Paseo con Andrómeda, eligiendo unas cosas para el cuarto que le está haciendo Jackson en su casa. No es lo que quería, y menos creí que a mi hija le fuese a hacer tanta ilusión tener una habitación propia en la casa de Jackson. En mi apartamento ya tiene una para ella sola y no quiero que en la casa de Jackson vaya sola, en cualquier momento alguien podría darse cuenta de las pocas similitudes entre padre e hija.
Mi hermano me mira con algo de lástima, no sabe lo que es tener que ocultarle no solo a una persona que merece saber sino a dos. Antes me sentía mala madre por no decirle a Andrómeda quien era su padre y ahora me siento mala persona por estar ocultándole a Jackson que es padre. Y ahora me siento peor porque veo como a Andrómeda siempre le hizo falta un padre, y por mi culpa, por mi egoísmo es que mi hija no tiene a su padre al lado.
- Mami.- miro el muñeco que mi hija sostiene en brazos.- Lo quiero.
- No puedo comprarte el muñeco, no hemos venido a comprar eso.
- Pero lo quiero.
- Andrómeda.- la llamo por su nombre, he enseñado a mi hija que no siempre se puede tener todo lo que se quiere, si le doy todo la malcriaré más de lo que mi abuelo y mi hermano ya la han malcriado.
- Yo...
- Tu no se lo vas a comprar.- mi hermano intenta luchar contra mi, algo que por supuesto no consigue.- Pídelo para papá Noel o para tu cumpleaños.
- Vale mami.- dice con un tono más apagado, puede ser muy manipuladora cuando quiere.
Mi hermano me mira con cara de cachorrito, intentando que me derrita por dentro y lo dejo consentir a mi hija, pero eso si que no, yo soy la madre, yo soy quien manda y si digo que no es que no, y sino me hacen caso empezaremos a tener problemas. Si yo digo una cosa, y me contradicen, entonces mis palabras pierden cualquier tipo de validez, además, yo soy la madre y mi palabra es la última, le guste a quien les guste.
- Si mi hija aparece con ese muñeca – comienzo.- Brandon, tendremos grandes problemas.
- Pero...
- Si yo le digo a mi hija que no, pero tu vienes y le dices que si y se lo compras, mi palabra pierde valor y cuando Andrómeda crezca tendré una niña malcriada que no va a hacerme caso nunca, así que mis palabras no se invalidan.- mi hermano asiente entendiendo por fin cual es mi punto.
- Entendido, no se lo compro.- suspiro.- Vamos a comprar las cosas que faltan para el cuarto de Andrómeda.
- Cada vez siento que es peor idea lo de no oponerme al matrimonio.- resoplo cansada, de verdad no puedo creer que esto me esté pasando.
- Ánimo.
- Eso no ayuda nada en absoluto.- me sonríe con pena.- Ayudame a idear algún plan para que Jackson nos saque a mi y a Andrómeda de su vida.
- Ana, nunca has sido una cobarde y no vas a serlo ahora.- me encara.- Si quieres mi ayuda para algo, será para decirle a Jackson la verdad sobre vuestra hija, porque Ana, ya es hora de que le cuentes la verdad.
- A veces odio que seas sensato.- me quejo como una niña pequeña.
Decido que mejor cambiar de tema de conversación, cualquier cosa que tenga que ver con la paternidad de Jackson me pone demasiado nerviosa y me vuelvo estúpida y odio sentirme y ser estúpida con algo tan sencillo pero que yo misma he vuelto complicado por los años de silencio.
Meto en mi coche las cuatro sábanas diferentes dibujos, dos de dragones, una de princesas y otra de flores, vamos, las tres cosas que más le gustan a mi hija, aunque a eso le añadiría los bebés, no sé que obsesión tiene pero le encanta; Subo también una mesa para el té, parecida a la que hay en mi apartamento, una lamparita de noche también de dragones y unas barras de seguridad para que no se caiga de la cama. Andrómeda se mueve mucho al dormir y más de una vez ha estado a punto de caerse aún con las barreras.
Andrómeda se duerme en el coche mientras conduzco para ir a la casa de Jackson y dejar las cosas que hemos comprado. El hombre que ha contratado me pidió muy amablemente que lo comprase yo, porque conozco mejor los gustos de mi hija, y que por favor se lo dejase antes de mañana, por eso voy a casa de Jackson, sino intentaría ignorarlo más de lo que ya lo hago.
Llamo al timbre, quiero darme prisa, he quedado para cenar con Sophie en mi casa, también quiero alejarme de ella pero a diferencia de su hermano, ella me llama y yo no sé como decirle que no a sus invitaciones y me parecía muy feo que ella me invitase siempre y yo no la invitase nunca.
- Hola Eleanor.
- Hola Kevin.- lo saludo con una sonrisa.- ¿Está Jackson?
- En su despacho.
- Gracias.
Subo las escaleras con rapidez hasta su despacho, llamo a la puerta para advertir de mi presencia y luego entro para ver a su secretaria, ni recuerdo ya como se llama.
- Hola Eleanor.- me sonríe Jackson, ignorando por completo la mala mirada que me lanza su secretaria.
- He traído lo que me pidió el decorador.- le informo.- Se lo he dejado a uno de tus guardias.
- ¿Dónde está Andrómeda?
- En el coche, se quedó dormida.- le informo.- Llevo prisa, he quedado con tu hermana para cenar.- suspiro.- Mañana si quieres puedes venir, cenar y quedarte a dormir.- le informo, viendo como su sonrisa se ensancha.
- Perfecto, mañana voy.
- Hasta mañana entonces.
- Hasta mañana.- le doy la llave de mi apartamento por si llega antes.
En realidad es lo justo, yo tengo llaves de su casa pues es lo justo que él tenga llaves de la mía, aunque no me agrade en absoluto.
Salgo de la casa, sé que Jackson no se va a acostar con la secretaria aunque lo haya hecho con anterioridad, y lo sé por la forma en que la ignora y como ella parece querer matarme, tampoco es que me importe mucho como ella me mire. Incluso, me gustaría que Jackson le hiciese caso y me “engañase” aunque no seamos nada, de esa forma tendría una escusa para parar todo este teatro, vamos me facilitaría mucho las cosas pero no, él no parece que vaya a hacerlo.