Andem y Tiara ya habían recorrido alrededor de un cuarto de la distancia que recorrieron durante la primera prueba. Ellos habían estado volando a la par, sin que ninguno se adelantase al otro. Y aunque volaban rápidamente, ambos se veían muy calmados y mirando hacia el frente en todo momento.
Los dos se veían relajados, pero la incertidumbre rondaba sus mentes al recordar las últimas palabras del Maestro. Y después de tanto pensar y volar sin que nada les impidiera llegar a la meta, Tiara se acercó lo más posible a Andem, y le preguntó si tenía alguna idea de lo que el Maestro había querido decir, a lo que Andem respondió que no sabía, y que hasta ese momento no había notado nada extraño.
Luego Tiara le dijo que estaba cansada de esperar que algo ocurriese, y que la prueba anterior había sido más divertida. Por lo que decidió acelerar para llegar a su destino cuanto antes. Y Andem la siguió de inmediato, exhortándole a volar en serio y a que intentara seguirlo, para ver en definitiva quién era más rápido de los dos.
Rápidamente ambos comenzaron a volar a gran velocidad, tanta, que sus alas casi se volvían transparentes a causa de la rapidez con que las batían. Y esta actitud desafiante de ellos causó nuevamente una gran ovación entre los espectadores.
La emoción fue tan fuerte que incluso Talmos y sus ángeles se vieron muy alegres. Aunque algunos de ellos parecían también estar nerviosos. Y en el momento en que Andem y Tiara comenzaron a juguetear a alta velocidad, Talmos comenzó a mostrar una gran sonrisa de satisfacción. Parecía que él había estado esperando ese momento, pues comenzó a sonreír como niño con juguete nuevo, a medida en que su ansiedad se tornaba más notable. Y luego, al ver que Andem y Tiara ya estaban por llegar a la mitad del recorrido, justo debajo de ellos, Talmos se volvió hacia sus ángeles, y aleteando cada vez más lento, dijo.
¡Que comience la función! – exclamó, como dando un grito de guerra y dejándose caer en picada tras hacer desaparecer sus alas.
Andem ya había alcanzado una velocidad superior a la que había llevado durante la prueba anterior, hecho que había emocionado mucho a Tiara. Él volaba como si se tratase de una competencia en que uno de los dos debía llegar primero a su destino, pero Tiara volaba sólo para seguirlo de cerca, sin intención de tomar la delantera.
- ¡Vuela muy bien para ser su primer día! – pensó ella, mostrando una pequeña sonrisa, mientras comenzaba a zigzaguear, aún sin intención de adelantarse.
Tiara parecía muy confiada de sí misma, por la forma en que hablaba de Andem. Ella lo miraba con cierto respeto, a medida en que ambos avanzaban. Pero luego de ver que Andem pretendía distanciarse más, ella mostró una sonrisa y se decidió a probar los límites de su contrincante.
- ¡Veamos qué tan rápido vuelas! – se dijo a sí misma, mientras intentaba rebasarle, cruzándole muy de cerca para que el viento lo desequilibrase. Pero Andem se aparató del camino ladeándose y girando sobre su izquierda mientras plegaba sus alas a su cuerpo.
- ¡Qué rayos! – dijo al girar y mirar brevemente hacia arriba, al ver que algo ocurría, por lo que de inmediato desplegó sus alas y mientras pensaba un sin número de cosas a la vez, comenzó a batirlas a ultra velocidad, casi haciéndolas desaparecer y dejando detrás a Tiara en pocos segundos.
Tiara se asombró al verle volar en serio e intentó seguirlo, pero se detuvo al ver varias plumas cayendo justo por donde Andem había pasado. Ella tomó una de las plumas y continuó, volando muy despacio mientras la observaba cautelosamente. Luego, viendo hacia un Andem que se alejaba a toda prisa, con cierta decepción.
¡¿Eso es todo?! – se preguntó.
- Sus alas ya no resisten más. – pensó luego, deteniéndose y mirando la pluma que había tomado. Y entonces ella pareció haber perdido el entusiasmo de seguir adelante. Pero una gran sensación de preocupación proveniente de los ángeles que se encontraban en el suelo cubrió todo su cuerpo, y al mirar hacia abajo para ver lo que ocurría, los vio mirando hacia arriba y señalando algo mientras parecían conversar entre ellos con incertidumbre y sorpresa a la vez.
Ella miró de inmediato hacia arriba y se sorprendió al ver lo que estaba sucediendo. Y sin perder tiempo guardó la pluma entre sus ropas y comenzó a volar con toda prisa, mirando con cierto temor hacia sus lados, y con gran preocupación hacia su compañero, quien ya se encontraba muy lejos de ella.
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Editado: 18.05.2021