Anastasia y el mundo de ella

Capítulo 53

    Vuelvo a despertar en la tarde, nuevamente con Ema sosteniendo mi mano, al ver que abro los ojos, la suelta y comienza a caminar hacia la puerta.

    —Ya te vi, no tiene sentido que te vayas ahora, si lo vas a hacer, hazlo antes de que despierte.

    —Lo tendré en cuenta para la próxima.

    Se ve peor que antes, mucho más agotado, por otro lado ya no está cabizbajo, me mira a los ojos y todo.

    —¿Llevas todo este tiempo sin dormir?

    —He pegado unas cabeceaditas, aunque nada del otro mundo.

    —Mañana no te quiero ver si no has dormido ¿Oíste?

    Él afirma y se acerca nuevamente a mi lado, o al menos lo intenta, porque apenas se aparta de la puerta entra Keith, parece alma llevada por el demonio.

    —¡Zarina! —Se arrodilla junto a mi cama y me abraza.

    Se aparta lo suficiente como para besarme, pero lo detengo, no quiero vivir esta escena en este momento.

    —Me duele —Sólo con esas palabras es suficiente como para que se aleje.

    —¿Qué te pasó? ¡Casi me muero! Llegué ayer al mediodía al bosque y mi moto no se veía, llamé a Cara para que te venga a buscar y para que así pudieras romper el maldito hechizo, pero me distraje hablando con ella y de repente la moto ¡Apareció! —Se ve angustiado y se atraganta con las palabras— Me desesperé, creí que habías muerto, luego por suerte desapareció y me calmé, hasta que la tierra tembló ¿Rompiste otro sello?

    —No lo sé, no lo noté, Matías intentó quemarme viva.

    —Lo hizo en realidad —Ema interviene y el rostro de Keith se transforma, su preocupación queda en segundo plano, reemplazada por el fastidio y el desagrado que siente hacia el otro chico.

    —¿Y tú qué? ¿Estabas mirando y aplaudiendo? Seguro lo disfrutaste mucho.

    —De hecho, él fue quien me salvó.

    Keith me mira, puedo notar que algo se rompe cuando defiendo a Ema, no sé lo que es, sólo sé que ya es tarde.

    —Ema ¿Nos dejas solos?

    Él afirma y al hacerlo puedo notar los celos en sus ojos, son como llamas que desean quemar a mi amigo ¿Notó que casi me besa?

    —No tienes que decirme nada —Keith se me adelanta en tomar la palabra—, aunque quería negarlo siempre supe que volverían a estar juntos.

    —No estamos juntos. No volveré con él.

    —Más vale, porque debe hacer más que salvarte para merecerte de nuevo, tuvo su oportunidad y ahora debe ganársela, pero sé que lo hará, lo veo en tus ojos, ya le has perdonado todo, lo demás es cuestión de tiempo.

    —No le he perdonado nada, ni siquiera hemos hablado de eso, sería absurdo que lo perdone por algo de lo que no se arrepiente, además ese no es el caso.

    —Tranquila —Presiona mis manos—, yo estaré bien. Por cierto —Saca algo de su bolsillo para cambiar de tema— tardé tanto en llegar porque me encontré con Julia, ella te manda esto —Me muestra un collar con un precioso dije, de piedra lunar, incrustada en pirita, el collar está hecho de plata—. Regina te lo manda, dice que te servirá para dormir sin tener que anular tus poderes.

    —Dile que gracias, pero no me cambies el tema.

    —No cambié el tema, simplemente ya se acabó, ahora sólo somos amigos, como nunca debimos dejar de serlo.

    —¿De verdad vas a estar bien?

    —Tú estás bien, así que sí, tranquila, ahora debo irme, necesito descansar —Se vuelve a acercar, aunque esta vez besa mi frente—, mejórate.

    —Te quiero, lo sabes ¿verdad?

    Sonríe con tristeza, afirma y sale.

    Bueno, cruza la puerta, donde Ema hace guardia y la cierra, quedando ambos del otro lado. Segundos después puedo sentir cómo un cuerpo impacta contra la pared, también puedo escuchar la voz de Keith, aunque es sólo un susurro, por su tono creo que está amenazando a Ema.

    —Mira idiota arrogante —Aunque susurra puedo escuchar claramente la rabia que hay en la voz de mi amigo—, ella con el tiempo te va a perdonar, siempre lo va a hacer, porque tú eres el único al que puede amar.

    —No quiero que me perdone, si yo no lo hago ella menos debería hacerlo.

    —¿No quieres volver con ella? —Keith parece sorprendido, mientras yo me siento dolida.

    —Es lo único que quiero, pero quiero merecerla, no quiero que ella siempre me perdone porque soy lo más cercano que jamás tendrá a la felicidad o el amor, quiero que lo haga porque lo merezco.

    —Sabes que si te quedas jamás podrás dejar de cazar ¿Verdad? No puedes aislarte y jugar a la familia feliz, no con ella, con otra bruja sí, pero ella no, a ella siempre la buscarán.




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