Capítulo 13: Un gran propósito 2

Una vida sin propósito es una vida vacía...

En una mañana de sábado del mes de julio, estaba en la iglesia cuando me llegó un mensaje de una persona con la que ni siquiera hablaba.

Me llamó la atención que esa persona me escribiera, pero cuando abrí su chat, solo había un mensaje: un documento en PDF. Al leer el nombre, me di cuenta de que era un libro titulado *Un milagro tras otro: La historia de Pavel Goia*. En ese momento ni siquiera lo abrí. Lo dejé olvidado en el fondo de mis documentos.

Es maravilloso cómo Dios actúa, pues hacía un tiempo atrás, un amigo también me había recomendado el libro, pero nunca me lo envió. Entonces, ese día, de la nada, Dios hizo que me enviaran ese libro.

Unos días después, iba de vacaciones a la provincia de Holguín, a la casa de mi hermana. Cuando estaba en la terminal, no había transporte hacia allá, así que me senté en una esquina y, como no tenía internet, decidí darle una oportunidad al libro.

Cuando leí el primer capítulo, quedé enganchado. La forma en que Dios llamaba al protagonista desde pequeño me cautivó. Llegué a la casa de mi hermana y, todas las noches antes de dormir, me leía un capítulo del libro. Luego, pasamos una semana en una casa en la playa, y mi escape de ese ambiente era leer el libro. Allí lo terminé y me di cuenta de que algunos milagros que Dios había hecho en la vida del protagonista eran similares a los que había hecho en la mía. Sentí la necesidad de Dios y, a través de ese libro, me acerqué más a Él.

Le pedí un propósito a Dios muchas veces. Algunas personas decían que debía ser pastor, pero no me sentía ni me veía de esa manera. No sentía el llamado de Dios.

Volvemos a la frase del principio: *"Una vida sin propósito... "* Mi vida era aburrida y sin sentido porque no tenía un propósito. Pero ¿qué propósito tendría Dios conmigo?

Sé que en este libro lo he repetido mucho y, si me conoces, sabes que lo repito mucho, pero vale la pena repetir esta frase: *"Es asombrosa la manera en que Dios actúa."*

Para todos los que viven en Cuba, una noche de apagón es una mala noche. Sin embargo, cuando Dios llega, el peor momento se convierte en el mejor, y así fue conmigo.

Era una noche sin luz en casa de mi hermana. No se veía absolutamente nada, y en medio de esa nada salió volando un cocuyo (similar a las luciérnagas, pero su luz es verde). En medio de esa densa oscuridad, esa pequeña luz era lo único que iluminaba la noche.

Entonces, pensé en el versículo de Mateo 5:14:

*"Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder."*

Y me dije a mí mismo:

*"...y pensar que en este mundo de oscuridad, nosotros somos ese cocuyo que lleva la luz de Jesús a los demás..."*

Entonces, se me ocurrió escribirlo todo y hacer una especie de reflexión. Se la envié a varios amigos, entre ellos un pastor, quien me aconsejó y me dio la idea de hacer un grupo devocional donde cada mañana compartiera una reflexión hecha por mí.

La incapacidad y el temor se apoderaron de mí. Pensé que el pastor no había pensado bien al decir eso, pues ni siquiera sabía cómo había hecho esa reflexión como para hacer una cada día.

En ese momento no recordé Filipenses 4:13. Pero no me quedé ahí: más tarde, después de pensarlo y orar, acepté el reto. Antes de crear el grupo, hice 7 u 8 reflexiones, las cuales tenía preparadas y listas para publicar.

El 15 de agosto de 2022 creé el grupo y, unos días después, subí la primera reflexión. Al principio éramos unos 15 en el grupo, pero Dios hizo su parte y comenzó a crecer hasta que un día alcanzó el límite de usuarios en un grupo (1,024), por lo que tuve que crear otro grupo, el cual también creció.

Cada día tenía una excusa para buscar a Dios y escribir sobre Él. Me sentía muy bien, pues ya había encontrado mi primer propósito en esta vida: *"Escribir para Dios."*

No todo fue tan fácil como parece. Al principio, cuando empecé, no recordaba ninguna regla de ortografía y dependía de muchas personas para que las reflexiones salieran a la luz.

Muchas personas intentaron desanimarme, incluso me dijeron que las hiciera más cortas, que dejara de escribir y mejor hiciera audios de reflexión. Pero, por primera vez en mi vida, no me rendí y continué luchando porque era el propósito de Dios conmigo.

Cada paso fue difícil, cada día aprendía algo nuevo y llegó el momento en que aprendí mucho. Las personas que revisaban las reflexiones me lo decían:

*"Estás mejorando mucho..."*

Así como hubo personas que no creían en mí, hubo otras que siempre lo hicieron, incluso me levantaron cuando casi llego a claudicar.

Estuve escribiendo reflexiones sin interrupciones durante 384 días seguidos. Dios siempre me guiaba y aún lo continúa haciendo.

Lo más hermoso del caso es que me dio un propósito en el cual dependo totalmente de Él. Los que me conocen de la escuela saben que el español nunca se me dio bien, y mis peores notas como estudiante casi siempre fueron en esa asignatura.

Ahora vuelvo a repetir: *"Dios es asombroso."* Cuando pedía mi propósito, nunca imaginé que fuera algo relacionado con lo que peor se me daba. De hecho, no estudié la carrera de medicina porque en la prueba de ingreso a la universidad de esa asignatura (Español) obtuve la peor nota.

El propósito que Dios tiene con nosotros no depende de nuestras fuerzas o de lo buenos que seamos en algo, sino de su poder.

**"Pues mirad, hermanos, vuestra vocación: que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia."**
1 Corintios 1:26-29

Dios me escogió en algo en lo que no era bueno para que, después, no me enorgulleciera y dijera que todo lo había logrado solo. Si no hubiera sido por Dios, nunca hubiera avanzado tanto.