Andem, La Última Creación de Dios

Ángeles Caídos

Capítulo 8

Ángeles Caídos
 

 

 

 

 


Varios segundos pasaron desde que el Señor apareció en el lugar. Y tan siquiera el viento se atrevía a soplar con tal de no producir sonido alguno.
Noriel fue el primero en osar levantar la mirada, y acto seguido el Todopoderoso le ordenó ir en busca de Arel, aconsejándole a levantarlo con ambas manos. Y él se puso de pie sin vacilar, notando que el cuerpo de Arel se encontraba a unos diez metros de allí.
Como ordene, mi Señor. – dijo Noriel, haciendo una reverencia antes de hacer aparecer sus alas y emprender el vuelo. Y Dios comenzó a caminar hacia Tiara, al mismo tiempo en que los gemelos alzaron la cabeza y miraron luego hacia su derecha, para ir girando, como si siguiesen algo con la mirada, y se detuvieron al mirar a espaldas de Talmos, quien también miró hacia atrás, para intentar ver lo que ellos observaban.
No se preocupen. – les dijo el Señor en sus mentes, llamando la atención de los tres.
¡Levántate, Tiara! – dijo luego, y ella se puso de pie, aunque cabizbaja.
¿Por qué la tristeza, si pasaste tu prueba con éxito?
¡Entonces…! – dijo Tiara, sin mostrar felicidad.
No le advertiste a Andem que su pelea con Arel era su tercera prueba. Y de eso se trataba la tuya. – dijo el Señor.

En ese momento Noriel acercaba sus manos al cuerpo desgarrado de Arel, tocándolo primero con la mano izquierda, y de inmediato una gran descarga eléctrica lo lanzó a unos cuatro metros de allí, dejándolo aturdido. Y el Señor, con amabilidad le recordó que debía tocarlo con ambas manos al mismo tiempo.
Noriel voló hacia Arel tras incorporarse, tocándolo, con cierto temor, y todo su cuerpo se vio erizado por la estática, mientras el cuerpo de Arel comenzaba a regenerarse poco a poco.
- ¿Qué pasará con Andem? – se le escuchó a Tiara preguntar, en el momento en que Elías y el Maestro se acercaron a la silueta de Dios, éste último haciendo desaparecer la espada que sostenía.
- Andem fue creado con libre albedrío, pero sin los conocimientos del bien y del mal, ni las reglas por las que se rigen los seres celestiales. Por esa razón Andem se dejó llevar por la ira y atacó a Arel gravemente, sin conocer las consecuencias de esa acción. - respondió el Señor, notando que Noriel, al parecer ya había absorbido toda la electricidad que Arel recibió de manos de Andem, y se le veía rodeado de chispas, sin sentir alguna molestia, como le había ocurrido antes.
- ¿Noriel tendrá una nueva misión? – pensó Talmos, mirando hacia Ídilon y Surian.
- Todos tendrán una importante misión en La Tierra. – escucharon en sus mentes, intentando, entonces, disimular su asombro ante los pequeños.
¿Qué será de Andem, entonces? – volvió a preguntar Tiara, con notable tristeza en su rostro.
Andem logró plasmar emociones que no existían en este lugar. – comentó Dios, sin responder.
¡Sé que preguntan cuál fue el propósito de crear a un ángel sin leyes que guardar! – dijo luego, siendo escuchado por todo el que presenció lo ocurrido.
- Les digo que él tenía que fallar, pues desde un principio se le hizo creer que Arel tenía maldad en su interior, para que de esa forma Andem intentase detenerlo a como diera lugar para así, y sin darse cuenta, dar inicio a su cuarta prueba. – comentó Dios, sorprendiendo a Talmos, Tiara y los gemelos, mientras Noriel, Ídilon y Surian se hacían algunas preguntas.
Pónganse cómodos, hijos míos, pues el destierro fue planeado para asustar a Andem y determinar si él será capaz de salir victorioso en su prueba final. – concluyó Dios, al mismo tiempo en que la luz del sol se ocultaba en su totalidad tras una gigantesca nube blanca que se formó por el noroeste. Y entonces, a modo de una gran pantalla de cine, la enorme nube comenzó a mostrar un entorno oscuro, en el cual se podía distinguir a alguien tirado en el suelo, boca abajo, y vestido de blanco.
¿No es ese Andem? – exclamó Aldric, mientras corría hacia Tiara.
Así parece. – dijo ella, sin mostrar emoción alguna, aunque se encontrase preocupada por dentro. Y mientras se acercaba la imagen de quien yacía en el suelo, todos comenzaron a sentarse y a guardar sus alas, observando y esperando a que algo ocurriera.


Andem se encontraba en un lugar siniestro y tan negro como el cielo en plena madrugada. Y allí, tirado en el suelo, él comenzó a escuchar unos extraños susurros que no podía entender, por lo que intentó ponerse de pie, cayendo de bruces al sentirse muy débil.
Sus ropas estaban chamuscadas por sobre sus omoplatos, área de donde brotaban las alas que solía tener poco antes de ser enviado allí por Dios. Y al segundo intento, Andem logró ponerse de pie a medida en que los susurros se escuchaban cada vez más cerca, pero la oscuridad que reinaba en el lugar no lo dejaba ver de dónde provenían.
En ese momento él comenzó a escuchar lo que parecían ser rápidos aleteos, hasta que la tenebrosa sinfonía del silencio lo abrumó, creyendo sentir la presencia de alguien maligno a sus espaldas. Y al intentar voltearse, se dio cuenta que la presencia se había movido, estando ahora en frente de él, pero sin lograr ver nada más que tinieblas.
¿Qué está sucediendo? – se preguntó, al no entender lo que ocurría.
¿Estás asustado? – le preguntó una siniestra voz, aunque él sólo escuchó un fugaz murmullo, al contrario de quienes se encontraban viendo desde el Reino de los Cielos.
¿Cómo es que alguien tan poderoso y osado ahora se muestra tan asustado? – volvió a decir la voz, sin que Andem comprendiese una sola palabra.
¿Qué le ocurre? – preguntó la joven Tiara, mientras una estela de preguntas anidaba la mente de Talmos, además de Lariob, quien de repente miró hacia donde se encontraba la silueta del Señor, la cual desapareció justo en ese instante.
¡Veamos qué puedes hacer! – le dijo otra voz a Andem, al mismo tiempo en que las tinieblas se disipaban un poco, gracias a unas llamas que se encendieron a lo lejos, rodeando todo el lugar, revelando ante Andem la malévola compañía de doce seres vestidos de negro, parados a su alrededor.
¿Quiénes son esos? – preguntó Tiara, a la vez en que Ídilon y Talmos reconocían los rostros de al menos nueve de ellos.
¡Se parecen a quienes golpearon a Andem durante la segunda prueba! – agregó Tiara, al mirar bien las caras de algunos.
- Todo parece haber estado planeado desde un principio. – comentó Ídilon, levantándose para estar a la altura de Talmos y Tiara, quienes aún permanecían de pie, ya que no le estorbaban la vista a nadie en donde éstos se encontraban. Sin embargo, Talmos sospechaba que algo no andaba bien, por lo que observaba cuidadosamente, con los brazos cruzados, cada detalle de lo que ocurría en las imágenes proyectadas sobre la gigantesca nube.
En ese entonces los doce seres se abalanzaron contra Andem sin que él pudiera ver sus movimientos con claridad, por lo que recibió contundentes golpes, ya que sus agresores se movían demasiado rápido como para que pudiese defenderse o contraatacar.
Sus movimientos no son normales… - pensó Talmos, quien de inmediato utilizó su poder mental para escuchar los pensamientos de los gemelos, quienes se encontraban sentados delante de él, junto a Aldric.
… debería estarse defendiendo como lo hizo durante la segunda prueba. – pensaba Lariob.
No lo dejan siquiera reaccionar. – pensó Larioc de inmediato.
- ¿Qué creen ustedes? – pensó Aldric, después. – No creo que sea capaz de superar esta prueba sólo. – agregó, por lo que Talmos supo que los tres se encontraban hablando telepáticamente y volvió a concentrarse en las imágenes que se mostraban sobre las nubes, sin dejar de escuchar la conversación de los pequeños querubines. Y vio que Andem se encontraba tirado en el suelo debido a los golpes que le propinaron
- ¿Qué es… lo que quieren de mí? – preguntó a regañadientes, mostrando una notable inquietud por el dolor que parecía sentir, mientras intentaba levantarse.
¡Por Lucifer, qué lento habla! – dijo uno de aquellos seres, sin que él lograse entender el murmullo.
Todavía es un ángel, idiota – comentó el ser que se encontraba justo en frente de Andem, pero éste sólo vio un fugaz movimiento de sus labios.
-  ¿Por qué no entiendo lo que dicen? – preguntó Andem, algo asustado. No obstante, en el Reino de los Cielos, todos habían escuchado a estos seres a la perfección, por lo que de inmediato comenzaron a hacerse varias preguntas entre sí, buscando claras respuestas.




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