Escucho algo que proviene de la cocina por lo que abro mis ojos alarmado.
Me levanto rápidamente y camino-corro-a la cocina. Al entrar la encuentro sirviendo chocolate caliente en dos tazas.
Me sonríe—Buen día, espero no te moleste que haya ocupado tu cocina—dice apenada y niego repetidas veces.
—No te preocupes, no pasa nada—sonrío.
Me tiende una taza que dejo arriba del mesón que se encuentra en medio de la cocina. Tomo asiento en una de las sillas y me pasa un plato con panqueques con dulce.
—Que rico—sueno como un niño de cinco años por lo que suelta una risa escandalosa.
—Me recuerda a mi mamá, ella solía prepararnos esto a mi hermana y a mi cuando llovía y no podíamos salir a jugar—la nostalgia es notoria en mi voz.
—¿La quieres demasiado?—le da un sorbo a su taza.
—Demasiado, es como mi mejor amiga, tiene diecinueve años, crecimos como gemelos—una sonrisa gigante se apodera de mi rostro—mi mamá siempre me dijo que debo cuidarla y eso es lo que hice—suelto una carcajada y añado—cuando íbamos al colegio todos creían que éramos 'pareja, aunque eso eran puntos a mi favor, así nadie se le acercaba.
—Así que eres el típico hermano celoso—dice con cierta burla en su tono.
—Yo solo la cuido, aunque ella odie mi sobre protección sabe que es por su bien.
—Me gustaría tener un hermano así—se sincera con un tinte de tristeza en sus ojos.
—¡No digas eso! Es demasiado fastidioso querer bailar un reggaeton con un chico, porque aquí el señor se pone como loco—ambos nos giramos rápidamente hacia mi hermana.
—¡Deja de entrar así a mi departamento! ¡Mira si un día me encuentro desnudo!—exclamo exaltado.
—Sería muy traumático, boludo—dice con cara de asco.
—¿Boludo?—pregunta desconcertada mi visita.
—¡Ya tienes novia!—grita a todo pulmón la loca de mi hermana—¡y es muy hermosa!
Se acerca con pasos apresurados a ella, la levanta de su silla y la hace girar sobre su eje mientras la mira de forma detallada.
Casi la mato cuando se le quedó viendo su trasero.
—¡Si algún día terminan me dejas estar con ella! ¿Por fis?—me mira suplicante.
—¡Jazmín!—la reprendo—¡la estás asustando!—grito y corro en su dirección.
Suelta un grito muy agudo y empieza a correr lejos de mi, corro tras ella mientras una carcajada amenaza con desprenderse de mi garganta.
Grita como loca mientras me lanza almohadones del sillón y todo lo que encuentra a su paso. Llego a tomarla del brazo y la tiro al piso inmovilizando sus piernas mientras me pega en el pecho.
—Ni lo pienses, Anderson—usa un tono de voz desafiante que ignoro.
Ataco su estómago con cosquillas haciéndole llorar de la risa, que hasta pienso que se va a hacer pis.
—¡Me rindo! ¡Me rindo! ¡Tú ganas! ¡Para!—apenas y puede respirar y entonces paro riéndome.
—Mira, tonta, la has asustado—me levanto de su cuerpo.
—Fue culpa tuya por no presentarme a tu novia antes—me reprende en tono de niña.
—No es mi novia, es mi amiga—sus ojos me miran soñadores—tampoco es lesbiana—le aclaro y me saca la lengua.
—Ésta loca es mi hermana, Jazmín—se la presento mientras me sonríe divertida.
—Hola, dulzura—le pego un codazo a mi hermana mientras ella me pisa el pie y maldigo en voz baja—yo soy Jazmín, tengo diecinueve años, mi hermano es este bombón y estoy para servirte.
Juro que la mato, la mato.
—¿Tú nunca puedes ser normal?—pregunto cansado.
—¿Ser normal? Puaj, no quiero ser igual que todos, yo soy única—dice sonriendo.
Y si, ahí está mi hermanita, la niña decidida que cuidé desde siempre, la que creció como mi mejor amiga todos estos años.
—Hola, soy Claire Bassi, tengo diecinueve años—se presenta ella y le sonríe como si la conociera de toda la vida.
Ahora sabes su nombre, me recuerda mi subconsciente.
Nuestra semana se basa en desayunar entre risas y bromas por parte de la loca que llamo hermana, su risa se convirtió en mi canción favorita.
—¿Qué vamos a almorzar?—pregunta Jaz.
—¿Quién te invitó a ti?—lo digo con sorna.
Se acerca a mi y envuelve sus brazos en mi cuello y me deja un beso en el cachete—te extrañé—me recuerda y la abrazo de vuelta.
—Vamos a comer a un lugar cerca de aquí, dicen que cocinan rico—opina Claire.
Mi hermana se desprende de mi y asiente—muy buena idea, dulzura—le tira un beso.
Ambas se van a mi cuarto con la excusa de que necesitan ropa para nuestra visita.
Voy al baño y cepillo mis dientes. Cuando me estoy dirigiendo a mi cuarto escucho un poco de su conversación.
—Es lindo—concuerda Claire pero no logro escuchar nada más.
Toco la puerta y ambas salen cambiadas.
Jazmín lleva un vestido suelto lila, regalo de navidad por parte de mi abuela.
Claire lleva un enterizo floreado, hace que sus curvas se noten más.
—Cámbiate, te esperamos afuera—me avisa Jaz y asiento.
Me cambio rápido y salgo a su encuentro.
—Mi hermano es el más lindo sin dudas—suelta mi hermana apenas me ve.
Me sonrojo y la miro con vergüenza.
—Cállate—le reprocho con una sonrisa ladina.
Todos subimos al auto y comienza Jaz a pasar un montón de emisoras hasta que encuentra la que quiere escuchar. Siempre hace eso, no me quejo, amo pasar tiempo con mi hermanita.