Anastasia y el mundo de ella

Capítulo 21

      Pero no pasa, no sé exactamente qué pasa a mi alrededor, sólo que de repente ya no estoy en brazos de mi hermano de fuego, ahora quien me sostiene es Ezequiel, el dolor casi ha desaparecido por completo y para mi sorpresa mi cuerpo parece intacto, únicamente tiemblan mis extremidades.

    —¿Qué es eso? —Me cuesta mucho formular la pregunta y al hacerlo me doy cuenta que he estado gritando, no sólo porque también me duele la garganta, sino porque además la noto seca.

    —Lo siento, no sabía que eres empática —Me sorprende la dulzura que hay en la voz de Ezequiel, es en ese momento que lo miro, se ve angustiado y preocupado ya no parece malhumorado, ni que me desprecie, incluso, por unos segundos, puedo creer que está muy preocupado por lo que acaba de suceder, sea lo que sea—. Este no es un buen lugar para alguien como tú —Mira a sus espaldas—, de haberlo sabido le habría dicho a... —Ahora me mira, dudando de sus próximas palabras— Bis que se fuera.

    —No soy empática —Hago una mueca, aunque el dolor de ahora es nada comparado con el que sentía hace unos momentos, aún está y ya no tengo fuerzas para soportarlo, no puedo evitar hacerme bolita para tratar de que me duela menos— ¿Por qué aun me duele? —No puedo evitar sollozar— Haz que pare, por favor, no lo soporto más.

    —Pero Bis ya se fue ¿Qué sientes?

    Lo miro desesperada, sólo veo una silueta, las lágrimas no me permiten ver bien.

    —No lo sé ¿Hay distintos tipos de dolor?

    —Claro que lo hay, necesito saber si el golpe repentino de emociones te ha causado daño físico o si percibes el dolor de alguien más.

    Vuelvo a esconder el rostro entre mis piernas y cierro los ojos con fuerza.

    ¿Qué siento? No lo sé.

    ¿Me duele el cuerpo? No realmente... sólo es la sensación.

    ¿Qué me duele entonces? ¿El alma? ¿Puede dolerme eso?

    Al parecer sí.

    —Trata de identificar el dolor o al menos asociarlo con cosas que has sentido antes o experiencias que has vivido.

    ¡Ja! ¡Nunca fui buena para eso!

    Aunque nunca tuve que relacionar dolores emocionales, siempre eran físicos, como dolores de cabeza o de estómago.

    Ahora no siento nada parecido a eso, es un poco similar a cuando murió mi madre, sólo que mil veces peor. En ese momento me sentí sola, la había perdido a ella y a mi madrina, no me quedaba nadie, si bien no era verdad, tenía a mis primos, tíos y hermana.

    Este sentimiento es peor, es una soledad absoluta e inquebrantable, a quien sea que ésta persona haya perdido no sólo se fue de su vida, sino que además se llevó la de él. La soledad no es inquebrantable porque ya no haya nadie a quien querer, sino porque él no quiere volver a arriesgarse, no quiere volver a sufrir.

    También es porque sabe que jamás amará tanto como a esa persona, ni lo amarán tanto y esa certeza lo está matando lentamente, está congelando su corazón y acabando con la posibilidad de que siga viviendo.

    Además, siento similar a cuando supe que Daniel no era mi padre, traición y más traición, años y años de mentiras y engaños, de sufrimiento por nada, por alguien que no merecía la pena. En mi caso lo soportaba porque creía que era mi padre y que de algún modo debía quererme, digo, todos dicen que tus padres siempre te querrán y bla, bla, bla, que sólo lo demuestran de formas distintas y más bla, bla, bla.

     Ahora resulta que soporté tantos años de menosprecio y rechazo por nada, si sólo hubiera sabido la verdad todo habría sido distinto.

    Esta persona siente más o menos igual. Si hubiera sabido la verdad él también se habría  ahorrado muchos años de sufrimiento o tal vez no. Al menos las cosas hubieran sido diferentes, habría tenido otras opciones, incluso está casi seguro de que habría sido muy feliz de saber la verdad.

    Abro los ojos y miro a Eze muy sorprendida, sé que dos personas jamás sentirán igual, bajo ningún concepto, es simplemente imposible, es por eso que sé a quién pertenecen estos sentimientos, porque lo vi en sus ojos el día que lo conocí.

    —Son tus sentimientos, es tu dolor el que me afecta tanto.

    —Lo lamento —Aparta la mirada avergonzado, lo cual no sólo veo, sino que además siento, la sensación exacta de arrepentimiento por lo que me está causando—, pero no puedo bloquear los sentimientos de Bis y los míos al mismo tiempo y créeme cuando te digo que prefieres sentir los míos, especialmente porque llevo años controlándome.

    —Creo que hoy no recibiré entrenamiento entonces.

     No puedo evitar sonreír, no porque me esté burlando de Ezequiel, sino que es para sacarle tensión a la situación, lo cual para mi sorpresa consigo, él sonríe y noto una caricia emocional, como un pequeño bálsamo entre tanto sufrimiento.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.