Andem, La Última Creación de Dios

Destierro

Capítulo 7

 

Destierro

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Andem cayó a través de la nube de polvo a gran velocidad, y al ocurrir esto Aldric pudo verlo caer, pero no lo vio estrellarse contra el suelo, sino que lo vio desaparecer de repente, y no se supo explicar lo que había visto con su peculiar y misteriosa visión.

-      ¿¡Atravesó el suelo!? – se alarmó, justo antes de que Arel descendiera hacia donde lo había lanzado, y al instante aquella nube comenzó a compactarse, formándose en poco tiempo una especie de torbellino que recogió los residuos de la explosión, llevándolos hasta cierta altura y revelando así los cuerpos de Talmos, quien ya se encontraba de pie, y los otros trece ángeles que aún permanecían inconscientes sobre el suelo.

-      ¡Señor Talmos! – gritó Lariob con gran fuerza, mientras veía que el extraño torbellino se mantenía girando sobre lo que parecía ser un gran cráter, en donde se originó la explosión.

Talmos alzó la mirada, desorientado, mientras su cuerpo aún reflejaba cierto destello de luz, y en un instante cayó de bruces, perdiendo nuevamente el conocimiento, por lo que Aldric y los gemelos decidieron acercarse para socorrerlo. Sin embargo, una fuerte ráfaga de viento y polvo salió del torbellino hacia todos lados, la cual los lanzó de regreso hacia atrás, siendo interceptado por el Maestro. Y en poco tiempo la intensidad del viento se redujo a una suave brisa, logrando que los ángeles que se vieron afectados comenzaran a abrir los ojos, viendo algo que los dejó totalmente asombrados.

Arel permanecía levitando con los brazos abiertos justo en el lugar en donde se había formado el torbellino, y alrededor de él circulaba una extraña corriente de viento que en ocasiones parecía formar una esfera que rodeaba todo su cuerpo. Él se encontraba a poca altura sobre un gran agujero, en cuyo interior yacía el cuerpo de Andem, y alrededor se encontraban los catorce ángeles que habían conformado el Círculo de Luz.

 

-      ¡Arel! – pensó un airado Aldric, al verlo, y se sorprendió al notar que sus ropas se encontraban prácticamente destrozadas y su piel, ahora pálida, estaba muy desgarrada a causa de la potente luz que impactó su cuerpo. Y de sus heridas brotaba una extraña sustancia grisácea muy espesa y humeante, mientras su cabeza aún permanecía colgando.

  • Se ve horrible. – dijo Lariob, al acercarse a Aldric.
  • Su apariencia lo confirma. ¡Arel es un demonio! – comentó Larioc.
  • Deberíamos ayudar en algo. – dijo Aldric, mirando con tristeza hacia Tiara y a los demás.
  • ¿Estás loco?
  • ¡Arel nos haría añicos sin siquiera moverse! – dijeron los gemelos, respectivamente.
  • Me temo que ellos tienen razón. – comentó el Maestro al acercarse.
  • No hablaba de pelear, sino de ayudar a los demás. – dijo Aldric, a quien su curiosa visión le mostraba una tenue nube de oscuridad sobre los inertes cuerpos de Talmos y compañía.
  • Usemos nuestra velocidad. –  Lariob.

-      No estoy seguro de que funcione. Pero debemos intentarlo. – comentó Aldric, Y sin pensarlo dos veces los gemelos emprendieron su fugaz vuelo para llegar hasta donde se encontraba Talmos, mientras Aldric hacía lo propio para ir en busca de Surian y Tiara. Sin embargo, Arel se apareció enfrente de los gemelos y éstos se desviaron hacia ambos lados para seguir su curso, mas con un solo movimiento de las manos de Arel ambos quedaron girando alrededor de éste, en sentido contrario uno del otro, hasta que se estrellaron de frente. Luego de esto Arel arremetió contra Aldric en fracciones de segundo, pero justo antes de golpearlo Arel fue atacado por un sorpresivo derechazo de Marat, quien de inmediato, y con ayuda de sus compañeros de antes, comenzó a intentar reanimar a Talmos, Noriel, e Ídilon, ya que algunos ángeles se encontraban con Jared, Kail y el ángel de aspecto oriental. Luego, al ver que Talmos comenzaba a reaccionar, Marat dirigió su mirada hacia el cráter en busca de Andem, quien ya se encontraba de pie, sacudiéndose el polvo de encima, sin mostrar señales de daño alguno.

Por último, Marat miró hacia donde había caído Arel, y no lo vio por ningún lugar, decidiendo entonces volar hacia Surian y Tiara, a quienes Aldric intentaba despertar desesperadamente.

 

  • ¡Aún no reaccionan! – le dijo Aldric, preocupado.

-      Yo me encargo. – dijo Marat, mientras otros se quedaron con Talmos, y al ayudarlo a levantarse él miró hacia donde se encontraba Andem, luego miró a su alrededor y se dio cuenta de que otros ángeles se estaban poniendo de pie, incluyendo a Surian.

En ese momento un extraño viento comenzó a soplar en los alrededores, por lo que Andem frunció el ceño de inmediato.

-      ¡Tu pelea es conmigo, Arel! – gritó Andem, con cierto enfado, y la calma volvió al lugar.

-      ¡Aléjense de aquí! – advirtió tras salir del cráter, volando despacio, logrando ver entonces a Arel apareciendo en frente de él. Y sin perder tiempo todos comenzaron a alejarse mientras Ídilon se acercaba a Surian, para juntos intentar despertar a Tiara, quien aún se encontraba inconsciente.




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