Capítulo 10
Rebelión
Tras dejar de escuchar la voz de Dios, todos se miraron por un momento, permaneciendo en silencio mientras Andem volvía a sentarse, cruzando las piernas. Luego él miró hacia Talmos, quien parecía distraído en el momento en que los gemelos y Aldric comenzaban a hablar entre ellos antes de levantarse y corretear los tres, alrededor de los demás.
Surian suspiró luego de verlos divertirse, mirando luego a Tiara, quien conversaba con Ídilon antes de notar que Andem se encontraba pensativo. Cosa que Talmos y Noriel también notaron, sin que ninguno pudiese ver lo que él pensaba en ese momento. Fue entonces cuando Andem se dio cuenta de que le miraban, decidiendo mirar hacia Talmos de nuevo, ya que le faltaba algo por saber.
- En el Abismo todos siguieron órdenes del Señor de las Tinieblas, como Télamos le llamó.
- ¿Acaso él era Lucifer? – añadió Andem, y la curiosidad en Tiara, Aldric y los gemelos al escucharlo, hacían eco a sus palabras.
- Así era él. – respondió Talmos. – Aunque ahora aparentaba ser mucho más joven.
- ¿Qué lo llevó a rebelarse contra Dios? – le preguntó Andem.
- ¿Cómo pudo corromper a los ángeles de aquél entonces? – contrapuso Tiara, logrando que Andem la mirase, algo confundido.
- Nunca nos hablan de eso. – dijo ella, al ver su expresión.
- …fue conocido como el Gran Querubín, por su belleza y sabiduría. – dijo Talmos, comenzando a recordar.
- Como su antiguo nombre lo indica, Lucifer tenía tan gran dominio sobre la luz, que la intensificaba u opacaba a su antojo, llegando experimentar con el comportamiento de las sombras ante las diferentes intensidades de luminosidad.
Con el tiempo aprendió a controlar incluso la oscuridad, evitando que ésta huyera de la luz que él mismo producía. Tanto así, que llegó a crear luz con una mano hacia el frente y absorbía oscuridad, concentrándola en su otra mano, la cual eventualmente llegó a colocar justo al lado de su mano iluminada, creando así la ilusión de que la mitad de su cuerpo irradiaba luz, mientras la otra mitad permanecía totalmente a oscuras, incluso hasta luego de separar sus manos y llevarlas a ambos lados de su cuerpo. Por lo que esas proezas asombraron a muchos ángeles a tal punto que seguían a Lucifer a cualquier parte para ver sus “maravillosos trucos”, hecho que lo llenó de orgullo al pensar que tenía seguidores, al igual que Dios.
Presumiendo su poder ante unos cuantos, incluyendo a Télamos, cierta noche Lucifer se iluminó por completo y alumbro una considerable distancia desde donde se encontraba. Pero poco a poco fue logrando que la oscuridad se resistiera a la luz, obligando a ésta a retroceder tanto que, al no quedar luz sobre su cuerpo, la oscuridad se metió en él. Y al sentir que comenzaba a debilitarse de repente, él intentó alejar la oscuridad que lo rodeaba, pero su cuerpo sólo destelló por unos segundos, y rápidamente la oscuridad comenzó a ser atraída por su cuerpo, invadiéndolo a la misma velocidad con que su luz se apagó, debilitándolo hasta dejarlo inconsciente.
Nadie se le acercó hasta ver que la oscuridad dejó de comportarse como un viento huracanado, y esperaron que la noche volviese a la calma, quedando Lucifer de bruces en el suelo, aunque sin ningún cambio físico aparente.
Al despertarlo y ayudarlo a ponerse de pie, todos notaron que Lucifer se encontraba perfectamente bien, y que éste, aún asustado ante lo ocurrido, se mostraba nervioso y sonriente.
Éste incidente lo llevó a pensar que era superior a los demás, y que él debía estar a la altura de Dios. Lucifer se enalteció en gran manera y quiso edificar su trono al norte del Monte de la Reunión tras rebelarse contra el Señor. Y transformó a los que ángeles que le siguieron, llenándolos de oscuridad para que se rebelasen contra el Altísimo, pero Dios ya sabía que eso pasaría, y envió a Miguel y sus ángeles guerreros a la batalla. Lucifer y sus ángeles no prevalecieron y fueron lanzados al Abismo. – concluyó Talmos, mostrándose un poco alterado, al igual que Noriel.
- ¡¿Télamos estuvo entre los que siguieron a Lucifer?! – se alarmó Aldric, a quien de inmediato Surian llamó por su nombre.
- ¡No vuelvas a recordarles eso! – agregó ella, luego de llamarle la atención.
- Lo siento madre. – se disculpó Aldric.
- No importa, Surian. Télamos no estuvo entre los primeros traidores. – dijo Talmos.
- Entonces, ¿Cómo…? – alcanzó a decir Andem.
- ¡Sucedió durante la guerra! – dijo Noriel, en tono cortante, por lo que Andem y los demás le miraron con asombro.
- Hablemos de otra cosa… - añadió luego, notándose un poco alterado y volviendo a bajar la mirada, como lo hizo antes.
- No pensé que… - comentó Andem, sin terminar y sintiendo deseos de husmear en su cabeza.
#19103 en Fantasía
#7547 en Personajes sobrenaturales
aventuras y peleas, accion con poderes, demonios angeles y humanidad
Editado: 18.05.2021