Anastasia y el mundo de ella

Capítulo 43

    En cuanto abro los ojos en la carpa intento volver, tengo que saber qué pasa, por qué ellos pelean tanto y qué hizo mi ex para enfurecer así a Gonzalo. No puede haber hecho nada tan grave como para que le pegue, debería ayudarlo a solucionar el problema, no molerlo a golpes como siento que está haciendo.

    No consigo volver a la mente de Ema, no sé si es porque estoy despierta o porque sus emociones volvieron, lo abruma la culpa, la vergüenza y el dolor, se siente tan mal que su único pensamiento es que merece que su hermano le dé un escarmiento, merece la paliza y más.

    Por suerte puedo sentir cuando Gonza se detiene, quiero creer que lo hace porque sabe que se ha pasado de la línea, o que al menos lo haga porque el otro no se está defendiendo.

    —¿Estás bien? —La mano de Keith esta en mi hombro y su voz suena preocupada.

    —Sí ¿Por qué me despertaste?

    —Estabas teniendo una pesadilla, llorabas y le suplicabas a Gonza que no sea así.

    —¿A Gonza?

    Keith simplemente afirma.

    Al parecer expresaba mis pensamientos en voz alta.

    Por primera vez, no deseaba que me despertaran.

    —¿Sabes por qué él está tan enojado con Ema? Es como si lo odiara...

    —No, la verdad no —Su tono es de total desinterés e incluso un poco de furia—. Sí, he notado que las cosas entre ellos están demasiado mal, es como si Ema hubiera hecho algo imperdonable, o similar, pero no sé qué sea y creo que tampoco me interesa.

    —Él acaba de darle una golpiza, eso no es normal, no en él, su hermano fue a pedir ayuda, en busca de consejo y lo que consiguió fue violencia.

    —No sé Anastasia —Su furia se incrementa—, es cosa de ellos, no entiendo por qué te involucras.

    No respondo, de hecho, me mantengo en total silencio, no porque me sienta intimidada por su tono, sino porque me descoloca totalmente que use mi nombre.

    Simplemente me vuelvo a recostar en mi saco de dormir y cierro los ojos, sinceramente no quiero volver a dormir, especialmente si eso implica volver a la mente de mi ex.

    Tampoco quiero pedirle nada a mi amigo, me ofende que se moleste tanto por algo que no entiende, especialmente porque si yo me hago drama no es su problema, sólo le hice una pregunta, no tiene por qué reaccionar con tanta brusquedad.

    —No... espera —Suena avergonzado—, no te pongas así, hablemos.

    ¿Y la disculpa? ¿No? Bien, sin disculpa no hay diálogo.

    Keith insiste un poco más, como no le respondo se marcha, después de eso me lleva un par de minutos volver a dormir, por suerte no vuelvo a la mente de Ema, simplemente paso una "noche tranquila".

    Por lo que vi cuando estaba en su mente ya casi salía el sol, así que me duermo pensando que en dos o tres horas debo despertarme.

    Sólo que no lo hago hasta el mediodía, cuando me despierta Julia.

    —¿Vas a almorzar?

    Doy un par de vueltas en el sobre y me quejo antes de responder.

    —Sí, siento que mi estómago se dará vuelta en cualquier momento y comenzará a comerme.

    Ella se ríe.

    —Bueno, entonces apróntate, la comida estará en unos minutos.

    ¡No se va! Y eso que me quedo quieta esperando que lo haga, al final, resignada, me siento y la veo arrodillada en la abertura de la carpa.

    —¿Debes vigilar que me levante?

    —No, sólo quería ver qué tienes de especial.

    —Nada, no tengo nada de especial, eso quiere decir que me gustaría cambiarme solita, sin espectadores.

    Vuelve a reír, cierra la carpa y se queda al otro lado.

    —Todos andan diciendo que eres especial, para como roncabas esta mañana imagino que no eres normal, estuve más de diez minutos sacudiéndote y tú roncabas como si nada.

    —¿Intentaste despertarme?

    Eso me sorprende un poco, no demasiado, de verdad estaba agotada, lo que más me sorprende es que traigo el pijama puesto ¿Quién me lo puso? ¿Lo hizo Keith? ¿Me desnudó? Gandalf...

    —Pensé en probar asfixiarte, pero me pareció demasiado, así que te dejé seguir durmiendo.

    No puedo evitar reír.

    —¿Querías asfixiarme para que despierte?

    —Sí, ya sabes, la cuestión era asustarte, sin embargo, si me salía mal y morías iba a tener muchísimos problemas.

    —Claro, no ibas a tener cargo de conciencia, sólo problemas.

    Salgo de la carpa, con mi ropa limpia y le miro feo, ella sólo se ríe.

    —No había pensado en eso.

    Durante la comida Keith no aparece, al igual que el resto de los hombres del grupo, por lo que imagino que habrán ido a buscar combustible.




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