- Tres años y un mes -
Paseo por la avenida cercana a mi casa, no quiero entrar y que mis padres me echen la bronca por algo que seguramente no sea mi culpa, pero en esa casa eso da igual, cualquier escusa en buena para enfadarse y gritarle a Eleanor- incluso cuando hago bien la cosas.-, da igual si la culpa del enfado es el trabajo, un estúpido socio de papá que quiere follarse a mamá y por lo que ella hace drama mientras que mi padre la ignora, o si el culpable es mi hermano. Al final yo siempre soy la que recibe los palos, doy suerte que solo son verbales actualmente.
Si aguanto en casa y no me voy de ese espantoso lugar es por mi abuelo Francis, él es por quien me desvivo, podría irme de casa y abandonarlo pero esa no es una opción, mi abuelo siempre ha estado cuando mis padres me abandonaban. Él iba a mis fiestas del colegio, de la secundaria y fue el único en aparecer en mi graduación de la universidad.
A mis padres no les gusta la carrera que estudié y que actualmente ejerzo, no entiendo el porque, es una buena carrera pero supongo que es por lo mismo de siempre, llega un momento en el que te acostumbras a los desprecios constantes, siempre he estado sola así que tampoco es algo nuevo que no lo acepten o que les desagrade.
Hay que sumar un gran factor al hecho de que mis padres no me vean con bueno ojos, soy madre soltera de una hermosa niña de dos años, Andrómeda, la tuve con veinte años y es demasiado especial para mi.
Mis padres reclaman la identidad del padre de mi hija pero eso no va a pasar, hasta ahora he mantenido silencio y eso les enfurece mucho más, quisieron echarme de casa según ellos por puta barata, que de ser puta sería de las caras pero ese no es el asunto, no pudieron echarme porque le pertenece a mi abuelo y él jamás me dejaría en la calle.
Mi móvil suena desde el interior de mi bolso y resignada lo abro para ver quien es la persona que me llama, así saber si es importante o puedo pasar.
Al ver el nombre de mi madre en la pantalla un escalofrío recorre mi espalda, me enderezo enseguida como si la pudiera escuchar diciendo:
"- Esa postura es de vagabunda, espalda recta, hombros hacía atrás, pecho fuera, mentón hacía arriba y sin temblar Eleanor.
Mi familia es mi pesadilla, podemos estar más que seguros de eso.
Tomo aire y me armo de valor para contestar su llamada, ella no suele llamar lo que significa que es importante para ella porque para mi seguro que no.
- Eleanor Virginia O' Connor.- todo mi nombre.- ¿Dónde estás?
- Dando un paseo madre, ¿qué necesita?
- Tu padre necesita que alguien le haga de traductor entre un nuevo socio.- respiro con dificultad, odian lo que estudie pero en cambio me usan.- Lo necesita ya, así que dejate el paseo y apresurate a la casa.
Me cuelga sin darme tiempo a decir que no, y aunque lo hubiera dicho nada hubiera cambiado lo acontecido porque estábamos hablando de Eliza O' Connor, a ella mi opinión le daba igual, yo no tenía ni voz ni voto cuando ella ordenaba algo.
Volví a la casa todo lo rápido que mis tacones me dejaban, si, salí a dar un paseo y en tacones pero es que había dejado el coche en la casa nada más llegar y me había ido, ni si quiera había comido y mis tripas comenzaban a sonar.
Antes de subir a la segunda planta pasé por la cocina y tome una chocolatina escondida porque claro, en mi casa que yo como mujer comiera chocolate estaba mal visto, demasiados carbohidratos para una mujer de casi veintitrés años, podía engordar y así nadie importante se iba a querer casar conmigo, como si yo quisiera casarme. Todo lo contrario pasaba con mi hermano, él podía hacer lo que quisiera y para mis padres estaría perfecto.
Subo las escaleras rápidamente y toco con delicadeza la puerta para avisar de mi llegada, empujo la manivela y entro en el pulcro despacho que mi padre tiene en la casa, es demasiado elegante para mi gusto.
Mi padre, un hombre de cincuenta años, estatura media, pelo negro, que yo había heredado, y ojos oscuros, me miraba con reproche, siempre lo hacía, a su lado un hombre de su misma edad o algo mayor, con barba y ojos cálidos me daba un sonrisa a la que yo respondí de forma tímida.
- Mi hija Eleanor nos ayudará a comunicarnos.- parecía tenso.- Es importante, comportate y no digas ninguna estupidez Eleanor.
- Jamás lo haría padre.- respondo en el mismo tono desafiante.- ¿En qué idioma habla el señor?
- Se llama Alfred, es alemán.- domino el idioma.
Traduzco todo lo que mi padre me va diciendo, en algunas palabras me atasco porque son muy técnicas pero al final acabo haciendo un esplendido trabajo que para mi padre solo será un desperdicio aunque le haya ayudado a cerrar el trato con el hombre alemán, en esta casa soy un simple objeto más del que hacen uso cuando lo necesitan y que luego vuelve al rincón escondido donde estaba.
No es que yo sea fea, desde pequeña mi madre me exhibía ante sus amistades porque justamente eso es lo que la hace rabiar, soy bonita, ella hubiera deseado que no lo fuera, así sería más fácil de obviar mi presencia, en las galas nadie hablaría de mi, me ignorarían y sería invisible, pero ese no era el caso, la gente se quedaba usualmente viéndome fijamente y luego felicitaban a mis padre por haber tenido una niña tan guapa, mis padres sonreían, daban las gracias y me obligaban a quedarme callada para seguir siendo una figura bonita.
Después de dos horas y la firma de un contrato que también tuve que traducir, abandonamos el despacho de mi padre. El hombre me mira como si fuera su hija, es muy cálido y me sonríe todo el rato, de alguna forma me recuerda a mi abuelo, ambos me miran con el mismo cariño, ese con el que jamás me han mirado mis padres.
- Gracias Eleanor.- me giro para ver a mi padre, estoy sorprendida.- No me mires así, esto era importante y mi traductor me ha dejado plantado, debo agradecerte porque podrías haber estado trabajando y aunque no me guste lo que haces lo respeto.- demasiada sinceridad por un día para alguien que no está acostumbrada a ella.