Anastasia y el mundo de ella

Capítulo 29

      El entrenamiento con Eze es lo mismo que hasta ahora, sólo que disponiendo de más tiempo para repetirlo hasta que el dolor de cabeza casi me deja exhausta.

    Luego de eso volví a casa y entré por la ventana de mi habitación, no sé si queda claro que no quiero ver a Yves, al menos no por ahora.

     Mi madrina viene a mi habitación poco después con una bandeja de comida.

    —Qué bueno es saber que no puedes entrar a escondidas —Sonríe e intento devolverle el gesto, aunque no me sale— ¿Cómo te sientes? —Se sienta en el borde de la cama.

    — La pregunta ¿es en serio?

    —Lo lamento —Hace una mueca—. Creo tener una idea muy clara de cómo estás, también sé que saldrás adelante, para eso debes esmerarte enfrentando el día a día.

    —¿Eso implica que debo enfrentar a tu novio?

    —No necesariamente —ríe, luego se pone seria—, créeme que cuando sepas cómo fueron las cosas comprenderás un poco mejor todo.

    Creo que aquí nadie entiende que no me interesa realmente su historia, me interesa que verle me recuerde a su hermanito y eso me duele muchísimo, no tengo ningún problema grave con Yves, lo tengo con su apariencia.

    —¿Por qué no me lo explicas tú?

    Así no tengo que ver cómo sus ojitos se iluminan de felicidad al recordar la maravillosa historia de amor que hoy lo tiene viviendo con una de las mejores personas que conozco ¿Qué hago si la ve igual que Ema me veía a mí? Me muero, sé que sus ojos son de distintos colores, no obstante, lo peor es la mirada que tienen, cómo todo su rostro se ilumina.

    ¡AAAAAAA! ¿Y si tiene la misma media sonrisa? ¡ME MUERO! Ema puede decir muchas cosas sólo teniendo en cuenta la velocidad con que se alzan las comizuras de sus labios, cuál sube primero y a qué altura llega cada una, sumando esas tres variables puedes saber en segundos cómo está.

    —Porque él cree que es su deber decírtelo —bufo y miro la bandeja, es más interesante que seguir pensando en esas cosas—. También debes alimentarte ¿Cuándo fue la última vez que comiste?

    —¿Cuándo vuelve Laura?

    —El lunes ¿Tan desesperada estas por irte? —Niego, aunque sólo lo hago porque su voz suena  triste, ni siquiera sé qué quiero hacer, me gustaría saber en qué lugar me sentiré menos mal— Me alegro, porque el miércoles tengo la audiencia final, es probable que ya ese día me den tu custodia.

    —Genial —Sonrío lo mejor que puedo, en realidad ya no me alegra tanto.

    —Bueno, descansa, mañana será otro día —Besa mi frente y se marcha.

    Bajo la bandeja al piso y me recuesto. Tengo el estómago revuelto y siento como si mis líquidos estomacales estuvieran hirviendo, dan vueltas, saltan, es insufrible y estoy segura de que si como algo me sentiré mucho peor.

 

    Por suerte consigo dormirme sin mucho problema, incluso consigo no pensar, ni soñar. Al menos en la mayor parte de la noche.

    En un momento, no sé por qué, me despierto.

    A mí alrededor noto como si el suelo se moviera, la cabeza me pesa, tal vez sea porque parece que me la están martillando, es probable que haya un duende sentado sobre mi cabeza dándole con algo, no lo noto del todo claro.

    No, claro que no hay nadie, sólo es un punzante dolor de cabeza, tan sólo voy a explotar.

   Me siento en la cama y respiro profundo, cada pequeño movimiento se siente como si me estuviera moviendo a la velocidad de la luz, no soy capaz de seguir mis propios actos paso a paso y obviamente a mi mente no le gusta ser incapaz de hacer algo.

    Me cubro la cara con las manos y cierro los ojos, sigo respirando profundo, tratando de liberar mis pensamientos ¿Qué me está pasando? ¿Por qué estoy en este estado?

    Tardo varios minutos en darme cuenta de que estas sensaciones no son mías. Ayuda mucho la repentina excitación que percibo, más allá del estado como de borrachera y resaca a la vez, estoy segura de que no hay nada que me excite por aquí cerca, especialmente porque mi habitación está totalmente a oscuras y mi mente está fuera de control.

    Me calma saber que no soy la que está pasando por esta situación, por lo que consigo con facilidad quitarme los sentimientos de encima y sin lugar a dudas eso ayuda aún más a descubrir que es Ema quien está sintiendo todo eso.

    Lo cual me hace sentir muy miserable, yo estoy aquí, en mi casa, acostada y deprimida, mientras él debe estar tomando hasta caer inconsciente y probablemente esté con alguna chica que le gusta.

    Si antes mi corazón era un cristal deforme que con cada palpitar me hacía más daño, ahora es un cristal hirviendo, o sea que no sólo corta, sino que además quema.




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