Respiro con tranquilidad pero furiosa, o sea, no han pasado ni veinticuatro horas desde que me fui de casa y ya mi abuelo está ingresado en el hospital, porque a mis padres les ha parecido genial despedir a Caleb, el enfermero de mi abuelo desde hace tres años. No entiendo que tienen mis padres con querer quitarle a mi abuelo todo lo que yo le doy.
- Dadme una razón para que Caleb haya sido despedido.- les pregunto.
Ambos me miran con disgusto, más mi madre que mi padre, él es como un mueble, pocas veces interviene y siempre deja que mi madre haga y diga lo que quiera, por eso sé que ella es la que ha echado a Caleb.
- Estaba robando.
- Dime algo que me crea Eliza.
- Soy tu madre, ¿Por qué te mentiría?
- ¿Sería, a caso, la primera vez?- ella me mira indignada pero no puede refutarlo, sabe que me han mentido incontables.
Los miro esperando respuesta, pero no tienen ninguna. Mi hermano me mira preocupado, como si fuese a lanzarme contra nuestra madre en cualquier momento, y bueno, es normal porque me falta muy poco para hacerlo si sigue mirándome como si fuera la peor mierda.
- Tienes que creerme y ya.
- Pues no lo hago, por lo que Caleb va a volver a ser el enfermero del abuelo.
- Por encima...
- ¿De tu cadáver?- la interrumpo.- Me da igual, no es tu casa, como tampoco es tu dinero el que se encarga del sueldo de Caleb, tu y papá no deciden si vuelve o no, y como confío más en él que en vosotros, Caleb vuelve.
- Ernesto, dile algo a tu hija.- me acusa como una niña pequeña con mi padre.
- Elea...- no lo dejo terminar.
- Eleanor una mierda, ya me habéis sacado de la mansión y me vais a casar, así que en esto no pienso dar mi puto brazo a torcer.- ellos me miran sin poder creer que me esté imponiendo, pero ya estoy harta de no hacerlo.
Las enfermeras dejan de ser unas chismosas cuando me giro a encararlas, y todas salen corriendo como si hubiesen visto al mismo diablo y ahora mismo bien podría serlo.
El médico de mi abuelo sale tras media hora, no sé que más prueban le habrán hecho después de la operación y de haberlo estabilizado. Tengo que agradecerles a todos por su eficacia, de no ser tan bueno mi abuelo podría haber perdido la vida.
- Francis está bien, estable y despierto.- dejo escapar el aire que había empezado a contener después de la discusión con mis padres.- Y quiere ver a sus nietos.
- ¿A mi no?- mi padre parece ligeramente preocupado, me gustaría poder sentirme mal por él, pero se lo ha buscado por ser un puto perro y no imponerse en absolutamente a su mujer.
- Después Ernesto, primero quiere ver a sus nietos.- le sonríe con tranquilidad, yo no le sonreiría tanto, él tiene la misma culpa que mi madre.
Nos alejamos de mis padres y lo agradezco porque puede que al final si les acabe pegando, y más si mi madre sigue haciendo caras extrañas, como de asco y de desagrado, que poca paciencia le tengo.
Andamos por los pasillos blancos y con olor a antiséptico del hospital, odio como nadie se imagina los hospitales. Sé que muchas personas reciben noticias devastadoras en los hospitales, y muchos no odiarán los hospitales, pero yo no soy esas personas, yo soy Eleanor y recibí más de una mala noticia en hospitales, por lo que los odio con toda mi alma.
- No vayas tan seria, el abuelo notará que algo no va bien.
- ¿Por qué no te apusiste al despido de Caleb?- le pregunto también enfadada con él.
- No estaba en casa, me llevé una sorpresa igual que tú.- resoplo, porque si que es cierto que mi hermano no suele pasar mucho tiempo en casa, adora estar allí tanto como yo y eso que a él siempre lo han tratado mucho mejor que a mi.
El médico se para enfrente de una de las habitaciones privadas, lo único bueno de tener el seguro de vida caro de mi abuelo es que tiene su propia habitación y que mediante una aplicación del móvil me llegan sus constantes vitales, por lo que sé si su corazón se para a mitad de la noche y alertar desde cualquier lugar a las enfermeras.
El médico nos abre la puerta, dejándonos entrar con una sonrisa de tranquilidad y alivio, que de verdad ayuda a no entrar con tantos nervios ni tampoco tan enfadada con mis padres por lo estúpidos que pueden llegar a ser solo por hacerme daño.
La luz de la habitación es ligeramente molesta, el olor es fuerte a desinfectante y antiséptico pero por lo demás es agradable, las paredes no son tan blancas por lo que la luz no molesta más de lo que lo haría con todas las paredes blancas. Me agrada que mi abuelo vaya a pasar unas noches aquí, lo atenderán bien.
- Abuelo.- llamo su atención antes de ponerme a su lado.
- Hola Virginia.- me sonríe al llamarme por mi segundo nombre.- ¿Estás enfadada?
- Estoy molesta abuelo, ¿Cómo no quieres que lo esté? Si querían despedir a Caleb, primero debieron contratar a otra persona, o al menos cuidar ellos de ti hasta encontrar un remplazo.- le dejo saber.- Pero no te preocupes, Caleb vuelve.
- Yo no me preocupo, tu eres quien se preocupa.- me sonríe.- Así que si Caleb te tranquiliza, a mi también lo hace.
- Abuelo, nos preocupamos por ti, ¿qué sería de nosotros sin nuestro viejo preferido?- dice mi hermano con un toque de drama y diversión. Me gustaría poder bromear en este tipo de situaciones para poder aliviar mi tensión y la de todos.- Claro que nos preocupamos.- le sonríe.
- Gracias por preocuparse mis niños.- nos sonríe él a nosotros.- Quería veros para que os quedéis tranquilo, sé que tenéis cosas que hacer y os tenéis que ir.- voy a quejarme pero él no me deja.- Tu tienes una hija y tu hermano universidad.- nos sonríe.
- El abuelo tiene razón.- me calma Brandon.- Pero voy a ir a comer con mi futuro cuñado y con mi sobrina preferida.
- Es tu única sobrina.- me río.
- Vamos hermanita.
- Una cosa antes de iros.- nos detiene nuestro abuelo.- Recordad que aunque todo el mundo os falle, siempre os tendréis el uno al otro.- mi hermano y yo asentimos.- Sé que sois tan diferentes como iguales, que fuisteis criados de formas completamente diferentes, pero quereros y amaros como siempre habéis hecho, protegeos que sois buenos el uno para el otro.