Gonza sólo durmió media hora, por suerte, porque ya me estaba acalambrando allí sentada, mal posicionada sobre una raíz y me estaba muriendo de frío.
Por una extraña razón esa pequeña siesta le sienta de maravillas, parece casi nuevo, como si hubiera dormido toda una semana, aunque sus ánimos están tan por el piso como antes de dormirse.
Tras vestirnos y arréglanos, salí con Ema, él es quien maneja, me sorprende que ande por la calle sin tener libreta, no obstante, debo admitir que maneja de maravillas.
Tal vez ya es hora de que acepte que los cazadores pueden hacer lo que quieran.
Esta vez no vamos a una casa abandonada, en su lugar nos toca un apartamento, cerca de la casa de sus hermanos. Es muy hermoso, en pleno centro, por eso me alarma tanto, no sé por qué di por sentado que todas las brujas tenían sus guaridas en barrios más apartados del centro.
Si lo pienso yo no viviría en un barrio de la periferia, allí la gente suele conocerse entre sí, es como en los pueblos del interior del país, todos saben todo de todos, nadie pasa desapercibido y especialmente el hecho de que ocupen una casa abandonada.
Es más, estoy segura que es peor, porque cualquiera puede ver que alguien habita esa casa y llamar a la policía o algo, es probable incluso que los niños se metan a jugar en una casa medio en ruinas.
En cambio, en un apartamento en el centro nadie registra a los demás, o al menos la probabilidad disminuye. Sí, hay vecinos que se fijan o se preocupan por otros, no obstante, si una persona se aísla del resto sólo los chusmas le prestarán atención y en ellos nadie confía.
—Es en el tercer piso —Al parecer, según Ema, esas son las únicas palabras que debemos cruzar en toda la noche, al menos hasta ahora—. La vivienda en sí sólo tiene una entrada, aunque este apartamento en particular tiene dos, una al lado de la otra, tu entrarás por una y yo por la otra. Según los planos si atravesamos todas las habitaciones terminaremos en la cocina, cualquier cosa que te impida llegar a ella debes avisarme —Pongo los ojos en blanco y afirmo, no quiero discutir, si él cree que la única que puede tener problemas soy yo, bien por él.
A mí me toca la última puerta, la que tiene una habitación que da a un balcón, sinceramente quiero creer que me toca esta por casualidad o por cualquier cosa, no porque Ema espere que la bruja hulla por el balcón al sentirse acorralada. De verdad me gustaría volver a su casa con una victoria entre manos y no darle a mi hermoso novio una excusa para que no salgamos más de caza solos.
Él hace la cuenta regresiva con los dedos, al llegar a cero cada uno abre su puerta de una patada, rápidamente nos apartamos y al ver que no sale nada que pueda dañarnos nos ponemos frente a la entrada.
Son tres habitaciones para cada uno, en la primera, la del balcón, no hay nada, nada raro para ser más específica.
Los muebles son preciosos, además de que están muy bien ordenados, son todos de distintas maderas y épocas, no obstante, están organizados de tal modo que quedan bien, no sé cómo explicarlo, es algo que cada uno debe ver. Debo aplaudir al decorador, realmente ha hecho un gran trabajo al combinar cosas tan distintas.
Tengo que hacer un esfuerzo sobrehumano para no prestar atención a la belleza del lugar, sé que si me dejo llevar terminaré preguntándome si estoy segura de que ella es mala
Quiero decir, no es una cualidad de que todas las brujas malas sean unas sucias desordenadas que destruyen todo lo que las rodea. Sólo porque la gente comparta ciertas cualidades no quiere decir que compartan todas ellas. No existen dos personas que sean exactamente iguales, cada individuo es totalmente única y por esas individualidades es por las que hay que quererles, no por las similitudes.
Como por ejemplo esta bruja y yo, ambas somos brujas, pero eso no quiere decir que seamos iguales, yo soy buena, defiendo la igualdad y el bienestar general, no me gusta hacerle daño a las personas, todo lo contrario, me hace muy feliz hacer sonreír a los demás.
Volviendo a lo importante… aprovechando que esta habitación está vacía, avanzo rápido, esperando encontrarla antes que lo haga Ema y así es.
La encuentro en la habitación del medio, en realidad me choco contra una poción, reconozco automáticamente el aroma, es el mismo que había en Italia.
Reacciono rápidamente, no quiero caer inconsciente, no sin luchar, aunque ya me siento un poco aturdida.
Le lanzo la kusarigama directo al pecho, o allí es a donde iba si no fuera porque ella la atrapa en el aire, sonriente, la muy… dulce bruja sabe que no me queda mucho tiempo para estar consiente, por eso sólo se limita a forcejear conmigo.
Intento quitarle mi arma, mientras la frustración me invade, me gustaría tener el poder del fuego, acabarla de una vez y luego dejarme vencer por la poción.
Me siento tan poseída por la frustración que accidentalmente la libero, está bien que no tenga el poder del fuego, no obstante, el fuego es energía y yo puedo producir energía… eléctrica, pero ¿hay mucha diferencia?