reproche.
¿Por qué no me di cuenta antes? La charla de ayer con Santi no sólo era por lo que vendría en el futuro, sino además por lo que pasaría a la noche siguiente.
Es decir, esta noche, ellos están planeando ir a cazar y no sólo piensan dejarme atrás, sino que además planean ocultármelo ¿Cómo se atreven? ¡Esto no es justo!
—Sí, tenemos que atrapar a la bruja que te hizo daño, no podemos dejarla escapar dos veces.
Nora habla con tranquilidad, como si intentara apaciguar a una bestia, teniendo en cuenta lo enojada y decepcionada que me siento debería esforzarse un poco más, sólo está consiguiendo que me enoje más.
—¿No planeaban decírmelo? ¿No planeaban que fuera con ustedes?
—Nasty... —Zavier es quien interviene, parece querer decir mucho, aunque no parece saber cómo, Nora está igual— No queremos arriesgarnos a que...
No escucho cómo acaba la frase, ya sé cómo lo hace y no me interesa en lo más mínimo. Entiendo todo su razonamiento y todas sus preocupaciones, mas eso no quita la gran decepción que crece en mi pecho, especialmente porque lo que más me molesta no es que planearan dejarme a un lado.
Particularmente por su absurdo razonamiento con respecto a lo de que no son buenos cuidando de mi o cosas por el estilo, creo seriamente que esa no es su responsabilidad, yo elegí unirme a esta ardua profesión, es mi problema cuidar de mi. Perfectamente podría haberme apartado de Ema en el momento de saber la verdad o quedarme y ser totalmente indiferente a lo que él hace cada vez que sale de caza.
Pero no lo hice, en ningún momento lo consideré una opción, mi deseo es estar a su lado en todo y ayudarle, quiero ser su compañera no su noviecita, la que se queda a salvo en su casa mientras él se arriesga por el bien común.
Lo que me molesta es que quieran ocultármelo, no tengo tres años para que no me cuenten la verdad, tengo derecho a saber y sobre todo a tomar las decisiones que crea mejores para mi.
—¿Ya te enteraste? —Santi viene desde el garaje y me intercepta a mitad de camino de... no sé, no sé a dónde iba.
—¿Tu qué crees?
Le miro molesta, él sabía perfectamente lo que iba a pasar y no me dijo nada, sólo intentó excusarse.
—Lo lamento, nosotros creemos que sí debes ir, no obstante, mis padres están en contra y bueno... ellos mandan, tú viniste bajo su responsabilidad, no la nuestra, lo lamento.
—¿Por qué me lo ocultan? Me enojaría mucho que no me lleven, pero lo terminaría aceptando, la mentira por otro lado duele y no sé si pueda perdonarles.