Miro la casa de campo, la granja sin vecinos a la que me ha traído Philip, solo hay campo y animales, no hay nada de mi vida, no hay nada que conozca más que el inmenso dolor de haber hecho lo correcto. Sé que voy a sufrir, soy consciente de que me van a maltratar tanto o más de lo que lo ha hecho Eliza, pero por mi princesa soy capaz de aguantar eso y más, mucho más, solo para que ella viva un vida plena y feliz, yo soy capaz de morir.
- Vamos.- su voz me estremece pero no le demuestro el miedo que me da, soy una Hoffman y nosotros somos duros, mierda si lo somos.
Salgo del coche con un nudo en la garganta, quiero llorar, necesito hacerlo pero no le daré la satisfacción de verme hundida y rota, él tiene que darse cuenta que me ha conseguido pero que no seré lo que él quiere.
Entramos en la casa, es muy rústica, es bonita pero no puedo hacer otra cosa que odiarla. De haber venido aquí por voluntad propia, con mi familia, hubiese estado encantada pero en estas situaciones solo quiero destrozarla, hacerla añicos.
- Tengo hambre.- anuncia él.
- ¿Y a mi qué?- mi tono cortante lo hace girar de inmediato.- Estoy secuestrada, pero no soy una víctima normal, no pienso ser tu sumisa, jamás Philip.
- Entonces te obligaré.- lo miro con resentimiento.
- Muerta no te sirvo.- le sonrío y él gruñe.
Philip se acerca de más a mi, puedo oler su perfume caro, puedo sentir su respiración furiosa contra mi, pero nada de eso logra que me aparte. Nada me hace retroceder o mostrar el más mínimo miedo, si lo hago él gana y lo único de mi que va a tener es odio, jamás miedo.
- Luego dirás que no eres una Hoffman.
- Lo soy.- gruño.- Una con más huevos que tú, imbécil.
La bofetada gira mi cabeza hacia el lado contrario, siento como pica y arde mi mejilla por el ardor. Las ganas de llorar se vuelven a hacer presentes pero no lo hago, las retengo en mis ojos. Podrá ver mis ojos llorosos pero no caerán por mis mejillas lágrimas por si culpa, no hasta que me de una paliza.
- Llora, mierda, llora.- me grita.
- Muérete.
- Si muero, tu morirás conmigo.- me agarra del cuello.- Ahora eres mía, ya no tienes hija, ni estás comprometida, ahora eres mi puta esposa y harás lo que yo ordene.
- No.- el agarre en mi cuello se vuelve más fuerte, dificultándome un poco respirar.- Me tienes aquí, pero no haré nada de lo que quieres, basura.- toso intentando buscar aire.
- Eres más idiota de lo que yo creía.- se ríe.- Lo vas a pasar mal, yo no quería llegar a esto.
- Prefiero pasarlo – toso.- mal a ser tu puta esposa sumisa de mierda, creíste jugar – intento respirar – con un cordero y te topaste con una suicida.- le sonrío, mientras que la ira en él va en incremento.
- ¿Una suicida? Yo ante mi veo una estúpida.
- También podría ser, pero tú eres quien está obsesionado con ella.- su agarre es más fuerte, ya ni siquiera puedo hablar.
Sus ojos oscuros chocan con los míos, quiere que suplique por aire, lo puedo ver, lo puedo notar en como su mano se va aflojando viendo que prefiero morir a suplicar que pare, que me deje respirar de nuevo. Podrá golpearme y maltratarme tanto como quiera, pero no me matará, su obsesión por mi es mayor que sus ganas de matarme por no hacerle caso.
- No los volverás a ver.
- Lo sé, pero ahora están mejor.- siento mi garganta seca.- Jodete, no conseguirás lo que quieres de mi.
Philip me suelta el cuello después de ver que efectivamente ahogándome no va a llegar a ninguna parte. Él gruñe antes de sacar un arma de su pantalón y apuntarme con ella, como si eso fuese a darme miedo. No es la primera vez que veo un arma, ni la primera que me apuntan con ella, mi abuelo Hans lo hizo una vez creyendo que yo era un ladrón, y al si hay que tenerle miedo.
- Haz la cena o disparo.
- Dispara Philip.- estoy acabando poco a poco con su paciencia.
- Eres estúpida.
El disparo impacta en mi pierna, siento el dolor por todo el cuerpo pero no me muevo, ni siquiera caigo, no grito solo lo miro con una sonrisa llena de dolor y eso lo cabrea más.
- Mierda, grita, llora, cabreate, haz algo más que reír pedazo de estúpida.
- No, reír es mejor que hacer todo eso que tu has dicho.- su mirada furiosa me cohíbe, lo veo capaz de volver a disparar, pero no dejo que lo vea, sigo ahí para mientras la sangre brota de mi pierna.
- Te desangrarás.
- Te quedarás sin Eleanor.- me burlo de él.
- Mierda.
La pérdida rápida y cuantiosa de sangre me hace empezar a ver negro, pronto me habré desmayado y en breves él me encerrará en alguna parte de la casa para que no pueda escapar. Es tonto pero tampoco tanto como para confiar en que yo no intentaré escapar por todos los medios posible.
- Te odio Philip, incluso más que a Eliza.- escupo con veneno.
- Haré que me ames.
- En tus sueños psicópata.- toso.
La habitación comienza a oscurecerse, mi cuerpo cada vez se siente más ligero, ya no hay dolor por la herida de la pierna, ya no puedo discutir con él. El negro acaba apoderándose de mi, mi cuerpo cae al suelo con un sonido sordo. Primer día a su lado, completado, al menos para mi, él ahora debe joderse.